McGrey

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Narra Meredith

La ambulancia llegó y se llevaron a Addison al hospital, fuí con ella todo el camino para no dejarla sola. Estaba perdiendo demasiada sangre, una cantidad muy preocupante, tengo mucho miedo. Le estaba costando demasiado mantenerse despierta, pero me aseguré de que lo estuviera, al menos hasta pisar el hospital.

Cuando llegamos, las doctoras la examinaron a toda velocidad, determinando que aquella rotura de matriz necesitaba una cirugía urgente. Sabía que sería lo mejor, así que no me interpuse, sólo me quedé a su lado hasta que tuvieron que llevársela, lamentando no haber podido hacer nada para impedir ésta desgracia.

- No dejes que le dé un infarto Richard, dile que estoy bien- exclamó, antes de entrar al quirófano, algo drogada por la anestesia.

Es increíble que aún en ese estado siga pensando en los demás, esa mujer me tiene embobada, perdida y obsesionada.

- ¿Es cierto? ¿Derek acaba de hacerla abortar? - preguntó Calliope luego de hablar con un paramédico bastante chismoso, ahora entiendo por qué los rumores corren tan rápido en éste hospital.

- Sí...pero se lo llevaron a la cárcel, ya no puede hacerle daño - dije, apoyándome contra una pared, estaba un poco descompuesta, seguramente a causa de tanto estrés.

- Hijo de puta, debí dejar que Mark acabara con él, es una maldita mierda - dijo, molesta con Derek y consigo misma.

- Eso sólo hubiera metido a Mark en problemas, hicimos todo lo que pudimos, hicimos lo correcto - aseguré poniendo una mano sobre su hombro a modo de apoyo.

- Tienes razón, avísame cuando Addie salga del quirófano, quiero verla - dijo, dedicándome un gesto amistoso y regresando al trabajo.

Me quedé en ese pasillo, con mi mente dispersa y un nudo que hacía presión en mi estómago. Intenté proteger a Addison, pero parece que sin importar lo que pase, él siempre encuentra la manera de lastimarla.

Narra Addison

Desperté luego de unas horas, todo a mi alrededor era borroso y confuso, sólo oía un pitido persistente en mis oídos que no cesaba por nada. Tuve que esperar varios segundos para que mis ojos se adaptaran por completo a la luz, miré a mi alrededor y me dí cuenta de que estaba sola, una vez más.

Mi abdomen se veía bien, pero esa pequeña hinchazón que empezaba a convertirse en mi compañera, ya no estaba allí. Respiré profundo y me incorporé para poder pensar claramente en todo lo que había pasado, mi vida es un completo desastre, parece que todo lo que toco se destruye.

- ¡Mi niña! Estás bien - exclamó Richard, entrando a mi habitación y abrazándome con mucha fuerza.

- Me estás asfixiando - me quejé, exagerando un poco para escapar de su abrazo.

- Lo siento, estaba muy preocupado por tí - dijo, acariciando mi rostro.

- Estoy bien - dije, agradeciendo su interés y su apoyo.

- Lamento muchísimo tu pérdida... - dijo, sujetando mi mano.

- Descuida...apenas nos estábamos conociendo - dije, suspirando y observando mi vientre vacío, admito que es algo difícil de procesar.

Conversamos por un rato, evaluó mi estado y me dijo que me quedara internada al menos hasta el día siguiente, para estar seguros de que no tendría ninguna secuela o efecto secundario. No me encanta la idea de pasar la noche en una cama de hospital, pero sé que es lo mejor para mí.

Recibí muchas visitas ese día, Mark, Calliope, Stevens, Karev y Miranda pasaron a saludarme y a estar un rato conmigo.

Al caer la noche, ya no quería ver a nadie, Bailey estaba por irse para regresar a casa, pero la detuve para preguntarle por una única persona a la cuál no había visto desde que entré al quirófano.

- ¿Sabes en dónde está Meredith? - pregunté, extrañándola mucho más de lo que me gustaría admitir.

- Oh...acaba de salir de cirugía, aún debe estar bajo los efectos de la anestesia - dijo, como si nada, haciéndome casi saltar de la cama.

- ¿Ella está bien? ¿Qué le pasó? - pregunté, sin disimular ni un poco mi preocupación.

- Empezó a tener dolores muy fuertes, la ingresamos y resulta que era apendicitis, acaban de terminar de operarla ¿Por qué te preocupas tanto? - explicó, mirándome con un gesto pícaro y acusador.

- Porque es mi amiga...y nadie me dijo nada sobre su cirugía - dije, molestándome con mis amigos por ocultarme información.

- Está a dos habitaciones de aquí, puedes visitarla cuando quieras - aclaró, retirándose y lanzándome un beso al aire, lo atrapé con mi mano y la saludé con amor, es una amiga increíble.

Sé que debería estar descansando ahora mismo, pero no puedo conciliar el sueño sabiendo que Meredith está recién operada a sólo unos metros de distancia, debo ir a verla, necesito verla.

A mitad de la noche, no pude resistir más y tomé el asunto en mis propias manos. Bajé de la camilla con cuidado, sujetando mi suero para no lastimarme ni cortar el flujo de medicación. Caminé despacio, abandonando mi cuarto para buscar el de Mer.

Encontré su habitación y me escabullí en ella como una bandida para poder observar su bello rostro mientras dormía, estaba bien y eso era todo lo que necesitaba para estar tranquila. Me quedé con ella por un rato, hasta que noté que estaba empezando a despertar, iba a matarme si me veía fuera de la cama, así que quise huír, pero un reclamo de su parte me detuvo en seco.

- Doctora Addison Montgomery ¿A dónde va? - exclamó, con ese lindo tono de voz que me hace sonreír.

- Meredith...sólo venía de visita - dije, excusándome por las dudas.

- Me gustan tus visitas - dijo, con una sonrisa tierna y cansada.

- Y a mí me gusta visitarte - dije, regresando a su lado para hacerle compañía aunque sea por un rato.

La anestesia la hacía decir cosas muy extrañas y graciosas, me divertí bastante con nuestras charlas, no había otro lugar en el que quisiera estar en este momento, me siento bien aquí, me siento bien con ella.

- Eres demasiado bonita - dijo, enredando un mechón de mi cabello en su dedo y mirándome hipnotizada.

- Tú también eres bonita, Meredith - dije, dándole un beso tierno a su mano.

- Soy McGrey, ese será mi alter ego ahora - dijo, demasiado drogada como para ser coherente.

- Está bien, eres muy hermosa, McGrey - dije, riendo y siguiéndole la corriente a sus delirios.

- Meredith se pondrá celosa - dijo, dibujando círculos en mi pierna con la punta de su dedo.

- ¿Por qué? - pregunté, con un poco de nervios.

- Porque le gustas a Meredith...le gustas mucho - confesó, diciendo algo que seguramente jamás me hubiera dicho en su estado normal...me quedé helada.

- A mí también me gusta Meredith - admití, sin saber de dónde salieron esas palabras, sólo escaparon de mí sin que pudiera detenerlas.

- Tu secreto está a salvo conmigo - dijo, fingiendo sellar sus labios con una llave.

- Gracias, no dejes que Mer se entere - dije, jugando con ella para que guardara mi secreto.

Sólo pudimos hablar un poco, ya que su cuerpo y su mente no resistieron más el sueño. Cayó dormida casi sin darse cuenta, con su mano entrelazada a la mía, se veía demasiado linda. Le quité mi mano con mucho cuidado y me acerqué a su rostro para besar su mejilla.

- Espero que no recuerdes nada de ésto mañana, McGrey - susurré, dejando ese beso sincero en su piel para luego retirarme de vuelta a mi habitación como si nada hubiera pasado.

No quiero sentir nada por nadie ahora, tengo ésta herida abierta que aún sangra sin parar, no puedo amar sin sanar.

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Addie, te diste cuenta bb

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora