El Limbo

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Narra Addison

No pude volver a dormirme esa noche, tuve que vigilar a Mer para que no se ahogara o tuviera una reacción adversa a semejante ingesta de alcohol. También tenía que atender a mis bebés y...ahora resulta que también tenemos un gato, así que lo estuve cuidando. Me extraje un poco de leche materna y la puse en una pequeña jeringa para poder alimentarlo, aún es muy pequeño.

- ¿Mer te puso un nombre? Porque creo que tienes cara de Pablo - dije, mientras él tomaba toda la leche de la jeringa.

- Supongo que lo hablaré con ella cuando despierte...algún día - agregué, como si el animalito pudiera entenderme.

Lo dejé sobre un almohadón calentito para que no pasara frío, mientras yo me refugiaba bajo las sábanas, abrazando a mis bebés.

- ¿Compartirán su leche con el nuevo miembro de la familia? - les pregunté, besando sus cabecitas.

Ambos descansaron sobre mi pecho, aunque yo sólo me quedé acostada, vigilando que todos mis amores estuvieran a salvo.

Narra Meredith

Desperté con el dolor de cabeza más fuerte que haya sentido en toda mi vida. Apenas pude levantar la mirada y ver a Addison dejar una taza de café y unas pastillas en mi mesita de noche, aunque ni siquiera me miró.

- Amor...- murmuré, despertando de entre los muertos.

- Bebe eso, luego te darás una ducha - dijo cortante, buscando mi toalla.

- ¿Estás molesta? - pregunté, intentando incorporarme.

- Ya hablé con los demás para decirles que estás bien y que no irás a trabajar - dijo, ignorando mis palabras.

- Lo siento...no quise ser una carga - murmuré, tomando la taza de café en mis manos sin fuerza.

Ella suspiró y se sentó en la cama junto a mí.

- No eres una carga, pero me preocupaste demasiado, pudieron pasar muchas cosas horribles - dijo, suavizando su mirada.

- Entiendo...no quiero que estés molesta conmigo - dije, tomando las pastillas para poder dejar la taza y sujetar sus manos.

- No estoy molesta, ven aquí - dijo, envolviéndome con sus brazos.

La besé y ella apartó su rostro.

- Amor, sabes a alcohol etílico, mejor vé a darte un baño - dijo, riéndose un poco de mí.

- ¿Estoy castigada? - pregunté, a modo de broma.

- Sí, si lo estás, ahora vé a la ducha, para cuando salgas, los analgésicos ya habrán hecho efecto - dijo, con un tono firme, dejando mi toalla en mis manos y un beso sobre mi frente.

Llené la tina y me metí mientras se llenaba para dejar que el agua tibia se llevara todo el pesar de mi cuerpo...tal vez me relajé demasiado, porque caí en un sueño profundo.

Al abrir mis ojos, estaba flotando a mitad de un océano helado que parecía querer tragarme, mis manos congeladas no podían nadar hacia arriba y mis piernas no respondían, todo era pura oscuridad.

Narra Addison

Dejé a los bebés en sus pequeñas mecedoras automáticas para poder ver a Mer por un rato, esas cosas son el mejor invento del mundo.

Subí al cuarto y pude ver cómo un charco de agua mojaba el piso, expandiéndose más y más. Lo seguí, notando con terror que el agua venía del baño.

- ¿Mer? - dije, abriendo la puerta de golpe.

El baño entero estaba inundado, sólo una mano se asomaba por la tina, haciendo que mi corazón se rompiera y mi pecho se ahogara.

- No, no, no, mi amor, no - repetí, cerrando la llave y sacándola del agua con todas mis fuerzas.

- Aquí estoy, tranquila, vas a estar bien, estás conmigo - ella no respondía, ni siquiera tenía pulso, aquella escena del muelle se estaba repitiendo como un bucle de tortura.

Empecé a hacer compresiones y respiración de boca a boca para hacerla reaccionar...no puedo dejarla ir.

- MerMer...no estoy molesta contigo, lo digo en serio, por favor...no me gustan éstas bromas, Meredith, no volveré a ser distante contigo, vamos - rogué, llorando y haciendo todo lo posible para traerla de regreso, no podía aceptar no tenerla en mi vida, tiene que ser falso, una broma, una mentira.

- Tú eres mi princesa, no quiero que te vayas, prometiste que nos haríamos viejitas juntas, no rompemos las promesas en ésta familia...-

No podía llamar a una ambulancia, el teléfono estaba abajo y si dejaba de intentarlo, ella iba a morir...su vida está en mis manos.

Narra Meredith

Estaba en una especie de limbo, sentada en mi cama, viendo todo el suelo mojado y una figura misteriosa parada en la puerta.

Ella se acercó a mí, con una forma de caminar que era imposible de confundir.

- ¿Mamá? -

- Veo que las cosas que querías decirme en vida te siguen ahogando...¿Qué te detiene?- preguntó, con ese aura de malas intenciones.

- ¿Ahora mismo? No lo sé, tal vez siento que no vale la pena decirte ahora todo lo que no te pude decir cuando estabas viva - dije, encogiendo mis hombros.

- Si no lo sueltas, no podrás regresar, Meredith -

- ¿Y a tí desde cuándo te importa mi vida? - pregunté, molesta.

- Quiero hacer un único acto bueno por mi propia hija, no puedo seguir en el vacío, quiero irme - dijo, suplicando por mí ayuda para trascender.

Me acerqué lentamente hacia la puerta del baño, para ver cómo Addie lloraba, sosteniendo mi cuerpo inmóvil y rogando por verme abrir los ojos...no puede hacerle eso, quiero estar con ella.

- Tú ganas, lo dejaré ir - dije, suspirando y mirando a los ojos fríos de mi madre.

- Adelante -

- Nunca me sentí a salvo estando contigo, intentaste suicidarte en mi cara cuando era sólo una niña, me abandonaste, me humillaste y diste todo para impedir que yo fuera felíz. Me presionaste, haciéndome sentir poca cosa y quisiste lastimar a mi novia y a mis hijos, ayudaste a un asesino antes que a tu propia hija...saber que moriste fue un alivio para mí, mis hijos jamás te conocerán como una abuela y haré todo lo posible para que mi apellido ya no se relacione contigo, tendré mis méritos, me aclamarán a mí, ya no seré tu maldita sombra - grité, sintiendo que mi garganta se rompía.

Ella me abrazó, se sintió demasiado real, fue extraño e inesperado.

- Perdóname, mi niña, no puedo irme sin tu perdón - dijo, acariciando mi cabello como nunca lo había hecho.

No quería hacerlo, quería que se quedara en el maldito limbo para siempre...pero si no la dejo ir en paz, yo no volveré a ver a mi alma gemela...debo hacer ésto por ella.

- Yo...te perdono, mamá - dije, sintiendo que un peso gigante se levantaba de mi pecho.

Ella empezó a desvanecerse, mientras sus manos limpiaban mis lágrimas.

- Vé con ella, respira profundo y déjate caer ¿Entiendes? - dijo, dándome ese último consejo antes de desaparecer.

Me quedé sola, escuchando los llantos de dolor de Addison llenando el vacío, haciéndome pedazos. No sé si sea tan sencillo como eso...sólo ir hacia ella y dejarme caer, suena tonto, pero no tengo a dónde más ir, tendré que arriesgarme.

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Perdoncito 🥺

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora