Capítulo XCIII

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-Jenna...- Me sacudió despacio. -Jenna, despierta.- Negué con la cabeza y cerré los ojos con fuerza.

-Estoy dormida.-

-No me hagas despertarte.- Amenazó. Abrí un ojo apenas y vi su sonrisa de maldad; acto seguido, me escondí bajo las sábanas. -Tú te lo buscaste.- Se tumbó encima mío y comenzó a hacerme cosquillas.

-¡No! ¡Para ya!-

-¡Jamás!-

-¡Ya desperté! ¡Ya desperté!- Salió de encima mío y descubrió mi rostro.

-Buenos días, nena.- Sonreí mientras sentía sus suaves labios sobre los míos.

-Buenos días.- Me levante y bajé a hacer el desayuno. Hacía cuatro meses que había aceptado darle otra oportunidad y, hasta el momento, no me había decepcionado. Zacky había cambiado radicalmente de actitud, conmigo y con los demás, lo cual era algo bueno.

Mis padres se habían ido a trabajar temprano, como usualmente lo hacían, así que él se quedaba conmigo cada vez que podía. Ellos apenas me dirigían la palabra; no los juzgaba, era duro para ellos verme y que ella no estuviese, sobretodo para papá; quien sentía una culpa enorme. En cuanto a los ataques de pánico, cada vez eran menos frecuentes; pero siempre que aparecía alguno, ahí estaba Zacky para contenerme.

-¿Estás lista?- Preguntó mientras ajustaba su corbata de moño, la cual lo hacía ver adorable.

-Jamás lo estuve y jamás lo estaré.- Suspiré y me puse un abrigo. A pesar de que el invierno estaba por irse para darle paso a la tan ansiada primavera, seguía haciendo frío.

Salimos y nos subimos en su coche; el día estaba entre soleado y nublado, clima "ideal" para visitar el cementerio. Era el aniversario número cuatro de la muerte de Marie y todavía me costaba ir a llevarle flores.

Finalmente, después de no mucho conducir, llegamos. A pesar de que el camino no era largo, a mí se me había hecho eterno y cada segundo que estábamos más cerca, mis nervios crecían.

-¿Estás bien?- Preguntó poniendo su mano en mi rodilla. Me limité a asentir y a acariciar su mano con la mía.

Silencio. Eso era todo lo que escuchaba cuando entraba a ese horrible lugar, ni siquiera se escuchaba algún ruido de afuera. Era como si fuese una burbuja creada para alterarme. A medida que nos fuimos acercando, pudimos distinguir algunos llantos aislados y algunas conversaciones de personas que habían ido a visitar a sus difuntos amigos o familiares.

Al llegar a sus tumbas, las observé en silencio. Los habían puesto juntos a pedido de mis padres. Zacky se hallaba a mi lado, sosteniendo mi mano. Ya no lloraba, las lágrimas no salían incluso cuando quería que lo hicieran.

-Puedes hacerlo.- Murmuró haciendo referencia a las flores que llevaba en mi mano derecha, las cuales apretaba con fuerza.

-Yo... No sé qué decir.- Susurré. Con cuidado puse las flores frente a ambas lápidas y las observé en silencio.

-Quizás si alguna vez vienes sola...-

-Lo sé, debes estar cansado de ver lo mismo todos los meses.- Negó con la cabeza y se acercó.

-Me gusta que me dejes ser parte de tu vida, incluso de esto. Sólo pienso que estando sola podrás hablar sin restricciones.- Asentí. Quizás tenía razón.

-Estoy tan cansada de vivir un drama...- En ese momento en móvil de Zacky sonó.

-Hablando de drama...- Dijo mirando la pantalla. -Abby está en el hospital, va a tener al bebé.-

-¡¿Qué?!-

-Será mejor que vayamos.-

Y así fue. Después de salir del cementerio fuimos al hospital y, al llegar, vimos a Johnny y a Jimmy en el pasillo.

-¡Gracias a Dios! ¡Abby está como loca preguntando por tí! ¡Emilie aún no llega y no creo que pueda aguantar mucho más!-

-¿Dónde está?-

-En preparto, quiere que estés con ella.-

-¿Y tú? ¿Estarás con ella?-

-Quiere que esté pero también quiere a Em.-

-¡Eres papá Gnomo! ¡Debes estar ahí!- Jimmy rió.

-Pero Emilie...-

-¡No te lo estoy preguntando! ¡Vamos! ¡A esterilizarnos!- Tiré de su brazo y fuimos a pedir el ambo. Una vez vestidos, nos dirigimos a la sala de preparto y ahí estaba ella.

-Ab...- Dije sonriente.

-Oh, cariño...- Susurró y miró a Johnny. -¿Dónde está Emilie?-

-Aún no ha llegado.- Respondí. En ese momento llegaron las enfermeras y la trasladaron a la sala de parto.

-Las contracciones... Son cada vez más... ¡Fuertes!- Exclamó haciendo énfasis en la última palabra.

-Aguanta bebé.-

-¡Tú callate! ¡De saber que sería así, te habría puesto siete condones!- Ambos nos miramos y reímos por lo bajo. En ese momento, apareció la partera.

-Muy bien, Abigail. ¿Estás lista?-

-No.-

-Necesito que pujes con fuerza. ¿De acuerdo? Uno, dos, tres. ¡Puja, Abby!-

-¡No puedo! ¡No puedo hacerlo!- Sollozó.

-Mírame, Ab.- Comenzó Johnny. -¡Tú puedes mi amor! Pudiste con el embarazo incluso cuando dijiste que no podrías. ¡Puedes hacerlo, bebé!-

-Aprovecha la contracción.- Dijo la partera. Abby pujó unas veces mientras sostenía nuestras manos. -Vamos linda, sólo un poco más, ya falta poco.- Pujó dos veces más y se escuchó un pequeño llanto. -¡Felicidades!-

-¡Lo hiciste amor!- Johnny la besó y Abby sonrió cansada.

-Los dejaré descansar un poco. Felicidades a ambos, los quiero.- Los abracé y salí de la sala de parto.

Dirty Little Secret... Who has to know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora