Capítulo LXXII

378 37 13
                                    

Condujo más allá de su casa y de la mía. Al principio no entendía de qué se trataba pero en cuanto vi la ruta y el camino que tomaba, entendí todo.

-Ven conmigo.- Murmuró tirando de mi mano hasta que quedé pegada a él. -Espero no te moleste pasar la noche aquí.- Negué con la cabeza y caminé detrás de él, en la penumbra de la noche, por el camino que comenzaba a recordar.

La noche estaba despejada pero no fría. El olor de la tierra fresca inundaba mi nariz y el olor de su perfume, que se sentía a ratos, dilataba mis pupilas.

-Cierra los ojos.- Dijo guiándome con sus manos en mi cintura. -No los abras.- Estábamos frente a la cabaña y sentí el rechinido de la puerta que se abría.

-¿Qué ocurre?- Pregunté riendo. Me ayudó a caminar dentro de la misma y murmuró.

-Abrelos.- Susurró en mi oído, parado detrás mío.

Decir que me morí de amor era poco, admito que nunca me gustaron las cursilerías pero viniendo de él, no podía no causarme ternura. El pequeño espacio se encontraba alumbrado con velas y la cama estaba toda adornada con lienzos de seda blanca. Sobre la cama había unas rosas y unos chocolates, era una decoración sencilla pero el detalle era muy bonito.

-¿Te gusta?- Sonrió sonrojado.

-Nunca, jamás, habían hecho algo así para mí.- Murmuré fascinada. -Es... Perfecto.-

-Sé que no te gustan este tipo de cosas pero...- Me abalancé sobre él y lo besé. Estaba feliz, me sentía nerviosa y emocionada cual adolescente en su primera cita. Me correspondió con sus labios suaves, no me besaban de una manera brusca, como antes, sino suave y sensual, como si quisiera tomarse su tiempo para explorar cada centímetro de mi boca... Y lo estaba haciendo.

-Te amo.- Dije sobre sus labios.

-Yo también, nena.- Sus manos pasaron a mi cintura y acariciaron mi piel sobre la tela de algodón de mi vestido. Su toque era suave y adictivo.

Comenzamos a caminar, con nuestros labios aún pegados, hasta llegar a la cama en la cual después de poner los chocolates y las flores en la mesa, nos acostamos. Seguíamos besándonos sin pudor y cada vez que nuestros labios se unían, el calor en la habitación aumentaba. Sus labios bajaron a mi cuello y sus manos subieron a mis pechos, mi vestido cada vez cubría menos piel y mi piel se erizaba constantemente por el contacto con la suya.

Por mi parte, le saqué la camiseta y despeiné su cabello. Cada beso que me daba era único, delicioso y adictivo como todo su ser. Se arrodilló frente a mí y me acarició las piernas despacio, subiendo poco a poco por los tobillos hasta llegar a mis muslos y acariciar la cara interna de los mismos con sus pulgares. Su mirada, clavada en mí, llena de deseo, me dejaba completamente al desnudo y me intimidaba.

Retiró mis bragas delicadamente y me besó mientras acariciaba mi femineidad con uno de sus pulgares.

-Cumpliste tu promesa.- Murmuró sonriendo mientras mordía su labio inferior. Fruncí el ceño.

-¿Cuál promesa?-

-Me dejaste amarte... Y lo sigues haciendo.- Sonreí.

-Eres un maldito romántico, Baker.-

-Y tú, eres una maldita arruina momentos románticos, Summers.- Se posicionó encima mio, sosteniendo su peso con sus brazos. -Y, aún así, te amo.-

-¡Yo también, maldición!- Exclamé y lo besé fervientemente. "Al carajo la delicadeza." Pensé.

***

Cada noche que pasaba con él amanecía como nueva, no sólo por el hecho de que quemábamos calorías toda la noche sino porque el dormir con él me generaba una paz extraordinaria. Me sentía protegida, segura y completa. Me estaba volviendo Zackyhólica y no podía, ni quería, hacer nada por evitarlo.

El molesto sonido de su móvil me sacó de mis sueños el cual, unos minutos después, cesó.

-Nena, es hora de levantarse.- Susurró sobre mi mejilla. Acto seguido, depositó un corto beso sobre la misma.

-Unos minutos más...- Murmuré cubriendo mi cabeza con la almohada. En ese momento sentí algo frío y mojado bajando por el medio de mi espalda. Grité y comenzó a reír. -¡¿Qué mierda fue eso?!-

-Mi lengua.- Dijo travieso.

-Acabas de arruinar mi poco humor matutino, Baker...- Bufé y me senté en la cama, cubriéndome con la sábana. -¿Qué hora es?-

-Hora de que nos vayamos.- Hice un puchero.

-No me quiero ir.- Me crucé de brazos en modo de berrinche.

-Yo tampoco pero habrá mucho tiempo para estar juntos durante la gira.- Besó mis labios y luego mi cuello. 

Dirty Little Secret... Who has to know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora