Capítulo 44

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3 de marzo, año 1521

Me desperté sobresaltada y mi cuerpo temblaba por el frío. Me cubrí molesta antes de incorporarme con las pieles y caminar hacía la ventana. ¿De nuevo la había abierto el viento? Era molesto que cada cierto tiempo terminaba despertando así.

Me puse de pie envuelta en la oscuridad y encendí fuego sintiéndome observada, pero al girar completamente sobre mi misma, como siempre que me sentía así, el resultado terminaba siendo el mismo: nada. Temblé sintiendo los nervios de punta y cerré las ventanas murmurando por lo bajo algunas maldiciones al sentir que el frío me invadía desde las plantas de mis pies hasta llegar a mis piernas y volví sobre mis pasos pensando en regresar a dormir cuando vi una araña negra de un tamaño considerable trepar sobre mis cobijas.

Me detuve, observándola y ella a mí.

Un segundo, dos segundos y tres segundos pasaron mientras me inclinaba hacía uno de mis zapatos sin despegar la vista del insecto, di un paso gastando otro par de segundos, después otro. Levanté el zapato y... la araña corrió hacía mi. Salté ahogando un grito a medias y salí de la habitación sacudiendo mi ropa por si había sido lo suficientemente rápida para llegar hasta mi.

Huí cobardemente de mi habitación y caminé con motivación a través del corto pasillo antes de dar con la puerta que me era tan familiar como la de mi habitación, abrirla y cerrarla a mi espalda para meterme debajo de las cobijas.

- ¿Mamá? - Luna se despertó cuando rodeé con mis brazos su cintura y me refugié en la calidez humana de su piel.

- Tenías una pesadilla.- Mentí levantando la cabeza.- Vine a consolarte.

- ¿Una pesadilla? - Livius ladeó la cabeza por un momento, confundido. Su cabello negro estaba despeinado pero le daba un aire de verdad majestuoso. Parecía un príncipe en toda regla.

- Shh...- Lo jalé hacía abajo cuando trató de incorporarse completamente y presioné mi cabeza en su pecho.- Ya duerme.

Escuché su risa y de pronto me hizo levantar la mirada hacía él, sus ojos violetas se fijaron sobre los míos.

- ¿Encontraste alguna araña en tu cuarto, madre? - Preguntó divertido.

- Por supuesto que no, ¿Por qué me tomas? - Me pude a la defensiva, tomando algo de su piel entre mis dedos y pellizcando, pero solo se rió más antes de cambiar su posición de lado y sujetarme.

- Se me olvidaba que no le tienes miedo a nada.- Dijo, colocando su barbilla en mi cabeza.- Está bien, consuela mi sueño entonces.- La respiración de Livius no tardó en disminuir nuevamente y su cuerpo relajarse por el sueño.

Tomé su mano que se había posado en mi hombro y le di un beso en la palma cubierta de callos, por el uso constante de armas, sintiendo que el amor golpeaba con fuerza contra mi pecho, queriendo escapar. Las emociones rebotaban sin control por un simple momento que me provocaba tanta felicidad y tristeza en parte iguales, porque no podía dejar de pensar en Lucius tampoco y lo preocupada que estaba por él.

- Casi puedo escucharte pensar, mamá.- Luna habló con voz baja contra mi cabello y enredó su mano con la mía para sujetarme mejor, con más fuerza de lo que lo creía capaz de tener.- Ya duérmete o te regreso con la araña.

Le di un golpe con el codo.

- No me vas a decir que hacer.- Le dije con voz golpeada.

- ¿Por favor? - Sugirió cambiando su tono de voz a uno mucho más suave e hipnotizante. Entorné mis ojos pensando en que no tardaría en ser la perdición de muchas mujeres, pero aún así sonreí y cerré los ojos relajándome contra su pecho.

La reina olvidada (Origenes parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora