Capítulo 49.- La vida en el pueblo 2 (Milk y abuela).

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—¿Noona? ¿Noona, estás en casa? —decía el abuelo Jeong llamando a la puerta— ¡He traído fresas!

Milk abrió la puerta, inclinó la cabeza a modo de saludo y sin decir nada le hizo un gesto para que entrara.

—Joven —dijo Jeong para saludar. Aún no se acostumbraba a que su noona estuviera viviendo con ese muchacho tan apuesto.

—Buenos días Jeong —dijo la abuela—. No tienes que traer cosas todos los días...

—Pero veo que ya no quedan caquis de la semana pasada...

Milk bajó la cabeza con una punzada de culpabilidad. La fruta del pueblo estaba especialmente dulce, y aquellos caquis, tan blanditos como maduros, hicieron las delicias de su exquisito y delicado paladar.

—Ya sabes que conmigo puedes quitarte el gorro, hay confianza.

La abuela sonrió y se lo quitó, dejando ver cómo apenas iba creciendo su cabello.

—Quería preguntarte algo. Al final... ¿Pudiste hablar con tu hijo?

La abuela miró a Milk.

—Voy a tender la ropa —dijo inmediatamente, para darles un poco de intimidad.

—No, no pude hablar con él. Sólo hablé con mi nieto. Me gustaría poder contarle todo a mi hijo.

—Entiendo...

—Él debería conocer mi pasado para poder entender mejor mis acciones y mis decisiones... Realmente, mi historia sólo la conocen las personas más cercanas a mí.

El abuelo Jeong se puso contento, y una sonrisa asomó a su rostro.

"Somos cercanos... ¡Somos cercanos!", se decía felizmente.

—Tal vez puedas hablar con él cuando vuelvas a la ciudad, para las pruebas.

—Sí, eso haré...

—¡Por cierto! ¿Te has enterado de que ha llegado un nuevo padre a la iglesia del pueblo?

—¿Sí? Recuerdo al padre Joseph...

Por un momento el ambiente de la conversación se oscureció, como si las palabras se rodearan de una bruma grisácea que entristecía el ambiente. Había algo que los dos conocían, pero ninguno quería mencionar.

—Este joven se llama Iván, parece más moderado.

—¡Abuelo Jeong! ¡Señor Jeong! —se escucharon voces cerca de la casa de la abuela.

—¡Me llaman! Seguro que algo necesitan.

Salieron a la puerta y vieron a un joven vestido con un mono azul, manchado de grasa y de pintura.

—Señor Jeong... Necesitaría que pasara por el taller... Tengo un problema con uno de los coches y no sabemos dónde está el defecto...

—Noona, debo marcharme —le dijo a la abuela—. Bien es verdad que uno no deja de trabajar nunca... —decía dándole un golpecito en la espalda al muchacho que había venido a por él, mientras éste le mostraba su agradecimiento inclinando una y otra vez la cabeza.

—¿Es mecánico? —preguntó Milk con curiosidad.

—Sí, ha trabajado toda su vida arreglando coches, camiones, tractores y de todo... Y ahora que está jubilado, aún lo llaman de vez en cuando para pedirle consejo.

—Es un gran hombre... —dejó caer Milk.

—Sí... —dijo la abuela, sonriendo y mirando a lo lejos, bajando la guardia un momento— ¿Qué? ¡Pero mira qué cosas me haces decir! ¡Anda, volvamos dentro! Que luego tenemos que ir a dar el paseo...

El aire puro del pueblo le hacía mucho bien a la abuela. Todas las tardes salían a pasear, algunas, incluso, les acompañaba el abuelo Jeong. Esas tardes de paseo eran agradables y divertidas.

Nada más llegar al pueblo, la abuela, con su organismo debilitado por los crueles químicos que habían hecho estragos en su interior, apenas podía subir las cuestas y los senderos empinados, pero Jeong siempre se ofrecía a ayudarla.

—¡Apóyate en mi brazo, noona, verás como resultará más fácil!

Un gesto tan pequeño lo hacía tan feliz...

Unas semanas después, la abuela había mejorado mucho y se había espabilado bastante. El aire fresco llenaba sus pulmones y cuando salían a pasear casi sentía que podía adelantar a Milk y a Jeong. Su pelo, aunque fuese solo un poquito, había crecido mucho más fuerte y brillante, de un color castaño mezclado con un blanco tan puro que tenía destellos azules.

Milk, por su parte, la ayudaba en todo. Pasaban ratos muy tranquilos y agradables en casa. Su conexión era tan fuerte que muchas veces no eran necesarias las palabras. Milk podía sentir cuando la abuela tenía un buen día o cuando no se encontraba bien. Lo percibía de inmediato nada más mirarla o escucharla. Por las noches, a veces se quedaba dormido con la cabeza sobre su regazo o a los pies del sillón donde ella se sentaba, cerca de la chimenea.

Y aunque Milk no lo dijera, la abuela también podía intuir lo que pasaba por su cabeza. Sabía que echaba de menos a sus amigos de la ciudad, a su querido JungWoo, al intrépido Choco y a su amado ChooSam.

Uno de los días, sonó el teléfono.

—¿Sí? —la abuela se quedó en silencio, sorprendida— Hijo... gracias por llamar. Yo también me alegro de escucharte. Sí... estoy algo mejor. ¿Y tú? Oh, muy bien, me alegro. Sí... —dijo mirando en dirección a Milk y sus ojos se encontraron— Sí, él también está bien. De acuerdo. Hasta pronto.

Milk se acercó a ella, como esperando información de lo que había pasado.

—Me ha llamado —dijo— Hacía años que no se preocupaba por mí y me llamaba...

—¿Estará bien? —preguntó Milk algo preocupado.

—Parecía que sí...

Las llamadas se sucedieron cada vez con más frecuencia. Si bien es verdad que no eran muy largas, sí que era un gesto, una señal de acercamiento a su madre. Y siempre que llamaba, preguntaba por Milk, a quien aún no se atrevía a hablar directamente después de lo que pasó en su último encuentro.

Por su parte, Milk, tampoco era capaz de hablar directamente con ChooSam. Toda la información que obtenía de él era a través de Choco, al que llamaba casi todos los días para preguntarle. Él le contaba todas las anécdotas del restaurante con el tío, y de la vida diaria con JungWoo, lo liado que estaba con el trabajo y los proyectos que tenían.

Pasaron los días, las semanas y los meses.

Uno de los días, que nada hacía presagiar, le esperaba a Milk una grata sorpresa. Aquella tarde, cuando ya había oscurecido, porque ese día el cielo estaba especialmente nublado, sonó el timbre. Fue a abrir la puerta, pensando que sería el abuelo Jeong, pero al abrirla se quedó conmocionado.

—¡ChooSam! —exclamó.

Continuará... 

Choco Milk Shake continuación Made in Spain [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora