Capítulo LXXXIX

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Sí, acepté; aunque no supe muy bien por qué pero lo hice. Caminaba tranquilo a mi lado, observándome curioso de vez en cuando. Yo me limitaba a caminar en silencio mientras aspiraba ese delicioso perfume que desprendía su chaqueta y quizás soltaba algún que otro suspiro de angustia.

-¿Estás mejor?- Asentí.

-Sí, gracias de nuevo.- "De nuevo ese silencio incómodo ¡Maldición!" Pensé.

-¿Quieres contarme qué ocurrió?- Negué con la cabeza.

-Voy a volverme loca.- Dije riendo irónicamente. -¿Por qué no podías dormir?-

-Uhh...- Suspiró y se rascó la cabeza. -Tuve una pelea con mi hermano.-

-Se enteró que Gena y tú...-

-Se lo dijiste.- Sentenció serio. Automáticamente mis mejillas se tiñeron de rojo.

-Lo hice, pero...-

-Lo merecía.- Dijo encogiéndose de hombros. Lo miré perpleja. Definitivamente esa no era la reacción que esperaba, Zack no era sumiso y mucho menos cuando cometía un error. -Finalmente lo perdí todo, y no fue nada menos que mi culpa.- Una sensación de culpa me contrajo las entrañas hasta el punto de causarme náuseas. Llegué a pensar que quizás había sido absurdo dejarlo y que debía perdonarlo porque, después de todo, no había sido culpa suya sino de Gena.

"Está especulando." Me dijo mi malvado y orgulloso subconsciente.

-No hagas eso.- Murmuré recelosa.

-¿Qué cosa?-

-Estás jugando con mi mente, deja de hacerlo.-

-No estoy haciendo nada.- Sonrió de lado y se acercó. -Puedo jugar contigo si eso quieres.- Acarició mi brazo delicadamente con la yema de sus dedos haciéndome estremecer. -¿Lo ves?-

-¡Ya para!- Grité y me alejé de él.

-Eres tan hermosa cuando te enojas.- Me sonrojé nuevamente y desvié la vista.

-Deja de hacerlo, no estoy jugando.-

-¿O qué?-

-O... Te golpearé tan fuerte en las pelotas que no recordarás ni tu nombre.- Soltó una carcajada y alzó una ceja.

-Ya no lo recuerdo. ¿Cuál era?- Rodé mis ojos y se acercó. -Dí mi nombre.- Murmuró y sus manos me acercaron a él por la cintura. -Dilo, amor.- Susurró mirándome a los ojos y después a los labios..

-No lo haré.- Quise alejarme nuevamente pero me detuvo.

-Al demonio.- Sus labios impactaron contra los mios produciendo un choque eléctrico en todo mi cuerpo. Quise resistirme y separarme pero, muy dentro mío, quería desesperadamente que lo hiciera.

Su boca se abrió junto con la mía y nuestras lenguas se rozaron haciéndolo soltar un gruñido grave y áspero. Su boca se movía despacio sobre la mía como si estuviera explorándola, conociéndola por primera vez... Pero seguía saliéndose con la suya y no debía ser así.

-No.- Susurró con los ojos cerrados cuando me separé. -Por favor, nena.-

-Por favor tú, Zack. Deja de manipularme.-

-¡Te amo! ¿Cuándo vas a entender eso?-

-¡Yo también te amo! ¡Maldición!-

-¿Entonces cuál es el problema? ¡Deberías estar en mi cama, desnuda, abrazada a mí mientras te hago el amor, no llorando sola y con un ataque de pánico!- Mis ojos se llenaron de lágrimas. -¡No! ¡Nena, lo lamento!- Sostuvo mi rostro entre sus manos. -Ya no llores amor, odio cuando lloras.-

-Es que es tan difícil... ¡De veras quiero perdonarte! ¡Créeme!- La angustia ahogaba mi voz, estaba cansada de llorar pero las lágrimas salían sin esfuerzo.

-¡Entonces hazlo!-

-No puedo.- Acaricié su mejilla. -Debes entenderlo.-

-No quiero entenderlo, Jenna, no puedo hacerlo.- Suspiró y se peinó el cabello con sus dedos. Estaba perdiendo la paciencia e, incluso, sus ojos se cristalizaron.

-Quiero estar contigo, nena. ¿Por qué no puedes perdonarme?- Era la primera vez en mucho tiempo que lo veía llorar y me partía el corazón. -¿Qué acaso no quieres estar conmigo?- Cada lágrima que caía de esos hermosos ojos verdes me hacía agonizar de dolor.


-Por supuesto que quiero estar contigo, Zack.-

-¡Entonces perdóname! Por favor, amor... Ya no lo soporto.- Acarició mis mejillas y mis labios con su pulgar. -Haré lo que sea para que confíes en mí.-

-Zack...-

-Por favor, dame una última oportunidad. Si sale mal, te prometo no volver a aparecer en tu vida, te dejaré ser feliz, pero no permitas que el miedo nos separe... Te amo y sé que me amas, lo nuestro no ha muerto nena, no aún.-

****

-¿Qué debo hacer?- Pregunté mirando el techo. Una vez más, Bert y yo jugábamos al psicólogo; esta vez tenía mi cabeza apoyada sobre sus piernas y él acariciaba mi cabello en silencio.

-Se supone que debo ser objetivo pero...-

-¿Pero?-

-Se nota que te quiere.-

-Quiero perdonarlo pero tengo miedo de que vuelva a ocurrir. Es decir, ya ocurrió incluso cuando me juró que no lo volvería a hacer.-

-Te olvidas de un pequeño detalle, cariño... Gena lo drogó y se acostó con él. Dudo que él, estando sobrio, lo hubiera hecho.- Suspiré.

-Espero tengas razón.-

Dirty Little Secret... Who has to know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora