Sólo Amigas

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Narra Meredith

Abandonamos la clínica a toda prisa, huyendo del lugar para festejar nuestro pronto regreso a Seattle de la mejor manera. Esa noche, tuvimos sexo hasta las cinco de la madrugada, había algo en nosotras prendiéndose fuego, por más que nuestros cuerpos no resistían, nosotras queríamos más y más.

- Mer...creo que me está dando un calambre- dijo, mientras cabalgaba sobre mis piernas con mis dedos entrando y saliendo de su interior.

- ¿Quieres que pare? - pregunté, viendo su gesto de dolor.

- No, no...sólo ratito más - dijo, sin dejar de mover sus caderas como un exquisito baile.

La sujeté y la embestí con más fuerza, dejando que sus últimas gotas de energía se fueran en ese orgasmo increíble, amo hacerla sentir así.

- ¡Auch! Si es un calambre, me duele - dijo, separándose de mí, dejando mis dedos y mi regazo empapados con sus fluidos.

- ¿En dónde es? Puedo darte un masaje - dije, acariciando su pierna.

- Es en mi muslo, creo que hice un mal movimiento - se quejó, dejando que mis manos mágicas se hicieran cargo.

Estiré y masajeé su músculo, ejerciendo un poco de presión para que pudiera relajarse, está en muy buenas manos.

- ¿Está mejor? - pregunté, sobando su muslo con cariño.

- Sí, bastante, iré por un poco de hielo para que no se inflame - dijo, levantándose y caminando gracioso.

- Qué linda, pareces un pingüino - reí, muriendo de ternura.

- Cierra la boca o te dejaré sin sexo por una semana - me amenazó, haciéndome reír aún más.

- No puedes amenazarme con eso, no somos pareja, no somos nada - dije, para pelear un poco con ella.

- Pues, según yo, somos algo parecido, así que sí puedo amenazarte con eso - afirmó, haciéndome gestos burlones y colocando su mano en su cintura para verse más amenazante.

Le robé unos cuántos besitos y la acompañé a buscar hielo para su calambre, a éste paso, sólo va a lograr que me enamore perdidamente de ella.

Narra Addison

Mer cree que estoy siendo un poco impulsiva, pero yo creo que estoy haciendo lo correcto, a partir de ahora, sólo voy a enfocarme en mi felicidad.

Con el pasar de los días, renuncié formalmente a mi trabajo en Los Ángeles y compré boletos para viajar a Seattle esta misma noche, principalmente porque quiero tener tiempo, necesito hablar con Richard y poder tener un empleo estable lo antes posible ya que...acabo de renunciar a mi único trabajo.

- ¿Por qué tienes cuatro bolsas distintas para un sólo viaje? - preguntó Mer, mientras me ayudaba con mi equipaje.

- En la pequeña sólo entran mis labiales, la grande es para guardar de todo un poco, la rosa es para cosas importantes y la última es demasiado linda y quiero que me vean con ella en el aeropuerto - contesté, dándole un propósito a cada uno de mis hermosos bolsos.

- Voy a fingir que eso tiene sentido, pero sólo porque somos amigas - dijo, guardando mi ropa con mucha delicadeza...no sé por qué esa palabra me resulta tan hiriente viniendo de ella, pero supongo que tiene razón, sólo somos amigas.

Le dí un besito rápido para quitarme las ganas y luego seguí metiendo cosas en mis maletas, necesito dejar mi adicción a las compras, no es nada saludable para mí espalda tener que cargar con todo.

Pasé a despedirme de mis amigos esa misma tarde, ellos no terminaban de entender mis motivos para dejar mi nueva vida en Los Ángeles por la fría y lluviosa ciudad de Seattle, pero me apoyaron de todos modos. Amelia y Archer, por otro lado, entendían perfectamente lo que yo buscaba y lo que necesitaba, así que sólo procuraron darme muchos abrazos y desearme lo mejor, los amo muchísimo.

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora