Albedo
27 de Enero – 20:25 PM
Liyue – Hotel Goztamiel – Suite primordial
Mientras mordía mi cuello con ferocidad, deslizaba su mano por mis cortos y negros pantalones. Por fuera de la tela, fue masajeando mis genitales sin ninguna clase de pudor. Aquel pudor que había estado mostrando aquel tiempo en la feria, y del que parecía enorgullecerse.
Bajó mi cremallera y yo sufrí un fuerte escalofrío, especialmente cuando sacó mi pene al exterior. Sin apartar sus dientes y lengua de mi cuello, lo frotó por unos minutos agónicos.
-Ábaco: vaya... no se endurece del todo –comentó, sarcástico, nuestro atento espectador.
Xiao se apartó entonces de mi cabeza, dándome un pequeño respiro. No obstante, tras bajar por mi cuerpo, paró al llegar su cara a un punto determinado.
"No me...", quedé impactado con la mera posibilidad.
Pero no era, simplemente, una posibilidad. El adeptus tomó mi pene y se lo metió en la boca... hasta el fondo.
Al no esperarlo, sufrí un fuerte espasmo.
-Albedo: aah... -gemí, al notar una húmeda envoltura en mi más íntimo aparato.
Ante aquel indecoroso sonido, pude ver a Ábaco apretar su mirada. Comenzaba a disfrutar las vistas, y no sólo por un mero desafío.
El cabello verde del adeptus se removió ligeramente al mismo tiempo que me masturbaba con su interior. Subía y bajaba la cabeza, provocándome una instintiva agitación y placer.
"Aún debo tener restos de ese maldito afrodisíaco de hoy", comencé a temer (y quizá al mismo tiempo agradecer, para que nuestra escena fuese más verídica), pues yo estaba demasiado sensible.
-Albedo: aah... aaah... -aquel ritmo era demasiado rápido para mí-. P-Para...
El director de la feria tuvo que usar su mano para abanicarse. El calor de la estancia estaba subiendo.
-Ábaco: sigue –pidió, en mi contra-. Le está encantando –comentó, refiriéndose a mi ya más que endurecido pene.
Tras sentir unas descargas de placer en mis piernas, intenté llevar mis manos a su cabeza para detenerlo. No obstante, esta vez aquel hombre de largo abrigo no se limitó a hablar. Sacó unas esposas, ya escondidas bajo su almohada, y ató mis manos al cabecero.
-Ábaco: tu cara ahora es demasiado... -no pudo siquiera terminar la frase, pues utilizó su lengua para lamerme la mejilla.
Por fortuna, volvió a tomar asiento después de aquello, pero dejó su saliva en mi cara.
Y, pese a ello, me corrí.
Xiao se lo tragó todo. Tras ello, regresó a mi cabeza y volvió a besarme. Aunque, ahora, atravesó la barrera de los labios, para que pudiéramos jugar con nuestras lenguas.
-Ábaco: voy a acabar participando también –declaró, hipnotizado.
No obstante, el adeptus dejó mi lengua para asegurar lo siguiente:
-Xiao: él es mío –declaró, soberbio-. Te agradezco que lo hayas atado, pero mejor quédate donde estás.
El director levantó las manos.
-Ábaco: vale, fiera... -rió, aunque sí que quedó un tanto intimidado.
Cuando comenzó a retirarme los pantalones y las medias, supe lo que venía. "¿De nuevo tengo que ser yo el insertado?", me molestó, así que intenté zafarme de aquellas esposas para poder tomar el rol activo. No siempre tenía que ser yo el sometido.
-Ábaco: no son esposas de juguete, muchachi...
Calló al verme arrancar parte del mecanismo de cierre. Las cadenas eran imposibles de romper, pero todo artilugio tenía sus debilidades. Yo supe de dónde tirar, y conseguí mi liberación.
-Xiao: ... já, ¿crees que vas a... ? -él también tuvo que callar su ironía cuando lo forcé a caer sobre el colchón, y yo me coloqué encima suyo.
-Albedo: es tu turno de recibir, ¿no crees, cariño? –sonreí de forma frívola, mientras me hacía con sus muñecas.
-Xiao: tienes más fuerza de la que aparentas, pero –en otro forcejeo, volvió a intercambiar los roles- por supuesto no más que yo –rió, con aires de superioridad-. Y la mete quien domina, ¿no crees... cariño? –dijo con retintín.
"Si no siguiera bajo los efectos de esa maldita droga... ", rugí yo esta vez.
Aquella ridícula pelea sobre la cama siguió enardeciendo la lujuria del director de grueso abrigo. De hecho, ahora estaba con la boca abierta, sin perderse detalle.
-Xiao: dame otras esposas –le pidió, quizá para asegurar por completo la integridad de su retaguardia.
"Me vengaré en el próximo celo, tenlo por seguro", comencé a maquinar y él, aunque yo no lo hubiera pronunciado en alto, pareció recibir aquel mensaje. No obstante, sólo me devolvió una sonrisa altiva.
-Ábaco: toma, de éstas no escapará –se había apresurado a dárselas.
"Están reforzadas", suspiré al examinarlas. Y, simplemente, ante mi evidente derrota, extendí mis brazos para que las atara.
-Xiao: buen chico –dictaminó, victorioso.
Atrapó mis muñecas con aquel nuevo mecanismo y las llevó, una vez más al cabecero, para asegurarlas en sus hierros. De aquella forma, de nuevo estaba a su merced.
-Albedo: maldita víbora –le devolví su mismo desprecio, aunque en un tono "afectuoso".
-Xiao: aprendí del mejor –dijo con sorna.
Fruncí el ceño.
-Albedo: ¡pues lo haces muy rápidamente!
Y el peliverde soltó una carcajada.
-Xiao: veamos si sigues teniendo ganas de hablar –declaró, mientras se quitaba su guantelete izquierdo.
Metió los dedos en mi recto, y comenzó a masajearme por dentro, sin dejar de mirarme con aquellos dorados y ahora más que nunca intimidantes ojos. Al fin y al cabo, tenía mi cuerpo en sus manos, y éste no paraba de revolverse.
-Albedo: mmm... -ahogaba mis gemidos como podía, apretando mis labios.
-Xiao: creo que esta vez no vas a necesitar ningún lubricante –aseguró, al haber podido meter ya varios dedos dentro de mí.
Comenzaba a respirar con dificultad.
-Albedo: hazlo lento, por favor –rogué, al temer que se acercaba el "momento".
Se bajó la cremallera con porte firme.
-Xiao: ¿y qué recibo a cambio? –continuó con aquella actuación, que estaba maravillando a Ábaco por completo.
-Albedo: ¿qué quieres? –hubo cierta desesperación en mi voz.
Fingió pensárselo un poco.
-Xiao: ¿que no vuelvas a acercarte a cierta persona, tal vez? –bromeó a medias, refiriéndose a Aria.
En aquella ocasión, fui yo quien rió:
-Albedo: entonces, reviéntame.
Y él sonrió, habiendo esperado aquella reacción.
-Xiao: lo haré –sentenció.
Sacó su pene. Ya lo conocía debido a los celos, pero, en aquel momento y al verlo de frente, su tamaño se me hizo monstruoso. "Sí, es posible que me reviente", pensé, preparándome para dejar volar mi imaginación ante lo que me deparaba.
Se entrometió entre mis piernas y se tumbó encima de mí. Sentí cómo buscaba mi "acceso" con la punta de su aparato... hasta que al fin me atravesó.
-Albedo: ¡AH! –grité, y me revolví.
-Ábaco: mataría por ser tú ahora mismo –seguía abanicándose con la mano. Sus mejillas estaban enrojecidas.
Ninguno de los dos le respondimos, estábamos demasiado ocupados con lo que teníamos entre manos.
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El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)
FanfictionCuarta parte de El Pecado del Alquimista. Tras el duelo a muerte, el alma de Xiao será sometida ante las tinieblas del deshonor. El más perverso temor lo hará caer en desgracia, mientras Albedo se alzará sobre sus cenizas y se dispondrá a abrir la c...