Mamás de Tiempo Completo

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Narra Addison

Fuí al funeral de Fran sin saber cómo sentirme en realidad, había pasado más de 20 años sin verlo ni saber nada sobre él, y al reencontrarnos fue como si no hubiéramos envejecido ni un día desde ese mágico verano. Se convirtió en mi amigo y dió su vida por mis hijos...siento que jamás podré pagarle por eso.

- ¿Te sientes bien? - preguntó Mer, apoyando su cabeza en mi hombro.

- Sí...creo que iré a despedirme así podemos regresar al departamento, necesito descansar - dije, besando su cabeza, su compañía me da demasiada paz.

Me acerqué a su ataúd con el cochecito de mis bebés, quería que él viera que ambos estaban bien, él logró eso después de todo.

- Merci pour tout, vieil ami - dije, acariciando su mano a modo de despedida.

Todos me estaban mirando demasiado, como si yo fuera la culpable de su muerte, o tal vez es sólo mi desequilibrio hormonal post-parto que me hace ser paranoica, realmente no lo sé.

- Félicitations, vos bébés sont magnifiques- dijo una mujer, al verme llorar mientras conversaba con mi viejo amigo en voz baja.

- Gracias...él les salvó la vida - dije, mientras mis pequeños se estiraban, despertando de esa pequeña siesta.

- Siempre supimos que moriría ayudando a alguien más...me alegra saber que gracias a él, éstas dos criaturitas pueden vivir - dijo, admirando a mis gemelos mientras una lágrima caía por su mejilla.

- La pequeña se llama Rose, y él...se llama Francesco - comenté, haciendo que sus ojos se iluminaran.

- Gracias por eso, linda - dijo, dándome un fuerte abrazo.

- Es lo mínimo que podía hacer, fué un gran amigo - dije, pensando en todos y cada uno de nuestros momentos juntos.

- Oh, lo lamento, no te dije nada, yo soy su madre, estoy segura de que nunca te habló de mí, él se crió con su abuelo, pero...de algún modo, logré recuperarlo hace poco más de diez años...no creí que volvería a perderlo tan pronto - dijo, rompiendo en un llanto de dolor.

Tuve la intención de seguir consolandola, pero tantas emociones hicieron que mis pechos empezaran a gotear.

- Él estaría felíz de tenerla aquí - dije, sobando su brazo a modo de despedida.

- Espera...puedes quedarte, habrá una recepción y...- se detuvo al notar que mi blusa se estaba empapando en leche.

- ¡Oh! Querida, lo siento, no quise ponerte tan sentimental, puedes amamantar aquí si quieres, somos una familia abierta y respetuosa - dijo, con mucha amabilidad.

- En realidad, prefiero irme, mis bebés apenas tienen un día de nacidos y no quiero exponerlos a tanta gente aún - dije, justo cuando ellos empezaron a llorar.

- ¡Claro! Discúlpame, no sé en qué estaba pensando, vé tranquila, sé que él estaría muy agradecido con tu visita - dijo, sobando mi hombro y dejándome ir.

- Antes de que preguntes, aquí tengo un sostén de lactancia seco, hay una blusa limpia en el auto y te traje bocadillos para que repongas energías - dijo Mer, siendo mi salvavidas

- Hazme otros dos bebés ahora mismo - dije, besándola y riendo en voz baja, soy demasiado afortunada.

- Atrevida - bromeó, dándome más besitos y ayudándome a calmar el llanto de los bebés.

- La vida es confusa ¿No crees? - pregunté, dándole un último vistazo a aquel funeral.

- Lo es...pero es más linda contigo - dijo, sin quitar esa hermosa mirada de mí, como si no existiera nadie más en el mundo, al menos no para ella.

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora