Capítulo 59

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8 de noviembre, año 2150

Desperté con un sobresalto, incorporándome con el cuerpo en alerta para después darme cuenta de los detalles que me rodeaban mientras recuperaba el aliento.

Ya había despertado en este lugar antes. Pasé mis manos por las sábanas de material suave y color negras que expedían un olor a sándalo, antes de percatarme de que ya no llevaba la ropa con la que había salido del hospital si no un camisón de seda color azul rey. Tomé la tela corta entre las yemas de mis dedos tratando de entender lo que estaba pasando antes de llevar mi cuerpo hacía la orilla de la cama y colocar mis pies sobre la alfombra gris que rodeaba la base de la cama con unos cuantos centímetros más.

¿Por qué estaba en el departamento de Braxton?

Caminé con sigilo y extrañeza en mis facciones, pasando los dedos por la superficie de los muebles buscando mis cosas o un teléfono, pero incluso antes de salir de la habitación no pude ver absolutamente nada.

Pasé por la puerta y recorrí la sala pasando por los sofás y la mesa pequeña de cristal al centro tenía una estructura que mantendría la atención con cualquiera que quisiera distraerse viéndola, por el constante movimiento que presentaban las esferas trasladándose por medio de un hilo de metal y fuerza de algún tipo que la mantenía en un constante traslado, provocando también un extraño sentimiento de satisfacción al verlo.

Para mi vergüenza, me quedé estática observando eso por un tiempo hasta que reaccioné y desvié la mirada para visualizar la cocina que estaba bajo las sombras, pero no me detuve al entrar, si no que primero me desvié hacía una de las ventanas en busca de luz y aire fresco, pero al acercarme lo suficiente y mirar un extraño seguro que antes no había visto me confundí. Traté de girarlo, empujarlo o presionarlo pero ninguno de mis métodos funcionó.

Darme cuenta de ello me puso nerviosa y decidí ir hacía la puerta con un mal presentimiento en la boca del estómago, puse mi mano en el pomo y giré pero tenía llave. Jalé la puerta hacía mí y busqué una manera de abrirla pero tampoco cedió ante ninguno de mis intentos.

- ¿Necesita ayuda en algo, señora Arscorth?

Salté sorprendida y giré mi cuerpo buscando el origen de la voz femenina pero no había nada, estaba sola.

- ¿Qué...? - Comencé a preguntar y la voz continuó.

- Soy la inteligencia artificial de la casa, mi nombre es Marget.- Una pausa.- ¿Necesita ayuda en algo, señora Arscorth?

¿Señora Arscorth? Probablemente me estuviera confundiendo. La última vez ni siquiera me había dado cuenta de que había una inteligencia artificial en este lugar. Salí de la sorpresa inicial para girar mi atención de nuevo hacía mi preocupación principal.

- Necesito abrir la puerta, ¿Puedes hacerlo para mi? - Pregunté.

- No estoy autorizada para eso.- Respondió.

- ¿Y las ventanas?

- No estoy autorizada para eso.- Puse los ojos en blanco.

- ¿Y para que sí estás autorizada? - Pregunté volviendo sobre mis pasos hacía la habitación y tratando de buscar una llave o algo que me permitiera salir, pero además de un libro de farmacología para psiquiatras y una lámpara no había más del lado derecho de la cama, pero me di cuenta de que en el buró de la izquierda estaba un pequeño ramo de gardenias que no había visto al levantarme. Me acerqué a ellas y las sostuve cerca de mi, percibiendo su aroma sutil.

Mis labios comenzaron a formar una pequeña sonrisa. ¿Qué era lo que trataba de decirme al colocar flores en el buró? Me mordí el labio nerviosa y expectante, pero no quería hacerme ilusiones y las dejé en el mismo lugar antes de girarme y ver la puerta cerrada, lo que me dio una idea.

La reina olvidada (Origenes parte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora