Ivyridiana Arscorth
2 de octubre, año 1996
- Tengo que volver a palacio.- Susurré las palabras con reticencia pero no me moví. Demasiado cautivada por la calidez de su cuerpo contra el mío y el rítmico sonido de su corazón que latía al doble del mío, más parecido al de un humano aunque fuera un vampiro artificial. Livius me acorraló aún más con su cuerpo y escondió su rostro detrás de mi cuello.
- Cinco minutos más.- Susurró con voz ronca.- Todavía hay luz del día.
Sonreí y me empujé más hacía él con mi cuerpo desnudo.
- ¿No quieres hacer algo más? - Pregunté sugerente y escuché su risa.
- No me provoques.- Ajustó su agarre en mi cintura.- Soy un ser de luz que se dejó envolver por tu oscuridad.
Me giré hacía él.
- Eres un desvergonzado.- Le dije incorporándome.- ¿Un ser de luz? ¿Olvidaste quién eres?
Livius abrió un ojo hacía mí.
- No recuerdo.- Sonrió provocando mi gruñido. Tomé una almohada y lo golpeé antes de ponerme de pie. Busqué mi ropa que estaba regada por todo el suelo. Al vernos, habíamos caído en un arrebato de deseo que no se apagó de inmediato. A veces, me asustaba lo mucho que podía olvidarme de mis responsabilidades estando con él o lo estúpida que era por amarlo tanto.
- Idara...- Él comenzó.
Puse los ojos en blanco.
- ¿Me tomas el pelo? - Pregunté viéndolo.
- No.- Livius me miró.- Es solo mi cabeza tratando de convencerme de que no debería matarte todavía.
Temblé sosteniendo mi ropa y mordí mi labio, ya debería de saberlo, ¿No? La verdad sobre nuestra relación... Era solo una donadora para él y en cuanto terminara el año del contrato, él me mataría.
Debería de asesinarlo yo primero, debía de tratar de sobrevivir a como diera lugar. Era más fuerte que él, era más rápida que él y podía regenerar mucho mejor, pero no podía ir en contra de él. Desde el principio me perdí en sus ojos, en su voz y en su toque como si fuera una polilla que sabiendo que se quemaría a la luz, aún iba hacía ella con mayor velocidad.
Livius recogió una lágrima que caía por mi mejilla y sonrió con amabilidad asesina.
- No llores, Ivy. Adoro a tu hermana, solo por ello seré amable al matarte.- Llevó su toque por mi cuello hasta mi corazón.- No sentirás dolor.
Hablaba como si lo hubiera hecho muchas veces y seguramente así había sido, como...
- ¿Q-qué número soy? - Pregunté con voz ahogada, al menos pensando que si no eran muchas tenía una oportunidad.- ¿Puedo saberlo?
- ¿Ochenta y tres? No.- Ladeó su cabeza sin eliminar esa tierna expresión de su rostro.- Ochenta y cuatro. Henrietta Hartlock fue la primera.
Tragué y me aferré a su mano. Mi cuerpo lleno de miedo y amor en partes iguales... Estaba rota, Livius me había convertido en esto. Lo abracé con fuerza y perdí la noción de mi misma para sincerarme.
- Te amo.- Dije contra su oído. Pérdida y sin arreglo, solo lo necesitaba a él. No había nada más, nada más...
- Lo sé.- Él respondió.- Todas lo han hecho, Ivyridiana.
Esa era la realidad, él era un cazador y yo solo su presa, un objeto para usar y tirar. Idara nunca lo sabría, jamás podría imaginar que Livius sería capaz de asesinar de tal manera, a ella que él había salvado y a quién amaba.
ESTÁS LEYENDO
La reina olvidada (Origenes parte I)
Vampire"¿Cuánto puedes esperar por amor?" "¿Hasta donde el destino se delimita por el tiempo?" Gem De Sage era una bruja que cometió el peor error de su vida a los quince años: salvó una vida. No matar a Cedrick Arscorth tuvo severas consecuencias en su de...