Cuando tenía siete años, recuerdo que un día fuimos a comer en familia.
Mamá se manchó su vestido blanco con estampado florales de helado de chocolate y yo la imite, aunque mi camiseta era azul claro.
Mi madre me regaño por lo que hizo pero le hizo gracia por el gesto y me limpió, aunque la mancha no salió pero me sentía orgulloso por que teníamos la misma mancha.
Mi padre en ese momento, hablaba con Jessica sobre la escuela y parecían entenderse.
Nos queríamos, no recuerdo cuando todo se torció..
Al abrir a mis ojos me di cuenta de que estaba en el ring mirando al árbitro que estaba contando la cuenta atrás.
10
No podía levantarme, me sentía derrotado.
9
Miraba a un lado a otro, donde la gente me estaba apoyando, incluyendo a Philip y a Kayla.
8
Tenía la respiración entre cortada, apenas podía respirar por los golpes.
7
Me retorcía del dolor pero en ese momento estaba escuchando mi nombre en un grito desgarrador por parte de Philip.
6
Me quedaba mirando a Philip, mientras el hacia todo lo posible en levantarme.
5
Poco a poco empezaba a levantarme como podía, aunque sentía que mi cuerpo se desplomaba.
4
Colocaba un puño en el suelo para poder incorporarme hasta sentirme que podría.
3
Lentamente me encontraba de pie, aunque aún mareado y el árbitro se me acercó a mí, tocaba mis brazos para ver si me encontraba bien y asentí.
Me dio un margen de diez segundos para recuperar el aliento y seguir combatiendo.
En ese momento, milagrosamente esquive el puño que iba hacia a mi cara y fui yo el que le pegaba en su ojo izquierdo.
El árbitro paraba el combate para darnos el descanso y me dirigía a mi silla.
Philip me hacia sentarme mientras me daba agua y me echaba también por encima.
-Estoy a tiempo de pararlo.-
-No vas a parar nada.-
-Ibas a perder el conocimiento, Dalton.-
-No.. estoy bien.-dije débilmente por ello y me levantaba despacio de la silla.- Se que hacer Philip.-
Philip desconfiaba por ello pero me dejaba hacer lo que tenía que hacer.
El sexto round había comenzado y había conseguido mucha energía en el momento de levantarme.
Me dirigía a Malcolm pegándole un puñetazo en la cara y desde ese momento había remontado.
No paraba de pegarle aunque Malcolm también me pegaba a mi aunque esta vez le esquivaba con agilidad.
El sexto round había terminado.
Y duramos hasta el noveno.
Ambos nos sentíamos cansados de aquella pelea tan intensa.
Nos sentíamos destrozado tanto por fuera como por dentro.
Pero había que seguir peleando, solo un ganador quedaría en pie.