Al Otro Lado Del Mundo

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Narra Addison

Dormimos como dos angelitos luego de nuestro encuentro fugaz en el baño. La azafata nos miró con enfado durante el resto del vuelo, pero no me importó, mi mano aún olía a ella, aún podía escucharla suspirar en mi oído y cada sonido que salió de su boca se quedó grabado en mi mente.

Me desperté luego de varias horas de sueño profundo, Fran estaba levantado y tenía muchas ganas de ir al baño.

- Quiero hacer pipí - dijo, rogando que lo llevara al baño.

- Ahora vamos, mi amor, primero dejaré a Mía con tu mami - dije, acercando a mi hermosa bebé de seis meses al asiento del frente para que su mamá la cuidara.

- Luego te tocará a tí tener a los dos bebés, ya no siento mi brazo derecho - se quejó mi novia, con ambos pequeñitos en brazos.

- También quiero hacer pipí - dijo Rosie, frotando sus ojitos somnolientos.

- Ven, iremos los tres - dije extendiendo mi mano para ayudarla a bajar del asiento.

Tomé a ambos de sus manitas y los acompañé hasta el baño, aprovechando para usarlo también. Lavaron muy bien sus manos y al salir, empezaron a saludar a los demás pasajeros del avión.

- ¡Hola! Me llamó Rose ¿Qué es eso que tiene en el cuello? - dijo esa tierna vocecita, intentando conversar con una señora de unos 60 años o más.

- Hola, Rose, soy Martha, y ésta es una almohada de viaje, es para que no me duela el cuello - explicó la mujer, con mucha amabilidad.

- Aaahh...creo que necesito una - dijo mi niña, sobando su cuello.

- Ahora no traigo una extra, pero puedes usar una manta para hacer tu propia almohada de cuello ¿Quieres que te enseñe cómo? - propuso la señora, quién parecía haberse enamorado de mi rayito de sol.

- ¡Siii! Mamá ¿Puedo usar mi mantita para hacer una almohada de cuello? - preguntó, con sus ojitos llenos de luz.

- Claro que sí, ahora te la alcanzo - dije, compartiendo una sonrisa con la mujer.

Le dí su manta y regresé a mi asiento sin dejar de vigilarla. Mer me dió a los bebés y Frank se quedó con ella jugando a las palmaditas. Rosie es demasiado sociable, ella siempre hace amigos en todas partes, confía mucho en las personas y siempre les levanta el ánimo.

- ¡Te quedó muy bien! ¿Por qué no la pruebas? -

- Me acostaré en el piso para probarla - respondió ella, acostándose a mitad del camino para usar su almohada.

- Rosie, levántate, acabas de lavarte las manos, el piso está sucio - dije, luego de que ella festejara el éxito de su creación.

- Eztá bien, lo probaré en mi asiento ¡Gracias, Martha! - exclamó, corriendo hacia mí para darme un abrazo y ocupar el lugar de su hermano.

- ¿Vas a dormir otra vez? En menos de una hora tendremos que aterrizar - dije, picando su pancita.

- Tengo sueño, voy a dormir - dijo, fingiendo quedarse dormida a los pocos segundos.

- Mmmm...permíteme dudar - dije, adelantando un poco mi torso para llegar a tocar el hombro de Mer.

- Mi amor ¿Tú crees que está dormida? - pregunté, haciéndole un guiño.

- No lo sé, yo la veo muy sonriente como para estar dormida - dijo ella, estirando su brazo para hacerle cosquillas.

Rosie empezó a reír y Frank se unió al ataque de cosquillas, lo cuál terminó ocasionando una pelea en la que ambos se golpearon. Rosie pateó a Frank en el ojo y él la empujó haciéndola caer, ambos se molestaron y empezaron a llorar.

Destinadas // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora