Historia paralela 1: No me decepciones

93 3 0
                                    

2 de Enero, año 2030

Nyria Varion

" No, corrige tu postura". Le di a mi estudiante un suave golpe en el brazo. Nemía asintió con seriedad y trató de controlar de nuevo la tierra, comenzó bien con el elemento compactándose frente a ella pero dudó y los terrones se desmoronaron frente a sus ojos.

- No puedo hacerlo.- Bajó sus manos. Ella todavía no manejaba el sistema mental que las sacerdotisas usábamos para abrir comunicación sin necesidad de hablar, era una práctica que sólo podía lograrse después de mucho esfuerzo y no podíamos hacerlo como un vampiro, la base era parecida pero el resto funcionaba de manera diferente y de manera mucho más compleja.

" ¿No puedes o no quieres? " Aria miró a la estudiante con desdén.

"Las inseguridades son la receta perfecta para el fracaso" Mandé solo para ella. "Tómate el día, despeja tu mente"

Nemía asintió y lo dejó aunque se veía frustrada con ella misma.

"¿La mandaste a descansar?" Aria cuestionó cruzándose de brazos, viendo a la joven irse con la cabeza abajo. "Si no controla los cuatro elementos, no podrá graduarse".

"Su mente está nublada, así sirve menos aquí y solo puede empeorarlo". Determiné alejándome.

"Yo soy su maestra" Aria determinó con cierta ferocidad. "Deberías de conocer tus límites, Nirya Varion"

Sonreí de lado.

"Entonces haga bien su trabajo, señorita Aria" Hice un gesto hacía sus estudiantes que esperaban instrucciones. Aria levantó su báculo y se dio la vuelta para ir con otras estudiantes.

"Algún día caerás de su gracia y estaré ahí para verlo" La sacerdotisa dijo antes de marcharse.

Suspiré y levanté la mirada hacía la oficina principal, no la mía como directora de la academia Ministre para sacerdotisas, sino para la fundadora de la academia y ahí estaba Ministre Varion observándome con frialdad a través de la ventana antes de retroceder fuera de mi vista. Caminé con cansancio hacía el interior sintiendo la calidez de la tarde desaparecer de mi piel. El cielo estaba pintado con los colores del sol a punto de marcharse por un periodo de varias horas y aún la vida pasaba lentamente y sin sentido alguno. Algunas veces solía cuestionarme el porqué no tomaba mi vida.

¿Sinceramente? Tal vez era mi ilusa idea de esperar a que mis padres reencarnaran solo para verlos una vez más, pensé que sería bueno esperar.

Mis pies pasearon libremente por el piso que ya había recorrido innumerables veces desde que decidí convertirme en sacerdotisa y en vez de dirigirme escaleras arriba hacía mi oficina fui hacía abajo en busca de algún libro en el cual perderme por un tiempo, podía hacerlo por dos horas y alejarme de mi realidad antes de que los deberes me apremiaran. Bajé apoyando la yema de mis dedos por la pared rugosa y tarareé por lo bajo para calmarme a mí misma de la ansiedad creciente elevarse desde mi estómago hacía mi garganta como una mano asfixiante.

Al llegar al nivel inferior me dirigí a una de las estanterías, busqué el libro viejo que había estado restaurando sobre la incompatibilidad entre razas y los diferentes casos registrados en el tiempo pero lo había dejado muy arriba la última vez y me puse de puntas para tratar de alcanzarlo, la punta de mis dedos acariciaron la pasta dura medio deshecha pero me detuve cuando sentí calor a mi espalda y una mano más grande colocarse encima de la mía.

- Feliz año nuevo, Nirya.- La voz de Aiden Eckhart sonó baja y profunda en mi oído derecho, algunos de su mechones cortos me acariciaron la piel provocándome un escalofrío pero no me atreví a hacer ningún movimiento más que le advirtiera lo mucho que me había afectado escucharlo, esperé que el calor de mis mejillas se enfriara y recuperé la compostura antes de hablar.

La reina olvidada (Origenes parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora