Compañeras de Vida

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Narra Addison

Ésta familia se vuelve cada vez más y más rara, ahora tenemos un gato, él ama a mis bebés y conviven mucho, me encanta que creen vínculos con animales desde una edad temprana. El problema es que Rosie lo sigue por todos lados, aún no sabe gatear pero quiere hacer todo lo que el gato hace, incluso atentando contra su propia vida.

- ¡Rosie! - gritó Mer, evitando que se lanzara por las escaleras.

Me quedé completamente helada...creo que hasta corté la leche que estaba bebiendo Frank de mi pecho.

- ¿Por qué esa bebé siempre intenta suicidarse? - pregunté, subiendo las escaleras para estar con ellas y calmar a Mer luego de semejante susto.

- No lo sé, pero creo que tendremos que recurrir a proteger ésta casa, Frankie es muy tranquilo...pero éste pequeño demonio va a matarnos de un infarto algún día - dijo, sujetando su pecho mientras la bebé reía como si nada hubiese pasado.

No queríamos tener que recurrir a poner protección en toda la casa, pero en verdad no esperábamos que uno de los gemelos fuera tan...explosivo. Son dos polos completamente opuestos, Frank es más tranquilo, es cariñoso con la gente que ama, le gusta estar en casa y vivir pegado a mis pechos...es literalmente igual a Meredith.

Por otro lado...está Rose, es explosiva, efusiva, cariñosa, caprichosa, hace rabietas, le gusta el sol, estar todo el tiempo en movimiento y es muy exigente, demasiado para una bebé de 8 meses.

Al menos desde que pusimos la protección infantil, ya no han ocurrido tantos accidentes, aunque a veces somos nosotras quienes tenemos que luchar contra los seguros anti-bebés.

- ¡Amor! Me quedé atrapada otra vez - exclamó Mer, luchando con las puertitas de rejas que pusimos en las escaleras.

- Ahora voy a rescatarte, bonita - dije, levantándome de la cama para darle unos besos.

Corrí hacia las escaleras y me miró con una tierna carita de pena.

- ¿Cuál es la contraseña? - pregunté, apoyándome en la pequeña puertita para provocarla.

- Tal vez sea ésta...- dijo, besándome lento - O ésta...- agregó, bajando sus manos a mi cintura y apretándola con suavidad.

- Los niños están dormidos...¿Qué tal si mejor bajamos? - propuse, mordiendo sus labios.

- Me encantas, mi pelirroja calenturienta - dijo, haciéndome reír en medio de los besos.

Abrí la puerta y bajamos juntas a paso ligero para llegar a esa linda habitación de huéspedes que tenemos en el piso de abajo, la cuál se volvió nuestro nidito de amor. Tomé su mano y la llevé para dejar que me arrojara a la cama, colmandome de besos húmedos que iban aumentando de nivel cada vez más, volviéndome loca.

- Quiero besitos...más abajo - pedí, acariciando su hermoso cabello rubio.

- Lo que pida mi princesa - dijo, bajando sus besos a mis pechos, haciéndome suspirar con ansias de sentirla aún más.

Apretó mi cintura y poco a poco fué quitando mi pantalón, mientras besaba mi abdomen, erizándome la piel.
Llegó a mis bragas, dándole besitos suaves y admirando mi gesto de deseo. Mordí mis labios a medida que ella bajaba mis bragas para empezar a pasar su lengua.

Mis gemidos fueron en aumento mientras ella aumentaba el ritmo de sus besos húmedos y profundos, succionando y presionando mi clítoris, haciendo que su lengua recorriera mi interior, entrando y saliendo.

Tomó mis caderas con ambas manos, apretándolas y acercándome a ella para ir más profundo, cada uno de sus movimientos está perfectamente planeado para hacerme estremecer, dejándome tendida en una nube de placer que inunda todo el cuarto.

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora