Capítulo 46

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5 de abril, año 1521

La primera vez que morí, mi subconsciente no me hizo soñar con nada, fue solo dolor, seguido de una cortina negra.

No vi mi vida entera pasar frente a mis ojos, ni pensé en nada. Fue solo el impacto contra mi cráneo el que me mandó al inframundo y así había acabado todo.

Agradecía que está vez si estuviera teniendo un agradable sueño antes de irme.

El olor a sándalo era muy tranquilizador. Inhalé profundamente y pegué mi nariz al cuerpo frío que me estaba sosteniendo. Mis manos podrían tocar los músculos firmes y desarrollados de sus costados. Pasé mis manos por su abdomen con la idea divertida de que mi último deseo mental había sido revivir el toque del cuerpo de Braxton con mis manos, así como percibir su olor y los movimientos rítmicos de su corazón contra su pecho.

Parecía una adolescente caliente sin control apropiado de sus hormonas, pero, ¿Quién era yo para quejarme de los deseos que decidía proyectar mi cerebro? Sobre todo porque se sentía tan real que podía intentar morderlo y bueno... Lo hice.

Sujeté entre mis dientes planos su piel y parte de su músculo hasta que me paralicé al escuchar una risa gutural y ronca.

- ¿Te diviertes? - Escuché la voz de Braxton Arscorth y finalmente abrí los ojos incorporándome, para ver los ojos anaranjados - rojizos del vampiro.

Lo miré confundida, parecía demasiado real para ser un sueño. Me pellizqué el brazo y sentí dolor.

Fruncí el ceño dándome cuenta de mi alrededor. Estaba en una habitación de características rústicas, de madera con solo un escritorio pegado a la ventana, una pila de papeles en blanco, una pluma y tinta a su lado. Llevé mi atención hacía las cajas apiladas que no sabía lo que contenían y luego hacía mi misma, tomé entre mi índice y mi pulgar la tela delgada de lo que debería ser un camisón pero en realidad me daba una sensación terrible a baby doll antiguo con retoques del reino de las hadas y ni siquiera parecía llevar nada más debajo.

Me abracé a mi misma y retrocedí mirando con recelo a Braxton Arscorth.

- ¿Dónde estoy? - Pregunté.

- En casa, tu nuevo hogar.- Él respondió.

Fruncí el ceño.

- ¿Por qué...? ¿Dónde está mi hijo? ¿Qué pasó con el vampiro? - Me llevé las manos al abdomen donde debería de estar una herida mortal, pero no sentí nada por encima de la tela.

- ¿Cuál de los dos? - Braxton tomó mi tobillo.- Lucius ya se recuperó de su episodio de hambre y Livius, ¿No? Sigue vivo, pero ya no debes preocuparte por ellos.- Me jaló hacía él y se puso encima de mí como un depredador. No luché, una parte muy grande de mi estaba hipnotizada por completo con la cadencia de su voz y la mirada en sus ojos. Parpadeé tratando de entrar en razón y puse mis manos en sus brazos.

- Quiero verlos, necesito asegurarme de que están bien.- Dije con la mayor seguridad que pude.

- No, Gem.- Braxton puso una de sus manos en mi mejilla, abarcando casi todo mi rostro con ella y su pulgar rozó mis labios.- Te lo dije, solo tienes que respirar para mí, solo tienes que mirarme a mí.

La mirada en sus ojos me sacó un escalofrío, parecía un obsesivo loco que no veía nada más que el motivo de su atención.

- Braxton...- Traté de alejarlo para que me dejara pensar, pero era inamovible.- Creo que me estás confundiendo.- Debía de ser por la manera en que se había roto el vínculo cuando murió Sandrine, tal vez le había afectado mucho más de lo que pensé y me veía en ella.- Yo no soy Sandrine.

La reina olvidada (Origenes parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora