Capítulo LXXXII

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Bert no tardó ni diez minutos en llegar a mi casa, de hecho, llegó y a los pocos segundos llegó la policía y los paramédicos.

-¡Aqui estoy pequeña!- Exclamó abrazándome en cuanto abrí la puerta. Yo no podía moverme. -¿Dónde?- Preguntó. -Mírame, Jenna.- Levantó mi rostro. -¿Dónde está?-

-Arriba.- Murmuré.

Mi cerebro trataba de procesar todo, simplemente no podía pensar. Los policías se abrieron paso junto con un equipo forense y subieron las escaleras. En ese momento salí corriendo y grité para que se detengan.

-¡No deben entrar ahí, está dormida! ¡No le gusta que la molesten cuando duerme!- Volví a su habitación y vi cómo la bajaban. -¡Déjenla! ¿Qué hacen?- Grité. Estaba histérica. -¡Déjenla!- Unos brazos me sujetaron por detrás y me sacaron de la habitación. -¡No la despierten! ¡Dejenla! ¡Es mi prima!-

-¡Jenna! ¡Jenna!- Gritó Bert abrazándome.

-¡Marie!- Seguía insistiendo para entrar. -¡La despertarán, haz algo! ¡Se molestará! ¡Odia que la despierten!- Todo me aturdía. -¡Dejame ir con ella, por favor!- Mi forcejeo se había suavizado y Bert me estrechó en sus brazos.

-Pequeña cuánto lo siento.- Exclamó con sus ojos vidriosos.

-¿Qué dirán mamá y papá cuando se enteren?- Murmuré sorbiéndome la nariz.

-De eso me encargaré yo.- Dijo abrazándome. -Vamos afuera.-

-No quiero, quiero verla... Hay tanto que no le dije.- La angustia me estaba consumiendo viva. En ese momento la sacaron en una camilla, envuelta en una bolsa con cierre. -¿Qué hacen? ¿A dónde van con mi prima?-

-Jenna...-

-¡¿A dónde se la llevan?! ¡Traiganla!- Grité y me separé de Bert. -¡Marie! ¡Marie, vuelve!- Bajé las escaleras y tropecé en el último escalón. -¡No se la lleven, ella no debe estar ahí!- Me dolía la garganta sobremanera pero no podía parar de gritar.

-Jenna, cariño, ya para.- Bert me levantó del suelo y me sujetó del rostro. -Calma, deben llevarla. Ella... Ya no está.- En ese momento los paramédicos entraron.

-No, eso no es cierto. ¿Por qué me mientes?- Me miró con una expresión de dolor. -No mientas, Bert.- Rompí a llorar. -No mientas.- Negó con la cabeza y me abrazó.

-Ella se fue, cariño. Se fue.-

-No... ¡No!- Grité y me agarré la cabeza con ambas manos. -¡No, Marie no!.. ¡Mi hermanita! ¡Ella no!- Estaba desesperada, era como si tuviera un hueco en mi pecho y se estuviese haciendo más grande.

-Jenna, pequeña...- Dijo Bert. -Debo decirles.- Asentí y las lágrimas siguieron saliendo.

-Ya puedo despertar, quiero hacerlo.- Sus brazos rodearon mi espalda y me pegaron a él en una actitud sobreprotectora. -Hazme despertar, Bert.- Dije contra su pecho.

-Ojalá pudiera mi niña.- Esas dos últimas palabras se clavaron en mí como dagas.

-¿Por qué todo lo que amo me abandona?- Él seguía en silencio. -Quiero... Necesito...- Me detuve. Jamás había necesitado tanto a Zacky como lo necesitaba en ese momento.

-Llamaré a tus padres.- Negué con la cabeza.

-Yo lo haré.-

****

Mi llanto por el momento había cesado, ya me había encargado de llorar en cuanto le dije a mis padres; esa fue una de las cosas más difíciles de afrontar, excepto por el funeral. Ver a todos llorando a mi difunta prima me partió el corazón; cuando llegaron los chicos, la escena que vi me asombró por completo: Brian estaba destruído, no paraba de llorar mientras Emilie lo abrazaba. "Oh por Dios... ¡Era ella!" Me aparté del lado de mis padres y de Bert, me acerqué a él y, sin pensarlo, lo abracé.

-¿Lo sabía?- Murmuré. Negó con la cabeza y me correspondió el abrazo, acariciando mi cabello.

-No pude decirle.- Susurró mientras sorbía su nariz.

-Oh Brian...- Mis gafas oscuras no dejaban ver lo ojerosa y demacrada que estaba pero las lágrimas seguían cayendo en silencio.

La situación se puso peor en cuanto lo vi llegar con James; estaba tan cambiado, estaba robusto, tenía barba y su mirada no irradiaba ningún tipo de picardía, felicidad o seguridad como antes. Se limitó a mirar hacia el ataúd, serio, como si no existiera nada más que eso, hasta que el padre terminó de dar el sermón y el ataúd comenzó a bajar. Yo seguía abrazada a Brian, escondí mi rostro en su pecho y la angustia me invadió otra vez, mientras la despedía en silencio por última vez.

"Adios hermanita, no me olvides, te amaré por siempre."

****

Luego del funeral, se hizo una pequeña reunión en mi casa, todos se acercaron a saludarme y a ofrecerme sus condolencias, todos menos él. Estaba con sus padres, hablando seriamente y rara vez dirigía su mirada hacia mí.

Me sentí culpable, quizás él había sufrido tanto como yo o peor. "Te engañó y lo sabes" Me dijo mi subconsciente.

El timbre sonó y, como estaba cerca, fui a abrir la puerta pero me arrepentí de inmediato. Matthew y Gena estaban parados frente a mí.

-¿Qué hacen aquí?- Pregunté sin poder creerlo.

-Lamento lo que le pasó a tu prima.- Asentí y se acercó a la entrada con la rubia colgada de su brazo. Puse mi mano frente a ellos.

-Tú no entras, ni en mi casa, ni en mi vida.-

-Jenna, es mi novia, por Dios, corta con eso.-

-Agradece que te deje entrar a tí; largo de mi propiedad, oxigenada.- Se sostuvo fuerte del brazo de Matthew y me miró desafiante.

-Matt por el amor de Dios, ya para.- Una voz masculina, que conocía mejor que a ninguna otra, se escuchó a mis espaldas. -Ten un poco de dignidad y de respeto por tu difunta ex novia. No seas imbecil.- No me pude voltear pero sabía que estaba muy cerca mio; podía sentir su perfume y me temblaba el cuerpo. -¿Sabes qué es lo peor?- Siguió. -Que esa chica te amaba, a pesar de que fuiste una mierda con ella innumerables veces, ella daba todo por tí, hasta su último aliento. Así que respeta su casa o vete con la idiota operada que tienes al lado.- Gena hizo un gesto de ofendimiento y quiso objetar pero él la detuvo. -¿Quieres cerrar la boca? Tus quejas y amenazas ya no sirven de nada, ya ni siquiera me provocas pena, o asco... Nada.- Su voz continuaba inexpresiva pero el filo de sus palabras dejaba en evidencia lo poco grata que le parecía su presencia. Cuando se fueron, se alejó de la puerta y finalmente obtuve el valor suficiente para hablarle.

-Gracias.- Dije. Se encogió de hombros, dándome la espalda y siguió caminando pero tomé su mano y se detuvo. -De veras, gracias Zack.-

Dirty Little Secret... Who has to know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora