Capítulo 67

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29 de Agosto, año 2151

No podía dejar de pensar en la obra de arte que era el vestido que Siu Park había hecho y las joyas de Aiden... me sentía absoluta y completamente hermosa viendo mi reflejo ante el espejo mientras el cambiante le daba unos últimos retoques.

Los hombros estaban libres de tela pero estaban cubiertos por piedras preciosas pequeñas, puros diamantes del reino de las hadas que recorrían el bordado a mano de la promesa en símbolos de las brujas del velo que se extendía sólo hasta ser lo suficientemente largo.

Aiden estaba acostado en uno de los sofás, revisando una serie de documentos sobre el reino de las hadas.

- ¿Algo interesante que requiera toda tu atención? - Le pregunté y Aiden dejó los papeles, antes de mirar el techo con aire pensativo.

- Es un planteamiento sobre una nueva ley de Darcel. Le pedí que me sorprendiera sobre un cambio necesario en la nueva administración que planeo llevar a cabo.- Respondió.- Estoy considerando aceptarlo.

- ¿Y de qué se trata? - Pregunté curiosa.

- Legalizar la prostitución.- Aiden dijo, incorporándose. Levanté una ceja hacía el hada de cabello rubio, sorprendida de que estuviera dispuesto a aprobarla, pero aún así él procedió a explicarse.- De igual manera existe y siempre va a hacerlo, pero al menos, si es legal se puede tener un control sobre ello y dar protección hacía las mujeres que lo practiquen.

Lo que decía tenía mucho sentido, pero no podía dejar de pensar que el mundo de verdad estaba en constante cambio.

Siu se separó e hizo un gesto hacía el espejo.

- Definitivamente, he hecho arte aquí.- Dijo con orgullo y yo giré mi cuerpo, observando la belleza del corte estilo sirena, el cabello ondulado sobre mi cabeza en un moño elegante con algunos mechones acariciando los laterales de mi rostro. Mi maquillaje era en tonos claros, lo más natural posible, pero acentuando cada parte de mi rostro y el ramo de rosas blancas entre mis manos.

Aiden se levantó al verme y ajustó una de las joyas de mi cabeza que sujetaban en velo.

- ¿Ahora no tienes nada que decir sobre el cómo me veo? - Pregunté causando una sonrisa en su rostro.

- Feliz.- Aiden dijo, sosteniendo mi rostro.- Brillas más que las piedras que elegí para ti.

Sonreí sintiendo la felicidad en mi pecho. Él se separó para ofrecerme su mano y dirigirnos a la puerta, porque ya debía de estar ahí. Sin embargo, detuve a Aiden por un momento más cuando Siu salió.

- Aiden...- Dudé.- Gracias.

- ¿Por qué? - Pareció confundido.

- Por lo de Livius y tu segunda vida.- Dije mirándolo.- Me da miedo pensar que si llegas a morir, tú...- Tragué sintiéndome emocional.

- Tu tampoco vas a vivir mucho si yo muero.- Aiden puso su mano en mi cabeza.- Así que no te preocupes por llorarme, bruja.

Negué antes de abrazarlo.

- Pero era tu oportunidad.- Murmuré contra él y sentí los brazos del hada consolarme.

- Planeo casarme con Erica bajo la ley de las hadas de la noche.- Dijo momentos después, separándonos para que lo viera.- Eso significaba renunciar de todas maneras a la posibilidad de vivir una segunda vida, porque no quiero vivir en un mundo sin ella y tampoco quiero que me espere por siglos sin saber si podría volver a verme o no.- Sostuvo mis hombros antes de sonreír.- Siento que yo solo soy yo así tal cual me ves. No quiero otra familia, no quiero otra madre y no quiero otros amigos. Me siento satisfecho con lo que tengo y siento que he sabido aprovechar las oportunidades en mi vida. Incluso si muero, no tengo ningún arrepentimiento.

La reina olvidada (Origenes parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora