Ming-yue
25 de Enero – 12:41 PM
Liyue – Profundidades adeptus – Templo de Ming-yue
Sobre el futón, Xiao estuvo embistiéndome por detrás durante más de una hora y, pese a ello, no quedaba satisfecha. Si aquella iba a ser nuestra última vez, quizá tendría que hacerlo por todo el día o al menos... sentir sus fluidos de una vez.
Hiciera lo que hiciera, no había forma de que se corriera. ¿Era normal que un hombre pudiera aguantar tanto? ¿O acaso, realmente, yo no significaba nada para él, ni siquiera a nivel sexual a día de hoy?
Sentía cómo atravesaba mi vagina una y otra vez, provocándome constantes gemidos. Él era capaz de mantener un ritmo intenso por largos ratos en los que me hacía tocar el cielo.
-Xiao: pareces pensar más que disfrutar –comentó, al percibirme un tanto ensimismada.
Removí mis codos sobre el futón.
-Ming-yue: es tu culpa... -musité. Pese a que fuera yo la que estuviera "recibiendo", estaba casi al borde del desaliento.
-Xiao: ¿quieres que cambie de postura?
Le dirigí una mirada colmada de rabia.
-Ming-yue: quiero que te corras dentro –dictaminé, contemplando aquellos indiferentes ojos dorados.
-Xiao: ¿esa es tu prioridad?
-Ming-yue: ¡sí! –contesté, ansiosa.
Tomó mi cabeza y la estampó contra mi estrecha cama. Y, súbitamente, aumentó aún más el ritmo, llegando con su miembro a lugares de mi vagina que creía insospechados.
-Ming-yue: aaaaaaaaaaaaaah –gemí con suma intensidad-. ¡Me vas a romper, Xiao, me vas a romper!
-Xiao: ¿no querías que me corriera? –replicó, con una de sus manos enguantadas aún presionando mi cabeza-. Tendrás entonces que aguantar.
No cambiamos de postura, pero cambiamos de roles, donde yo era ahora la "sometida". Y me maravilló aún más... pese a que fuese más que evidente que no estaba, precisamente, fijándose en mí para alcanzar el cénit. Sólo estaba usando mi cuerpo como un juguete, como solía hacer en el pasado, mientras su mente se encontraba en otra parte, lejos... bien lejos.
Poco a poco, fui sintiendo aún más placer con aquella profundidad, sin poder parar de fantasear en el momento en el que él me colmara con su semen.
-Ming-yue: sí... sí... -gemía, ante los constantes espasmos de mi cuerpo.
Tuvo un amago de querer sacarla. No obstante, ante mi deseo explícito, se mantuvo en mi interior y dejó que sus ansiados fluidos fueran acaparando el poco espacio que su instrumento permitía.
"Ojalá pudieras embarazarme...", fantaseé, pero bien sabía que la endemoniada marca de Aria lo impedía. Incluso sin estar presente, aquella mujer seguía teniendo control sobre él.
Separó su mano de mi cabeza, y distanció su cuerpo del mío, dejándome caer por completo sobre el futón.
-Ming-yue: ah... -intentaba recuperar el aliento.
Aunque él no me lo iba a permitir. Nada más cumplir mi deseo, pidió su "recompensa":
-Xiao: ¿cuál es el código, Ming-yue?
Y yo comencé a reír de forma malévola.
-Ming-yue: ¿de verdad creías que había algo como un código? –me burlé, provocándole un estado alterado de consciencia-. ¡Eres un maldito ingenuo!
Su desesperación rechazaba, contundentemente, la inexistencia de una posibilidad rápida para abrir el portal.
-Xiao: no... -sus ojos temblaban-. ¡Tengo que ir a por ellas! ¡Te lo...!
Lo callé con una sonrisa siniestra.
-Ming-yue: ¿para qué quieres ir? –expresé con sorna-. Tanto tu hija como tu mujer estarán ya muertas, Xiao –confesé al fin, mientras me volvía a colocar la parte interna del kimono-. ¿Sabes qué hay detrás del espejo?
Cada vez se tornaba más pálido.
-Xiao: ¿qué... -iba a acabar sufriendo un colapso- hay?
-Ming-yue: el maldito Averno, Xiao, el maldito Averno... -mis carcajadas eran ahora lo que hacían eco en la estancia, aunque, en realidad, no sólo eran provocadas por mi intención de humillarlo. Aquellas carcajadas cubrían el hondo temor que tenía por la cercana reacción del Cazador de Demonios-. En un instante –chasqueé mis dedos-, has solucionado todos tus problemas, ¿no crees? Ya no tienes una hija a la que aterrorizar, ni una mujer de la que divorciarte –no podía parar de hablar... Él, petrificado, no pronunciaba palabra. Y su silencio me hacía entrar en pánico-. ¡Incluso vi cómo aquellas almas torturadas se abalanzaban sobre tu hija! –Reía y reía, para no poder pensar-. ¡¿Cuántos pedazos habrán quedado de ella, Xiao?!
Y...finalmente reaccionó. Tal y como esperaba.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...