El Gran Día

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Narra Addison

Tuvimos días maravillosos en la mágica ciudad de París, nuestros amigos llegaron, dimos paseos guiados y rentamos un bote para navegar por el Senna. Estamos a sólo unas horas de casarnos, ambas tenemos nuestros vestidos y aún no sabemos qué eligió cada una.

- Buenos días, futura esposa - saludó Mer, dándome besitos mientras me abrazaba, haciéndome sentir afortunada por amanecer a su lado.

- Buenos días, amor de mi vida - contesté, dándome vuelta para poder mirarla y apreciar su hermosa sonrisa.

- ¿Dormiste bien anoche? - preguntó, besando mi rostro sin parar.

- Sí, los bebés durmieron de corrido, fue la noche perfecta - dije, estirándome y acurrucándome entre sus brazos.

- Quedaron agotados luego del paseo en yate, el río debió relajarlos mucho - dijo, sin poder dejar de sonreír al mirarme.

La abracé y quise quedarme con ella para siempre, sin levantarme, sin hacer nada más que reposar en su pecho.

- Cariño, somos mamás, no podemos quedarnos aquí todo el día - dijo, sacudiéndome cuidadosamente para que cediera.

- Tienes razón, nosotras quisimos tenerlos, no tenemos opción - dije, resignándome a levantarme de una vez por todas.

Cuando me levanté, sentí un leve golpecito en la puerta, que pedía entrar.

- Mami ¿Puedo pazar? - preguntó Frank, con voz de dormido.

- Sí, mi amor, ahora voy - dije, quitando el seguro y agachándome para recibir ese adorable abrazo matutino.

- Buenos días, mi hermoso príncipe - exclamé, besándolo y apretando su cuerpecito contra el mío.

- Buenos días, mamá - contestó, prendido a mí.

- Hola, bebé ¿Dormiste bien anoche? - preguntó Mer, acariciando el cabello rojizo de nuestro pequeño.

- Zi, pero tengo sueño - dijo, frotando sus ojos.

- Mami ¿Dónde estabas? - preguntó Rosie, corriendo hacia nosotras con su rostro lleno de lágrimas.

Mer se apresuró hacia ella para levantarla y ver que estuviera bien.

- Aquí estoy, cariño ¿Por qué lloras? - preguntó, llevándola a nuestra cama.

Yo las seguí junto con Frank, quien no entendía nada.

- No estabas, estaba muy oscuro y estaba sola - lloró, aferrándose a Mer con todas sus fuerzas.

- Ay, mi vida, sólo tuviste una pesadilla, todos estamos aquí, mira - dije, acariciando su rostro empapado.

- ¿Pesadilla? - preguntó, sollozando sobre el hombro de mi mujer.

- Sí, es como un sueño, pero con cosas feas y que pueden dar miedo - expliqué, con todo el amor y paciencia del mundo.

- Lo más importante, es que no es real, nadie se fue a ningún lado y nunca nos vamos a ir ¿Lo entiendes, princesa? - agregó Mer, mirándola a los ojos.

Ella asintió y volvió a abrazarla, ser mamá es lo mejor que me pudo haber pasado en la vida, nunca dejaré de agradecerlo.

Una vez que pudimos calmar sus nervios, bajamos a desayunar, éste sería nuestro último desayuno como prometidas, a partir de ésta tarde, seríamos esposas, no puedo evitar gritar internamente cada vez que pienso en eso ¡Voy a casarme con la mujer de mis sueños!

Narra Meredith

Luego de pasar una linda mañana en familia, los preparativos fuertes dieron inicio. Addie y yo tuvimos que separarnos para ir a los jardines en dónde sería la boda, así podríamos ocultar los vestidos para que fueran una sorpresa. Sé que no importa qué lleve puesto, se verá absolutamente perfecta.

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora