Calentura

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Narra Meredith

Hubiera amado con mi vida entera quedarme toda la noche pegada a ella, acariciándola, sintiéndola y amándola...pero somos mamás ahora, así que tenemos otras prioridades.

- Ahora me da un poco de pena ir vestida de diablita sexy para buscar a mis gemelos en la guardería - dijo Addie mientras volvía a ponerse su traje.

- Pensarán que eres una mamá cool - bromeé, sacándole una sonrisa que dejó caer en mis labios, me encanta verla así, me encanta sentir su sonrisa sobre mi boca, me encanta todo de ella.

Todo se le ve demasiado hermoso, por poco vuelvo a caer cuando ella me pidió que ajustara su corset...es irresistible. Tomé su mano y caminamos juntas por los pasillos casi vacíos, me siento como una princesa a su lado, sólo ella logra hacerme sentir así.

- Eres como mi noviecita de la secundaria - jugué, moviendo nuestras manos en un vaivén de alegría.

- ¿Tuviste otras novias acaso? - preguntó, arqueando una ceja de modo desafiante.

- No...sólo tú, mi amor - dije, robándole unos besitos melosos mientras ella intentaba caminar.

- Eso espero...porque eres sólo mía, mi princesa rubia - dijo, sujetando mi rostro y besándome con pasión, pegándome a una pared y haciéndome suspirar.

Levantó mi pierna, acariciando y apretando mi muslo, como si no estuviéramos a mitad del hospital.

- ¿Ustedes no tendrían que estar cuidando a dos bebés? - preguntó la doctora Bailey, quien estaba atendiendo una guardia nocturna.

- ¡Cierto! Los bebés, vámonos Meeerr - dijo, tirando de mi brazo como si yo hubiera sido la que se calentó con unos cuántos besos.

Corrimos hacia la guardería, que estaba a punto de cerrar. Una enfermera cargaba a nuestros bebés que no dejaban de llorar desconsolados.

- Aquí estoy, aquí estoy, mamá se distrajo un poco, lo siento, mis angelitos - dijo, Addie, alzando a ambos en sus brazos y llenándolos de besos.

- Lamento la demora, gracias por quedarse aquí con ellos - le dije a la enfermera mientras cargaba con los bolsos de mis bebés.

- Doctoras, debimos cerrar hace una hora, espero que no se repita - dijo cortante, dando media vuelta y dejándonos allí.

Addie me miró con un gesto gracioso, sabiendo que la mujer tenía razón y que habíamos metido la pata. Me reí con ella y fuí a saludar a mis lindos conejitos de halloween.

- Se ven adorables, son hermosos como tú, mi amor - dijo, admirando sus orejitas y su ropita con zanahorias.

- Son la combinación perfecta de ambas ¡Y yo no puse nada! - exclamé, haciéndola reír.

- Es cierto...ellos son como tú, y amo demasiado eso - me besó y eso hizo chillar a Rosie.

- ¡Hey! Pequeña celosa - dije, dándole besitos, pero sólo volvió a chillar, estaba hambrienta y cansada.

Frank se lo tomó con más calma, estaba cansado y su única solución para el hambre era chupar su propia mano como si fuera la bubi de mamá.

- Le avisaré a Cristina que no iremos al bar- dije, cargando a la bebé para aliviar su peso y caminando hacia la salida.

- Creo que ya saben que no iremos, amor - dijo Addie, besando mi hombro mientras caminábamos.

Debo admitirlo, tiene toda la razón, pasamos tres horas teniendo sexo en esa oficina, estoy segura de que la fiesta ya empezó e incluso terminó. Subimos al auto y nos fuimos a casa, cantándoles canciones a los pequeños con letras reinventadas, adoro escuchar la risa de mi novia cuando se me ocurren esas cosas.

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora