El fin de semana había pasado, dejé el gimnasio en perfectas condiciones.
Ya sabía manejar el gimnasio solo por que Oliver me lo había dejado a mi cargo cuando el tenia combates a fuera con Malcolm o le surgía otro problema.
Pero como le dije a Philip, yo no tenía confianza con él, aunque yo no le veía que importará mucho el gimnasio, más bien, le importaba sus chicos, sus boxeadores.
Salía del trabajo, y me dirigía a una tienda de alimentación para comprar refrescos.
En mi casa apenas iba por que siempre estaba en la de Eva pero hoy preferí dormir en mi hogar.
Cuando entraba, me dirigía al pasillo de refrescos y me quedaba mirando cual decidía.
Tomaba un pack de refrescos de limón y me giraba dándome cuenta que Kayla estaba tras mía con un pequeño carro de la compra.
Ambos nos quedábamos mirándonos por la coincidencia y suspiré por ello.
¿Ahora me la tengo que encontrar en todas partes?
Andaba por delante ella, ignorandola, aunque Kayla se me quedaba mirando pero le demostraba indiferencia.
No quería saber nada de ella, pero el destino se empeña en ponérmela en mi camino.
Quise pagar rápido lo que había cogido e irme de allí sin mirarla ni una vez más.
Lo peor vendría después, me encontré a Philip a cinco minutos de aquella tienda y me saludó.
Que solo quiero irme a casa... pensé.
-¿Que estabas? ¿Comprando?-preguntó señalando la bolsa que sostenía con mi mano derecha.-
-Si.-
Mi mirada se desvío al darme cuenta de que Kayla había salido de la tienda cruzó la otra acera, parecía que no quería hacerme sentir incómodo y cambió de camino por mí, o eso creo.
Me quedaba mirando como ella se iba, y Philip decía mi nombre como si me hubiera distraido.
Le miraba repentinamente.
-Que se te van los ojos, niño.-dijo burlándose de mi mientras me señalaba mis ojos, luego hizo una señal con la cabeza.- ¿La conoces?-
-¿A quien?-
-A la rubia que estabas mirando.-
-Ah, no, no la conozco.-
-Entonces se te van los ojos como a mi cuando vemos a una tia buena.-
-Eh.-
-¿Qué? Si te ha gustado, te lo he notado, pero bueno que mas da si no la vas a ver más.-
Ojalá, pensé.
-¿Nos tomamos algo?-
-¿Ahora? Son la diez y media de la noche y tengo que madrugar para ir al gimnasio.-
-¿Y qué? Si solo será una cerveza, yo te invito.-
-Philip, que no quiero.-
Kayla
Llegaba a mi apartamento dejando las bolsas sobre la cocina, y se me escapaba las lágrimas de mis ojos al ver al Dalton como me ignoró.
Me encontraba triste, vivíamos en el mismo barrio y ahora me sentía más lejos de él, más que antes.
Entendía que estaba dolido que no quería saber nada de mi, pero solo me fui para mejorar como persona..
No tenía ni ganas de cenar, me dirigía a mi habitación y me fui a mi cama a llorar.