Faltaba dos días para ir a Las Vegas para el combate frente a Quinn.
En el aeropuerto vinieron Malcolm y Dylan para despedirnos, me desearon toda la buena suerte del mundo.
Viajamos en avión para llegar hasta Las Vegas, cuando llegamos allí, tomamos un taxi para dirigirnos hasta al hotel reservado que nos ofrecían el patrocinador del combate.
Me quedaba mirando a la ciudad de Las Vegas.
Era una ciudad de locos, en la acera de la calle había visto a mínimo cinco personas vestidas de Elvis Presley en un minuto.
Era una ciudad amplia al igual que Nueva York pero está ciudad estaba más colorida, sus luces de todo colores, coches por todas partes, la gente siempre estaba de fiesta.
Habíamos pasado por el famoso cartel de Welcome to Fabulous Las Vegas.
También habíamos pasado por un par de casinos, e incluso había visto la Torre Effiel de París aunque llena de luces.
Dejaba mi boca abierta ante tal alucine, me encantaba esta ciudad, y ni si quiera aún la había visitado.
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Bajamos del taxi cuando llegamos al hotel.
No era un hotel de alto lujo, pero estaba bastante bien, era un hotel de tres estrellas.
Entrábamos a la recepción, era una recepción pequeña pero bien decorada y limpia.
Todo este proceso fue un poco pesado hasta llegar a nuestras habitaciones, pero cuando llegamos, dejaba mi maleta por el suelo y daba botes a la cama.
Que comodidad de cama.
Que vistas había desde mi habitación a Las Vegas.
Me estaba encantando viajar, pues, nunca lo había hecho antes.
Oliver estaba en la habitación con su maleta en la mano, me señaló enfadado y luego le miré captando mi atención.
—Déjate de tonterías, mañana te pondrás a entrenar nada más que te levantes.—
—Oliver, para solo tener treinta y ocho años, pareces mi abuelo, vayamos a ver Las Vegas y disfrutemos una noche.—
—¡No! Iras a dormir temprano, tienes que ganarle a Quinn, no tienes otra oportunidad como está.—
—Oliver.—
—Hasta mañana.—
Él se iba a su habitación con su maleta dejándome solo y suspiré profundamente.
Oliver la mayoría del tiempo me ponía malhumorado, y prometo que aveces intento ignorarle todo lo que puedo pero es que él puede conmigo.
Cómo no puedo hacer otra cosa, cogía mi maleta, para ponerla en la cama y la abría.
Dentro de la maleta había una pelota de color roja y una nota que ponía Oliver.
Le daba la vuelta para ver qué era.
Por si te aburres.
Serás cabrón, pensé.
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Me encontraba en bóxer, después de haberme duchado, tumbado en la cama mientras miraba a la tele y jugaba con la pelota, la chocaba contra la pared hasta que volviera a mi como si fuera un boomerang.
A veces desviaba mi mirada a Las Vegas.
Me sentía solo, solo y aburrido.
Ahora mismo necesitaría tener a alguien a mi lado.
