Capítulo 21.- El tío ChooSam (el tío ChooSam)

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Tras lo que sucedió en el restaurante, el tío ChooSam tenía muchas emociones encontradas.

Primeramente, estaba realmente disgustado por la actitud temeraria de su madre y de Milk. Habían tenido suerte de que sólo fuesen unos niñatos, pero ¿y si llega a ser más grave? ¿y si fuese algún loco o drogadicto? Fueron muy imprudentes.

En segundo lugar, por un momento se sintió como el responsable de tener que cuidarlos y vigilarlos a todos. No era suficiente con cuidar a JungWoo, ahora también tenía que aguantar a su madre y sus excentricidades e imprudencias.

Y luego estaba Milk... que con él, muchas veces no sabía a qué atenerse. Le daba una de cal y otra de arena. Lo buscaba y le rehuía, lo castigaba y de repente venía a él...

ChooSam se sentía desorientado. ¡Él era un hombre simple! Llevaba bien su negocio (aunque le costara hacer el balance de caja), cuidaba a su sobrino, y de vez en cuando, tenía sus escarceos amorosos que, por regla general, eran de una noche y sin compromiso. Pero desde que llegaron Choco y Milk, todo se había puesto patas arriba...

Y por último, también entre sus sentimientos se encontraba una pequeña punzada de envidia, un destello de celos por la complicidad de su madre con Milk, que, al fin y al cabo, era un extraño que acababa de conocer. Era incapaz de entender esa unión, esa hermandad, esa connivencia... que había surgido entre ellos.

ChooSam y su madre siempre tuvieron una relación complicada, pues, a ojos de ella, su hermana mayor era ejemplar, era de continuo el modelo a seguir en todo: una chica excelente en los estudios, obediente a sus padres, se casó y tuvo un hijo, formando una familia, que a juicio de su madre es "lo que hay que hacer".

Por el contrario, él, siempre fue el rebelde. Dejó pronto los estudios y tuvo que trabajar, entre otras cosas, de camarero y cocinero, donde encontró su pasión. No contó jamás con el apoyo de sus padres a la hora de venir a la ciudad y abrir su propio negocio, todo lo había conseguido él con su esfuerzo y a base de mucho sacrificio.

A lo anterior se unió el hecho de que, además de las mujeres, le gustasen los chicos. Esto era algo que sus padres nunca aprobaron y que le recriminaban cada vez que surgía la ocasión, porque lo veían como algo que no era "lo correcto", no era "lo que había que hacer".

ChooSam llegó a odiar los términos de "lo correcto" o "lo que hay que hacer" y siempre se rebelaba las imposiciones sociales más arcaicas. Desde bastante joven fue libre para pensar y actuar. Esto le trajo complicaciones y momentos muy duros, pero también momentos de satisfacción, en los que logró superarse a sí mismo y encontrar su verdadero ser desde su libertad, valorando por encima de muchas otras cosas, su independencia y su autonomía.

Es posible que, fruto del germen de esta rebeldía (y del cóctel de hormonas de la adolescencia y la adultez temprana), nacieran sus pasiones por dominar, castigar, someter, y humillar.

—¿De verdad no vas a hacerlo? —dijo la mujer.

—Pero... no... puedo... ¿cómo voy a golpearte?

La primera vez que experimentó todo aquello fue hace años con una mujer, un poco mayor que él, con quien tuvo una relación violenta y tóxica y, tal vez, una de sus relaciones más duraderas. Aquel enamoramiento fue una montaña rusa de emociones en las que los celos, la dependencia y la manipulación estuvieron muy presentes.

—¡No eres un hombre de verdad! Eres solo un crío... ¿Es tan difícil hacer lo que te pido? Solo tienes que sujetarme de aquí —dijo aquella mujer señalando su cuello— mientras me golpeas con la otra mano.

Las temblorosas manos de nuestro jovencísimo ChooSam rodearon el cuello de la mujer, y con una total indecisión, golpeó su rostro.

—Inútil... ¿de verdad quieres estar conmigo? ¡Está claro que voy a tener que buscar otro hombre que pueda satisfacerme de verdad! —dijo la mujer levantándose e intentando marcharse.

—No... espera... yo...

—¿O es que quieres que te lo haga yo a ti? —dijo dirigiéndose hacia él en actitud agresiva— ¿Eh? ¿Es eso lo que quieres? —preguntó y acto seguido empezó a golpearlo, diluyendo la línea entre lo que era una relación sexual violenta de una relación (a secas) violenta.

Ante sus golpes, ChooSam se rebeló. Era más joven que ella pero más grande y más fuerte, así que la sujetó firmemente y la tiró a la cama.

—¿Está bien así? ¿Esto es lo que querías? —dijo enfadado, acostándose encima de ella.

—¡Menos mal! —exclamó ella— Sólo necesitas un poquito de chispa para prenderte... estás más sexy cuando estás enfadado...

—Cállate —ordenó ChooSam dándole una bofetada, no sin muchísimas dudas. Pero la actitud de ella cambió de desafiante a... algo parecido a la sumisión.

—Sí... señor... —respondió contenta— ¿Qué... qué me vas a hacer?

"Pues no lo sé, no sé qué debo hacer" Pensaba el pobre ChooSam que tuvo con ella una noche bastante violenta y rara, como el escaso tiempo que pasaron juntos.

A él empezó a gustarle tener el control, sentir que ejercía poder sobre la otra persona, pero siempre tenía un freno en su interior que ponía trabas a disfrutar plenamente de las sensaciones que se presentaban ante sus ojos.

Cuando al fin terminaron su relación, ChooSam tuvo que procesar todos sus sentimientos. Pero además de superar la ruptura, él sintió que algo había cambiado en su interior para siempre.

"¿Por qué alguien querría que le golpearan, lo controlaran o dominaran?" Cruzaba su mente.

Por una parte, quería hacerlo y se sentía bien haciéndolo, pero... ¿por qué no era capaz de disfrutarlo plenamente? ¿Por qué, pese a quererlo y sentir ese deseo, le ponía tan incómodo golpear o insultar? Y de repente, halló la respuesta en sí mismo: "Porque no es lo correcto, no es lo normal, no es lo que hay que hacer."

Se dio cuenta de lo profundamente que estaba marcado por su situación anterior y, tomó la decisión, siguiendo su línea de rebeldía, de pisotear lo que se considerara "lo correcto" o "lo que hay que hacer".

Afortunadamente... estos impetuosos ánimos se fueron templando con la edad y sus actitudes y gustos se fueron moldeando y puliendo en su madurez. Aprendió a disfrutar de las relaciones de otra manera, pero siempre sin fidelidad ni compromisos.

Hasta llegar a... Milk. Ese jovenzuelo parecía haber venido a romper los esquemas de su tranquila, rutinaria y despreocupada vida.

Cuando estuvieron en casa ChooSam se acercó a la famosa caja, examinó su contenido y sonrió.

—Tengo el elemento perfecto para tu castigo.

Continuará... 

Choco Milk Shake continuación Made in Spain [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora