Capítulo 24

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12 de febrero, año 1499

Sandrine al llegar pidió de inmediato que le preparara el agua para darse un baño y eso hice con ayuda del resto de doncellas que su hermana dispuso para ella en el palacio. La ayudé a bañarse, vestirse y peinarse antes de que ella me cediera un cubo de agua helada para lavarme yo también.

Aproveché al máximo el recurso que se me dió y me cambié por otro vestido exactamente igual que el anterior pero al menos el segundo no estaba roto. Me hice un moño sencillo con rapidez y estando lista antes que ella limpié todo de su habitación y esperé en la puerta en silencio.

Podría tratar de escapar pero mi instinto me decía que sería algo muy estúpido por varias razones.

1. Era mujer en el año 1499 y todas las habilidades que tenía eran consideradas para hombres, por lo que conseguir trabajo era imposible a menos que quisiera ser prostituta.
2. Era esclava, lo que significaba que si era capturada me matarían de inmediato, cualquiera.
3. Esconderme con los humanos nativos de América en realidad no parecía una buena opción, llamaría mucho la atención.
4. Seguramente Sandrine Moonwhite no era de las que perdonaban algo así. Me buscaría y me mataría.

Respiré bruscamente dándome cuenta de que mi opción era ser la puta de un vampiro en el cuerpo de alguien más hasta que se quedará embarazada. Podía solo cerrar los ojos y fingir hasta que todo acabara.

¿Y si era feo? ¿Y si me daba asco como a ella?

Sacudí la cabeza.

Debía de tranquilizarme. Seguramente no sería tan malo y si corría con suerte con una sola vez sería suficiente.

Volví a la realidad cuando Sandrine se acercó a la puerta y me hizo una señal para que la siguiera. Me mantuve detrás de ella, caminando lo mejor que podía con el dolor persistente en las plantas de mis pies lastimadas por tanto caminar.

Los pasillos que yo había conocido del palacio de los vampiros habían sido remodelados por lo que el acabado de piedra en bruto que veía en muchas partes me parecía no tan estético. Las alfombras estaban también algo descuidadas y el polvo abundaba en los alrededores.

Me dió una terrible ansiedad por arreglarlo todo pero lo que hice fue apretar mis manos juntas y seguir a la vampiresa que parecía saber exactamente hacia dónde dirigirse.

No tardamos en llegar hacía el círculo de consejo de nobles dónde esperé ver la sala llena de los mismos y sin embargo solo pude ver a cinco mujeres mirar hacia Sandrine cuando ésta entró y se sentó en la última silla al fondo sin saludar a nadie.

La seguí y me arrodillé detrás de ella de forma instintiva al ver a los hombres que las acompañaban estar en dicha posición. Bajé la cabeza y me porté lo mejor que pude para no convertirme en una presa de cualquiera de ellas.

Desde mi posición, no podía ver claramente o con atención los rostros de las presentes sin llamar al peligro. Reforcé mis barreras mentales y me mantuve alerta a lo que no sabía que había sucedido en la historia. No es como si me hubiera grabado los libros, para mí desgracia.

Escuché pasos, dos pares uno detrás de otro para escuchar la voz de la hermana de Sandrine. De su nombre si me acababa de acordar.

Sheila Moonwhite, ahora Arscorth llegó con un vestido negro y joyería roja mucho más elaborado que horas antes. No se podían apreciar los detalles porque la noche ya se había asentado y solo la iluminación de las piedras de las hadas y algunas velas podían ofrecer cierta nitidez a la habitación.

Levanté mi línea de visión un poco más para ver cómo el resto de mujeres se ponían de pie y se inclinaban pero no hacía ella quien se había hecho a un lado y adoptado la misma pose que las anteriores sino a la otra vampiresa que venía detrás de ella.

La reina olvidada (Origenes parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora