La situación estaba más incómoda que andar en un suelo lleno de cristales.
Pero Kayla cambio de tema por completo.
—Vanessa ha venido de Erasmus, ella está estudiando para ser doctora, y este lunes yo empezaré a estudiar para ser profesora.—
Asentí aún pensando en el tema anterior, no me importaba mucho Vanessa.
—Y he dejado el trabajo de mis padres, se enfadaron pero no me importó.—
—Tu haz lo que te haga más feliz.—
Asintió lentamente fijando su mirada al suelo.
—Entonces, ¿no te gusta mi amiga Vanessa?—
—No.—dije con el ceño fruncido, volviendo a negar rotundamente.— ¿Tanto te importa que haya ilusionado a tu amiga?—
—Es mi mejor amiga, no quiero que se rían de ella.—
—Kayla, eres una dramática.—
—No, para nada.—
—Esta bien...—
Habia pasado una hora desde estábamos alejado de aquel sitio y hablando a la vez.
Cuando mire la hora, ya eran las cinco de la mañana.
Mañana tendría que madrugar para ir a entrenar.
—Kayla, tenemos que volver a por nuestros vehículos.—
—Ni en broma.—dijo negando por completo, dando un paso atrás, parecía volver a asustarse.—
—Kayla, ahi estará la policía, y es hora de regresar a la casa, ya es bien tarde.—
—¿Pero y si...?—
—Kayla, estás conmigo.—dije colocando una mano sobre mí, trasmitiendole seguridad, fijando su mirada a ella y ella se me quedaba mirando a mi.—
Kayla asintió lentamente, pero no segura del todo, decidí colocarme a su lado, pegado a ella para que no sintiera miedo y comenzamos andar.
No volvimos hablar más de ningún tema hasta llegar allí.
Al parecer no había nadie, y Kayla se queria volver pero decidí tomar su brazo lentamente.
—Kayla, esto está despejado.—
—Pues peor aún, no está la policía.—
Decidí soltarla del brazo para andar poco a poco hacia mi moto que estaba frente a la discoteca.
—Esta todo precintado el sitio pero me parece muy extraño que no siga aquí la policía, puede que no haya habido heridos ni muertes.—
—Como aparezca alguno para meternos un tiro...—
Me giré mirándola que estaba lejos de mi.
—Estarán escondidos Kayla, serían de estúpidos volver al lugar del crimen.—
Cuando llegue a mi moto, me apoyaba en ella con los brazos cruzados, y miré a Kayla que estaba a lo lejos.
Luego mire a la discoteca que estaba destrozada por fuera, los cristales y la puerta estaba llena de tiros, las luces estaban apagadas, sinceramente, daba muy mal rollo y podíamos estar en peligro.
Pero no creo que hubiera nadie, volvía a mirar a Kayla.
—Oye, se me ha olvidado contarte, dentro de diez días tengo un combate con Quinn, el boxeador que te dije.—
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