No sé cómo dejar a Tracy pero quiero dejarla por qué ella depende mucho de mí.
Siempre sentiré algo especial por ella pero no podía dejar que esto se extendiera.
La he cagado muchísimo con Tracy, es una chica dulce, buena, está madurando y ha tenido muchos problemas con ella misma por sus inseguridades.
Y yo he venido a rematarla, pensando que soy su héroe, un salva vidas que la ha sacado de las tinieblas.
Nunca debí de haber hecho caso a Dylan, tendría que haberme olvidado del local, del gimnasio.
Y eso es lo que haré, no quiero el local, quiero que Tracy lo venda a otra persona.
Renunció a ese sitio, es tarde, pero lo renunció.
Solo tengo que romper con Tracy sin que sufra suficiente pero sé que de todas formas lo hará..
*****
Esperaba a Robert a que bajara con Ian Alexander, nos íbamos los tres al parque a dar una vuelta y luego iríamos almorzar.
Pero de repente, me quedé mirando sorprendido.
Bajaba mi madre con el carrito del bebé, ella parecía otra persona.
Mi madre de siempre.
Estaba guapísima, y podía ver qué se encontraba mucho mejor.
Sonreí ampliamente con mis brazos cruzados mientras que no le quitaba ojo de encima a mi madre.
Se acercaba a mi con el carrito, y me sonreía con alegría al verme que la estaba esperando.
-Mamá, te has recuperado.-
-Si, me siento muchísimo mejor y hoy hace un día precioso en Manhattan, mira que sol hace.-
-El día se a puesto soleado por qué sabía que ibas a salir tu.-
-Ay, Dalton, no digas tonterías.-
-Es verdad, mamá.-
-Mm.. tu tienes mucha labia, así tendrás a todas loquitas por ti.-
Negaba lentamente agachando la mirada mientras me reía avergonzado y volvía a mirarla.
-Vamos mamá.-
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Fuimos al parque para darnos un paseo en familia, a mi madre le vendría bien aire fresco y que disfrutara de su hijo.
Luego fuimos almorzar a un restaurante, aunque antes le dio de comer a Ian y lo dejo dormido en su carrito.
Mi madre se veía radiante como siempre, mientras que estábamos comiendo una sopa de marisco.
-Ian es muy bueno, no suele llorar por las noches.-
-Es un bebé muy bueno, mamá, un poco travieso.-
-Tu si que eras travieso de pequeño y llorón, no me dejabas dormir por las noches.-
-¿Yo?-
-Si, tú, solo sabías llorar y llorar.-
-Pues ahora no es que llore mucho..-
-Seguro qué lloras pero cuando nadie te ve, eres muy sensible, como yo.-
-Mamá..-
Mi madre me sonrió sin más agarrando una de mis manos con fuerzas.
-Estoy feliz de que me hayas ayudado a superar la depresión.-