Llevábamos un mes de entrenamiento, aún quedaba otro mes para el combate.
Malcolm había mejorado mucho en sus entrenamientos, pero quería que se esforzará mucho más.
Hoy hacíamos entrenamiento en la playa, la más cercana era a casi dos horas, pero no pasa nada, así ejercitaba más las piernas.
Andábamos por la playa hasta llegar a la orilla y Malcolm se me quedaba mirando.
-¿Qué haremos aquí?-
-Correr pero por la arena.-
-¿Qué? Voy a morirme en la playa.-
-Esa es la cuestión, no morirte en combate.-le señalé la orilla mirándole a la cara seriamente.- Corre Malcolm.-
-Dalton.-dijo quejándose por la orden que le mandé.- Podemos hacer la rutina de siempre.-
-No, Malcolm, corre por la arena.-
Malcolm me miró enojado por qué no me convencía a decir que no.
Él empezó a correr lentamente sin ganas, y me quedaba mirándole.
Me cruzaba de brazos, quejándome por su actitud y desvíe mi mirada hacia un hombre que paseaba un perro.
Su raza era un Rottweiler.
Me quedaba mirando al perro y al hombre que jugaba con una pelota de color roja.
Me acercaba a aquel hombre junto a su mascota.
Bueno, mascota.. era un gran perro, tanto que daba miedo.
El hombre mayor se me quedó mirando por haberme acercado y señale a su perro.
-Es muy bonito, ¿muerde?-pregunté con amabilidad al igual que mi sonrisa y señale a su perro.-
-No, para nada, es muy tranquilo.-
-¿Me deja jugar con el?-
-Claro.-aquel hombre me dejaba la pelota de su perro y lo cogía.-
Me agaché para acariciar el perro y sonreí por ello, si que era un perro tranquilo.
Le mostraba la pelota mientras andaba hacia la orilla y el perro venía tras mía.
Me coloque en la orilla y tiraba la pelota a dirección de Malcolm.
Él perro comenzó a correr tras la pelota y grité.
-¡Malcolm!-grité fuertemente para que me escuchará, él se paró y se giro.- ¡Corre! ¡Ese perro muerde!-
Malcolm miraba hacia atrás al escucharme y miró al perro pensando que corría tras de él.
Él puso una cara de miedo, grito y empezó a correr más rápido que antes.
Comencé a reírme a carcajadas por la reacción de Malcolm y me quedaba mirando como corría durante una hora, al volver el perro el seguía persiguiendo, y cuando llegó hasta a mi se colocó detrás mía.
La mascota simplemente se quedó parado frente a mi, y le tomé la pata mientras le sonreía.
-Gracias por perseguir a Malcolm.-dije agradeciendo a la mascota y me giraba a hacia Malcolm riéndome de él.- Este perro no muerde, idiota.-
-¡Me iba a morder!-grito con miedo al ver al perro y lo señaló.-
-Que no, no muerde.-negué insistentemente mientras le miraba.- ¿Pero has visto como has corrido? Pues asi quiero verte.-
Malcolm se quedó callado pero podía ver en su mirada que tenía confianza en sí mismo y eso era muy buena señal.
El dueño del perro se nos acercó a nosotros hablando sobre lo sucedido y nos quedamos un rato hablando hasta que nos despedimos de su perro y de él y nos fuimos.