Sueño o Realidad

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Narra Meredith

Creí que nuestro día iba a terminar de una forma más tranquila, pero eso no pasa en nuestras vidas. Addie y yo terminamos descubriendo una secta religiosa con prácticas horribles que se ocultaba a las afueras de Seattle. Debido a las prácticas incestuosas, la policía tuvo que intervenir, dejándonos muy al margen del caso.

Fuí por mis bebés mientras Addie realizaba una cesárea de emergencia para la joven adolescente, aunque era más que obvio que su bebé no sobreviviría.

- ¿Cómo se portaron mis dos angelitos preciosos? - le pregunté a la encargada de la guardería al llegar y ver a mis gemelos.

- Muy bien, Francesco estuvo un poco molesto, pero Rose tiene mucha energía, parece que es la bebé más felíz del mundo - dijo, haciendo jugar a mi niña risueña.

- Ooww, mamá no pudo venir a verte hoy ¿Eso te tiene molesto, mi osito bonito? - dije, cargando a Frank para llenarlo de besos y amor.

- Puede ser, hay bebés que sufren ansiedad por separación, tal vez sea el caso de tu pequeño - advirtió la maestra, mientras él apoyaba su carita preciosa en mi hombro.

- Gracias, lo hablaré con mi novia - dije, poniendo a ambos bebés en su cochecito y tomando sus bolsos para ir a buscar a mi Addison.

Mientras caminaba, la ví salir del quirófano con un gesto de frustración y desilusión, estaba molesta, sentía demasiada impotencia por algo que había ocurrido allí dentro.

- ¿No lo logró? - pregunté, acercándome con cuidado.

- Ninguno de los dos...- dijo, con lágrimas en sus ojos, mordiendo su labio para evitar llorar.

- Ven aquí - dije, abrazándola y dejándole saber que puede desahogarse conmigo.

- Tuvo una hemorragia, tenía muy mala coagulación, todo pasó en cuestión de segundos, me confié demasiado - dijo, aferrándose a mí y sollozando sin consuelo.

- Esos chicos jamás han tenido un examen médico en sus vidas, debió ser un factor dentro de todas sus afecciones genéticas, incluso si tenía un parto natural su vida corría el doble de riesgo, hiciste lo que pudiste - dije, acariciando su rostro y limpiando sus lágrimas.

- Lo sé...pero aún así se siente horrible y devastador - dijo, dejando caer su cofia al suelo.

- Hey, no la tires, es la de la buena suerte - dije, levantándola y dedicándole una sonrisa.

- No me dió suerte hoy...y tú no crees en esas cosas - dijo, con sus brazos cruzados.

- Pero tú sí crees, así que lo entiendo, a veces ni la buena suerte o la buena energía pueden contra un mal día - dije, poniendo la cofia en sus manos y mirándola a los ojos.

- Sí...es un pésimo día - dijo, con su mirada hacia abajo.

- ¿Sabes quién más tuvo un mal día? - pregunté, alzando a Fran para que viera a su mami - Éste pequeño osito - dije, dejando que ella observara su mirada de tristeza.

- ¿Qué le pasó? Ven aquí, mi pequeñito hermoso - dijo ella, cargándolo en sus brazos y dejando que él se refugiara en su pecho.

- La maestra cree que tiene ansiedad por separación...has estado muy ocupada últimamente - dije, acariciando la mejilla de mi bebé.

- Descuida, mi amor, mamá se tomará unos días antes de abrir su clínica, estaré un poco ocupada, pero una vez que la abra, me tendrás toda para tí - dijo Addie, haciéndole cosquillas para hacerlo reír.

- ¡Siii! Tendremos a mamá para nosotros - dije, levantando a Rose para unirla al festejo.

- Así es, necesito un respiro, no puedo esperar para poder atender de forma privada y descansar de cirugía tras cirugía tras cirugía - dijo, agotada física y mentalmente.

- Estás a punto de lograrlo, bebé, estoy demasiado orgullosa de tí - le dí un tierno beso lento y romántico, de esos que sólo llevan intenciones puras.

Dejé que terminara con todo el asunto de los jóvenes religiosos y luego nos fuimos directo a nuestro cálido hogar para poder descansar y pasar tiempo con las dos personitas más importantes de nuestras vidas. Tanto ellos como yo, extrañamos tenerla tan cerca, quiero que esté felíz y relajada, quiero lo mejor para ella.

Narra Addison

Mi paz duró muy poco, ya que tuve que ir de forma casi obligada al estúpido remolque de Derek. Sería algo rápido, quería averiguar si algunas de mis cosas seguían ahí y qué tan bueno o malo era el estado de ese lugar como para venderlo o sólo dejarlo como chatarra.

Mer, los gemelos y yo, tenemos una clase para mamás y bebés dentro de una hora, así que decidí tomarme unos treinta minutos o menos para decidir qué hacer con esa pocilga antes de ir a la clase.

- No puedo creer que haya aceptado vivir aquí - me dije a mí misma, mientras me acercaba a aquel refugio del mal.

Por alguna razón, mi ansiedad y mis latidos se hicieron más fuertes cuando por fin pude abrir esa puerta. El olor al perfume de Derek se mantenía intacto, como si su aliento susurrara cosas horribles en mi oído.

- Es sólo un trailer...él ya no está, no puede hacerte daño - repetí en voz baja mientras respiraba profundo.

Recorrí con mis manos temblorosas aquellas paredes deterioradas por la humedad, notando detalles que hacían que el aire a mi alrededor se volviera más espeso. Todo empeoró cuando fuí a la habitación y ví la mancha de sangre seca marcada en esa pared. Estaba intacta, al igual que un pequeño rastro de sangre que no había notado la primera vez...seguramente porque estaba inconsciente y con una grave contusión.

Los latidos de mi corazón empezaron a hacer eco en mi cabeza, como una percusión incesante que me aturdía. Puse una mano sobre mi pecho e intenté hacer respiraciones para controlar mis nervios, sentía que en cualquier momento él entraría e intentaría hacer cosas espantosas conmigo, me sentía nuevamente como su prisionera.

Sentí pasos que venían de afuera, pasos firmes y pesados, acompañados por ese movimiento que siempre hacía con las llaves antes de entrar, provocándome escalofríos.

Corrí y me encerré en el baño, apoyándome sobre la puerta y cubriendo mi boca, atrapada por un miedo que superaba cualquier uso de razón.

- Addison...- escuché, desde afuera de esa puerta, sintiendo cómo mi presión bajaba casi a cero.

- Lárgate, sé que no estás aquí, déjame en paz - dije en voz alta, cubriendo mis oídos para no escucharlo.

- Vamos...deja que cure tus heridas, prometo que no volveré a hacerte daño...- insistió, haciendo que notara un hilo de sangre que empezó a correr por mi cabeza.

Toqué mi nuca y noté un quiebre en mi cuero cabelludo, una herida que llenó mis manos de sangre al instante.

- Addison...no lo hagas más difícil - dijo, con una voz cada vez más ronca y amenazante.

Todo mi cuerpo estaba temblando, no puede estar pasando otra vez, no es posible.

- La última vez estuviste inconsciente demasiado tiempo, no quiero que te pase nada malo, cariño, por favor...- agregó, haciendo que mi realidad entera se viera alterada.

- ¿La última vez? - pregunté, intentando levantarme para llegar a rastras al espejo del baño.

Mi rostro estaba lleno de golpes fuertes, morados y ensangrentados, algunos recientes y otros que parecían llevar semanas sin sanar. Mis brazos, extremadamente delgados, estaban también plagados de moretones que los cubrían de arriba a abajo, ni siquiera pude mirar mis piernas, sentí que estaban a punto de rendirse y dejarme caer.

Él empezó a golpear la puerta violentamente, como si quisiera derribarla...y yo aún no lograba entender nada de lo que estaba sucediendo.

- No puede ser...por favor no...- rogué, mientras una teoría crecía dentro de mí cabeza.

Tal vez toda ésta maravillosa historia de amor y realización con Meredith, con mi trabajo, con mi familia...sólo fue producto de una contusión cerebral...tal vez aún sigo siendo presa de mi marido, soñando con una realidad alterna para escapar de mi vida...ya no sé qué es real.

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Para no perder la costumbre de dejarlxs con drama y dudas...😈

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora