Capítulo XVII

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-¿Puedes decirle que no iré?- Junté las manos en modo de petición.

-No.- Sonrió. -Díselo tú.- Se levantó y caminó hacia la puerta.

-¡Eres una pésima prima!- Grité enfadada.

-Algún día me lo agradecerás.- Canturreó mientras salía y cerraba la puerta.

Bajé las escaleras resignada y abrí la puerta de entrada. Zacky estaba apoyado contra la puerta de copiloto con unos jeans, una musculosa y un chaleco. Tenía el cabello levemente peinado hacia un costado y su semblante, serio. A decir verdad, era muy atractivo.

-Estuviste llorando.- Dijo serio. -¿Qué ocurre?- Negué con la cabeza.

-No voy a ir.- Me abracé la cintura y bajé la vista. No quería hablar de Michael, no quería extrañarlo. Durante tres años me había comportado como una emo. Apartada de todos, no hablaba con nadie, me cortaba y, como si fuera poco, bebía, fumaba y me drogaba. Pero todo cambió cuando intenté suicidarme en el baño de casa y me encontró Emilie, desde ese entonces, decidí darle un giro a mi vida. Aprovecharla, vivirla como si fuera el último día.

-¿Por qué no irás?- Esquivé su mirada y, con el dorso de su mano, acarició mi brazo izquierdo.

-No quiero hablar de eso.- Dije mientras las lágrimas me nublaban la vista. A decir verdad, no quería llorar. Odiaba verme vulnerable ante las personas, sobre todo ante Zacky.

-Jenna, necesitas hablar de eso y, lo harás.- Mis ojos comenzaron a gotear y ahogué un sollozo. Zacky me abrazó con fuerza y besó mi cabello. -No te dejaré sola, nunca. No quiero que llores pero, si es necesario para que estés mejor, lo harás.- Asentí mientras empapaba su camiseta. -Quiero que me lo cuentes. ¿Alguien te hizo algo?- Negué. -¿Tienes problemas en casa?- Negué nuevamente. -¿Fue a causa del beso?- Repetí el gesto. -Vamos, hablaremos en tu cuarto.- Asentí y sequé mis lágrimas para luego, entrar.

-Debes irte. La fiesta...-

-Podemos ir más tarde.- Dijo parado frente a mí. -Ahora vas a decirme qué te ocurre.- Se agachó a mi altura y secó mis lágrimas con su pulgar. Sus ojos se veían tristes y, puedo jurar que, haría lo que fuera para quitar la tristeza que había en ellos.

-La noche que murió Michael, mi hermano, yo... Estaba con él.- Bajé la vista y más lágrimas cayeron. Posó una mano en mi rodilla y la acarició pero no dijo nada. -Íbamos en su coche a un juego de preparatoria. De repente, un coche se cruzó a toda velocidad y volcó delante nuestro. Todo pasó muy rápido, Michael quiso frenar y esquivarlo pero el coche explotó y...- Un nudo se hizo en mi garganta. Mi miraba continuaba en mis pies y, la de él, en mí. Podía sentirlo. -Estuve 3 semanas en coma y con quemaduras de segundo grado. Mike... No pudieron salvarlo. Sus heridas fueron más graves que las mías.- Mi respiración se aceleró y la angustia me invadió nuevamente. -Siempre pensé que hubiera preferido ser yo antes que él y, lo sigo pensando.- Seguía llorando angustiadamente como el día en que desperté pero sin hacer ruido. Zacky se sentó a mi lado, me abrazó con fuerzas y me dijo

-Ya, Jenna. Suelta toda esa angustia, no estás sola.- Cerré los ojos y sentí cómo todo ese dolor acumulado durante cinco años, salía de a poco en forma de llanto. Su mano se movía de arriba a abajo por mi espalda y, la otra me sostenía desde la cintura. Mis piernas se encontraban sobre las de él. Parecía como si me estuviera acunando.

No sé cuánto tiempo estuve llorando pero llegó un momento en que ya no quería hacerlo. Estaba más tranquila y toda esa opresión que sentía en el pecho, había desaparecido. Levanté mi rostro y lo escondí en su cuello, cerrando mis ojos. Él apoyó levemente su cabeza sobre la mía y suspiró.

-¿Estás mejor?- Murmuró levemente como si estuviera evaluando las palabras para no herirme.

-Un poco.- Susurré entre suspiros. -¿Podemos irnos? Necesito despejarme.- Me solté de su agarre y me levanté a abrir mi armario.

-Claro, pero creo que deberías prepararte primero.- Rió y yo también lo hice.

Abrí la llave de la ducha y, sin pensarlo, me sumergí debajo del agua. El calor que salía de mi cabeza era impresionante, mis ojos ardían y mi cuerpo temblaba. Jamás había llorado así, al menos no durante tanto tiempo y en presencia de alguien. Al salir, me envolví en una toalla, me puse mi ropa interior y salí. No veía la hora de que mi odioso período termine. Cuando levanté la vista hacia mi habitación lo vi, sentado en mi cama, con los ojos sorprendentemente abiertos y algo sonrojado.

-Uhm, no creí que estarías aquí.- Admití avergonzada. Él no dijo nada. -Me... Me cambiaré en el baño, no es necesario que te vayas.-

-No iba a irme.- Admitió serio y sonrojado. Tomé mi ropa y me encerré nuevamente en el baño. Era la primera vez que lo veía sonrojarse y resultaba adorable y extrañamente atractivo. Cuando terminé de vestirme, me maquillé. El moretón casi había desaparecido pero, por las dudas, lo cubrí nuevamente. Peiné mi cabello y lo dejé suelto. Agradecí mentalmente por tener un buen cabello, no era perfecto pero se podía peinar.

Salí del baño nuevamente y lo encontré mirando la camiseta de Pantera que, obviamente, había marcado un antes y un después en mí.

-¿Qué haces con eso?- Pregunté.

-Sólo... Recordaba.- Admitió, seguía sonrojado. "Oh, vamos. ¿Por qué te sonrojas?" pensé.

-Estoy lista, si quieres podemos irnos.- Asintió y nos dirigimos a su coche.

Dirty Little Secret... Who has to know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora