Tortura Interminable

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Narra Meredith

- Sí, está todo bien, pero Meredith me la metió demasiado fuerte y ahora me duele - dijo Addison por teléfono mientras yo pasaba tranquilamente por la sala de estar.

¡¿Cómo se supone que deba reaccionar a esa conversación?!

- ¿Que yo te metí qué cosa? - pregunté, quitándole mis galletas de chocolate que había escondido para que nadie las robara.

- La aguja, ésta mañana me pusiste la inyección y ahora tengo el abdomen inflamado, ya te lo había dicho - dijo, queriendo recuperar su aperitivo robado.

- Amor, harás que me dé un infarto ¡Y ya deja de robar mis cosas! - exclamé, yendo a la cocina para buscar un nuevo escondite.

- Amy, hablamos luego, te amo ¡Adiós! - colgó la llamada y corrió detrás de mí para discutir conmigo.

- Estoy molesta contigo - dije, poniendo una mano en mi cintura y confrontandola antes de que pudiera decir algo.

- ¿Es por las galletas? - preguntó, intentando alcanzarlas disimuladamente.

- No, es porque encontré envolturas de chocolates bajo la cama otra vez, estás comiendo por estrés y me lo ocultas, se supone que somos un equipo, Addison - dije, poniendo las cartas sobre la mesa.

- Sé que no está bien, pero no quería preocuparte, tengo demasiadas cosas en mi cabeza, estoy de un lado a otro, esperando llamadas y atendiendo pacientes, las cosas dulces me relajan - se justificó, acercándose a mí para comprarme con besitos.

- Tal vez podrías parar un poco, a veces se te olvida, pero eres humana, y tienes tus límites como cualquier persona - dije, dándole un abrazo amoroso y tierno.

- Bien, la única llamada que me importa ahora es la del consulado de salud de Francia, parecen estar muy interesados en mi propuesta y si tengo suerte, tal vez accedan a financiar mis ideas - dijo, dando pequeños saltos de emoción.

- Estoy muy orgullosa de tí, ya quiero escucharte hablar en francés más seguido, haces que me tiemblen las piernas - dije, aprisionando su cintura contra mi cuerpo.

- Je veux que tu me fasses tien, Meredith - dijo, besando y mordiendo mis labios.

- No sé qué dijiste, pero acepto - contesté, levantándola en mis brazos y subiéndola sobre la encimera, apretando ese hermoso trasero y besando su cuello.

- ¿Por qué no mejor dejas que yo me encargue? - preguntó, mientras yo besaba sus pechos como si fueran completamente míos.

- Como tú quieras, mon amour - se burló un poco de mi pronunciación, pero luego de eso, bajó de la encimera para poder besarme y tocarme a su antojo.

Quitó mis pantalones con ese encanto único que la representa, haciéndome desearla como loca, en pocos segundos, ambas estábamos desnudas, disfrutando de nuestros cuerpos acalorados.

Me llevó rápidamente al sofá para poder estar más cómodas. Se acostó sobre mí, besándome y tocándome, dejándome recorrer su cuerpo y enredar mis piernas con las suyas, rozando su intimidad con precisión, haciéndola gemir en voz baja.

En medio de la sesión de besos y caricias, ella empezó a bajar, acortando mi respiración, erizando mi piel y mojando mi interior. Sus manos sabían exactamente en dónde tocar, en dónde apretar y qué movimientos hacer, mis jadeos aireados empezaron a convertirse progresivamente en gemidos agudos que se oían con claridad por toda la casa.

Pasó su lengua con delicadeza por mi zona húmeda, probándome como si fuera la primera vez que lo hacía. Empezó a besar y a degustar cada parte de mi intimidad, sujetando mis caderas para poder tenerme más cerca y tocarme para excitarme aún más. Apreté un almohadón y luego lo coloqué bajo mi espalda para poder incorporarme un poco y observar a mi hermosa novia trabajar entre mis piernas.

Me lanzó un guiño para luego seguir presionando mi clítoris y moviendo su lengua dentro y fuera de mí, haciendo que el mundo entero se nublara.

- Por dios, Addison...no pares...- gemí, sabiendo que no iba a aguantar mucho más.

Aumentó su intensidad, manteniendo ese ritmo perfecto que me estaba llevando al borde del abismo. Empecé a respirar con dificultad, sintiendo cómo un cosquilleo subía por mi cuerpo, flexionando mis piernas y arqueando mi espalda, mientras gemía sin control, dejando que mi aliento se fuera en esos últimos suspiros de amor.

Dejó unos segundos de tiempo para que pudiera recuperarme y luego subió sobre mí para poder besarme. Abracé su cintura y acaricié esa perfecta piel de porcelana.

- Te amo, chiquita bonita - dije, repartiendo besitos por sus labios y su rostro.

- Y yo a tí, mi princesa rubia - agregó, de forma cursi y tierna, me la quiero comer a besos.

Narra Addison

Nos quedamos en ese sofá, teniendo sexo y dándonos mil besos hasta que recibimos una llamada que irrumpió nuestro nidito de amor. Empezamos a vestirnos y me tomé mi tiempo para contestar, era sólo Archer.

- Hola ¿Qué sucede? - pregunté, ya que mi hermano no suele llamar sin avisar.

- ¿No viste las noticias? Apelarán el caso de Derek para reducir su sentencia - anunció, haciendo que un escalofrío recorriera mi espalda.

- ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? - preguntó Mer, angustiada.

Busqué el control remoto y encendí la televisión para buscar el canal de noticias, no podía ser verdad.

- Archie, espera un momento ¿Sí? - dije, con mi voz temblorosa.

No tuve que buscar mucho, ya que uno de los principales canales de noticias estaba cubriendo el caso y dando información respecto a la liberación temprana de mi ex esposo.

"- Se está revisando el supuesto caso de maltrato hacia su ex esposa, los abogados trabajan en eliminar el cargo por el asesinato del bebé que esperaban juntos, ya que, según sus propias palabras, no hay forma de probar que él haya sido quien provocó el aborto de la doctora Addison Montgomery.

Ella contaba con problemas hormonales que pudieron haber causado un aborto espontáneo justo en ese momento de estrés, si es que no fue una estrategia suya para inculparlo de semejante atrocidad y tener una ventaja más en el divorcio y en el ojo público.

En caso de que la causa se elimine, él estaría libre en sólo unos meses debido a su colaboración y su buen comportamiento. Mientras tanto, sigue argumentando que él jamás hubiera hecho algo para dañar a su propio hijo y que sólo una obstetra experimentada podría acceder a esas cantidades de misoprostol...- "

No pude seguir escuchando esa mierda, así que apagué el televisor y colgué la llamada con mi hermano, estaba sudando frío, aguantando mis ganas de gritar y de lanzar todo por la maldita ventana.

- Maldito hijo de puta, debería estar muerto- exclamó Mer, enfurecida.

La situación fue demasiado para mí, mi estómago estaba revuelto, quería llorar pero apenas si podía respirar. Me levanté y fuí corriendo al baño para vomitar, ni mi mente ni mi cuerpo estaban asimilando bien todo ésto.

- Respira, toma un poco de aire - dijo Mer, acompañándome y dándole tiernas caricias a mi espalda mientras sostenía mi cabello.

- Está intentando culparme a mí por la muerte de mi bebé, Mer, no puedo respirar- lloré, sintiendo un peso enorme que caía sobre mi pecho.

- No va a lograrlo, no puede, sólo intenta torturarte - aseguró, abrazándome y dejando que me derrumbara sobre su regazo.

Nos quedamos en el suelo, abrazándonos mientras yo intentaba recuperar mi respiración a duras penas. Sentía que todo lo que pasó con Derek se estaba repitiendo una y otra vez en mi mente como un espiral interminable que me hacía sentir vacía e indefensa. Otra vez me está convirtiendo en su víctima...nunca dejará de atormentarme.

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Y el perro seguía y seguía...

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora