Capítulo 67

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Ábaco

27 de Enero – 20:09 PM

Liyue – Hotel Goztamiel – Suite primordial

Un cara-bonita había estado preguntando por mí en más de una ocasión. Por ello, lo mantuve en mi mira. Había acudido a mi feria, además, con otro hombre cuya apariencia me sonaba, pero, por mucho que lo contemplara desde la lejanía, no caía del todo en quién podría ser. Sólo percibía que, como yo, era otro adeptus.

Tenía más que claro que aquellos dos debían provenir de mis competidores, quizá en una sucia estratagema de investigarme y doblegarme. Ellos sabían bien cuáles eran mis gustos y, sin duda alguna, aquel adeptus encajaba en mi tipo por completo.

Por ello, me aseguraría de que nadie más aceptara el encargo de intentar acercarse a mí con oscuros intereses. No me importaba que vinieran a mí hombres apuestos, de hecho, por ello me desvivía. Sin embargo, odiaba la deshonestidad. De hecho, ni siquiera parecían pareja, lo cual era un verdadero insulto para mi espléndida feria. Para solteros, ya tenía otras actividades, ¡pero no mi feria! Cada morbo debía acontecer en un contexto en específico, de otro modo, no permitiría... parar el pensamiento y, por el ende, parar de contar en mi caso.

-Ábaco: pasad, pasad... -les ofrecí en cuanto los vi aparecer en mi entrada-. ¿Queréis un puro? –saqué una de mis cajas llenas de los mismos, mientras yo ya tenía uno de ellos encendido en mi boca.

Ni siquiera aquella horrible sustancia había conseguido aún matarme.

-Albedo: no, gracias –rechazó con diplomacia.

"Haces bien, sabe como mierda", pensé, mientras echaba una calada. Y una oscura nube de humo se desparramó por mi habitación. No tardó en disiparse, pero dejó su maloliente olor.

-Ábaco: bien, chicos –tras compartir nuestras primeras palabras, debía ser directo-. ¿Sabéis por qué estáis aquí?

-Albedo: por haber faltado al almuerzo.

"¿Crees que soy idiota?", reí internamente.

-Ábaco: seré más directo –aparté el puro de mis labios y lo mantuve entre mis dedos-. ¿Por qué estáis aquí? –acentué con seriedad, mostrando que aquello era un interrogatorio.

El adeptus al fin tomó la palabra:

-Xiao: buscamos un portal al Averno –expresó, como si estuviera hablando del clima.

Debido al impacto, casi se me cae el puro de la mano. Además, el cara-bonita lo miró con preocupación. Tal vez no debían mencionar aquello aún.

-Ábaco: ¿lo estás diciendo en serio? –debía asegurármelo.

-Xiao: sí –respondió, seco.

"Deben querer lanzar a alguien ahí dentro", deduje rápidamente. A veces, en el mercado negro, se daban ajustes de cuentas así de crueles.

-Ábaco: tengo el espejo, sí –solté lo que para ellos fue una bomba notable, pues abrieron los ojos como platos.

De hecho, perdieron la compostura por completo.

-Xiao y Albedo: ¡¿dónde?!

Yo reí ante aquella reacción que me hizo ser consciente de lo tanto que lo querían, por lo que aquel sorpresivo motivo no parecía una mentira, sin duda. No obstante, aunque al final no hubiesen venido a investigarme a mí en concreto (más bien, a mi colección de artilugios), lo que sí era una mentira... lo solucionaríamos pronto.

-Ábaco: mi más exquisita colección de antigüedades la guardo a buen recaudo –señalé una puerta que conducía a una sala llena de todo tipo de objetos.

Sin darme tiempo a terminar, el peliverde se dirigió hacia aquella puerta sin pensárselo dos veces.

-Albedo: ¡Xiao, espera! –advirtió.

Pero ya era tarde: el pomo le provocó una buena descarga en la mano.

-Xiao: ¡¿Un sello?! –identificó al instante.

Como adeptus, debió haberlo previsto. No obstante, su desesperación por el espejo también era honesta. Tanto... que no le había permitido razonar por un instante.

-Ábaco: no importa lo que hagáis –sostuve, firme-. Es mi sello y sólo se desactivará si yo lo quiero.

El pelirrubio se aproximó hasta el adeptus.

-Albedo: ¡contrólate!

Su impulsivo acompañante rugió.

***

Albedo

27 de Enero – 20:16 PM

Liyue – Hotel Goztamiel – Suite primordial

Cierto era que, con aquella noticia, la esperanza por llegar hasta Aria se engrandeció. No obstante, el momento en el que nos acercáramos a nuestro objetivo, era cuando más debíamos mantener la mente fría, para no tirarlo todo por tierra. Ábaco no parecía haberse enfadado por la falta de cortesía de aquel idiota (de hecho, pareció resultarle divertida), pero podría habernos puesto en un aprieto.

-Albedo: ¿qué quieres a cambio del espejo? –dada las circunstancias, esta vez fui yo quien debía ser directo.

No era la primera vez que debía negociar en situaciones límite.

-Ábaco: si me demostráis que sois una pareja real, os dejaré llegar hasta el espejo –sentenció, con una maliciosa sonrisa de oreja a oreja.

"Joder...", padecí una escalofrío al recordar la deplorable actuación del adeptus. ¡¿Cómo íbamos a convencerlo?!

Y mi alma se desplomó. Miraba aquella puerta, sellada, y una profunda impotencia me atenazaba. Estaba tan cerca...

-Ábaco: oh... -echó otra calada de aquel desagradable puro, y rió ante mi evidente y súbito pesar-. ¿Acaso no podéis demostrarlo? –su sarcasmo podría golpear el techo de lo grande que era-. Qué lástima por el espejo, ¿no?

Siguió riéndose por un rato... hasta que sentí un tirón de mi brazo.

Xiao me estampó contra la pared y, prácticamente, me arremetió con su boca sobre la mía. Entré en un extraño estado de shock, mientras devoraba mis labios y me removía con una intensidad insaciable.

Y, mientras nos contemplaba, también petrificado, a Ábaco se le cayó el puro. Tuvo que volver en sí de forma rápida, pues, de otro modo, hubiera incendiado la alfombra sobre la que estaba. Lo pisó varias veces hasta que lo apagó.

-Xiao: te amo, Ar... Albedo –pronunció, aparentemente emocionado, mientras clavaba sus ojos dorados sobre mí.

"Escalofriante", pensé, ante semejante perfecta actuación. "Tenías que tener un buen aliciente, ¿eh?", deduje, y no pude culparlo por ello.

-Ábaco: no puede ser –murmuró para sí mismo, comenzando a replantearse nuestra relación.

Pensó por un largo instante y, después, arrastró un sillón hasta dejarlo casi pegado a su cama. Tomó asiento en el mismo.

-Ábaco: si queréis convencerme, no me va a bastar con un beso -retó.

Y el adeptus ni lo dudó. Aceptó el desafío, me cogió en brazos en un arrebato y me llevó hasta aquella cama.

"Esto tiene que ser una pesadilla", intentaba darle una explicación a todo aquello. Sobre todo, a las repentinas y perfectas artes manipuladoras del idiota.

Me lanzó al colchón y yo, al contemplar la determinación de su mirada, temblé

El Pecado del Alquimista 4 [+18] (Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora