Cuando baja la marea,
cuando aprieta el corazón...Escucho cómo alguien abre la celda y mis ojos inmediatamente se abren.
Es el señor de los ojos azules o ¿cuál era su nombre?
—¡Neelam apúrate! —alguien le grita desde arriba.
Me deja un plato de comida, se va y cierra.
Inmediatamente mis ojos se dirigen a la esquina, pero ya no hay nadie ahí, solo la silla.
Me acerco al plato, nunca en mi vida había tenido tanta hambre, huele extraño, huele a mar... pero tengo tanta que me lo como más rápido de lo que pensé, y así pasa todo el día.
Hasta que tengo nauseas, unas terribles nauseas, el maldito barco no ha dejado de moverse, a veces llegan gotas de agua hasta aquí.
Cada minuto que pasa me siento peor que el anterior. Escucho vagamente que alguien viene, unos ojos azules me ven fijamente.
—¡Señorita Delmau! ¿Se encuentra bien? —niego con la cabeza— ¿qué siente?
—Quiero vomitar —digo apenada.
—Aguarde un segundo —se va buscar algo y regresa con un balde, abre la celda y me lo acerca— vamos señorita.
Me lo quedo viendo.
—No hay tiempo para tener vergüenza.
Suspiro y vacío todo lo que tenía mi estómago ahí. Cuando terminó tengo demasiada pena como para verlo a los ojos.
—Iré por agua —se lleva el balde y regresa con vaso de agua— tómela, le quitara el sabor de la boca.
Lo hago obedientemente.
—¿Es por la marea?
Asiento.
—Y la comida.... Tenía algo raro.
—Yo soy el cocinero —en su cara se refleja la sorpresa— la comida estaba perfecta. Eran mariscos.
—Oh... Es que los mariscos y yo nunca nos hemos llevado demasiado bien, como todas las cosas que vienen del mar.
—¿Eso incluye piratas? —me sonríe y retira el vaso de mi mano.
—Posiblemente —le sonrió.
El se da la vuelta y cierra la
celda de nuevo.
—Tratare de cocinarle otras cosas —me dice al final y comienza a subir las escaleras.
—¡Neelam! —él se detiene y voltea— realmente muchas gracias.
Espero que vea la enorme gratitud en mi mirada, me vuelve a sonreír y sigue su camino.
Ahora me siento mejor, bueno el dolor de cabeza sigue presente pero al menos no tengo nauseas.
Intentó dormir y cuando lo estoy logrando llega alguien.
—Señorita Delmau —el sarcasmo es evidente en su tono de voz— espero que haya pasado un buen día.
Es Saeed.
—De hecho, hasta ahora era perfecto, en esta sucia celda que se mueve más que cualquier otra cosa, hasta que tú llegaste.
Me ve de arriba abajo, su mirada me hace sentir incómoda.
—Soy lo único bueno que te ha pasado en todo el día, admítelo.
Engreído.
—Un pirata más imbécil que su propia sombra, no sabe cuan afortunada me siento.
La diversión en su rostro se va.
—Mira niña presumida, cuida tus palabras, que aquí no hay nadie que te defienda —su mirada me vuelve a recorrer, el miedo se abre paso— y más te vale que te portes bien.
Me quedo en silencio y bajo la mirada.
—Buena niña.
Toma asiento en la esquina y se queda ahí.
—¿Me están vigilando?
—Por supuesto, papá ha dicho que lo hagamos —demonios— no entiendo por qué, no creo que salgas de aquí —me da una sonrisa burlona.
Cuando él está aquí no puedo dormir, siento que debo tener la guardia arriba.
Hasta que cae la noche.
—Que pases buena noche niña.
Y con eso se va Saeed.
Respiro tranquila. Pero alguien llega de nuevo, es el mismo de ayer, o al menos su silueta es la misma.
No dice nada y se sienta, me acomodo de nuevo para dormir y de alguna manera, lo hago, en perfecta tranquilidad.
Esa noche sueño con unos ojos verdes, tan oscuros oscuros como la noche, pero tan imponentes como el día.Neelam me da otra cosa de comer y le doy una mirada agradecida. Y el día pasa tranquilamente hasta que llega Saeed.
—Tu presencia es una maldición.
Decido ignorarlo.
—Desde que llegaste no han dejado de aparecer tormentas.
—¿Eso qué tiene que ver conmigo?
—El mar distingue a la basura —me mira fijamente, él está todo empapado.
—¡Saeed! Necesito que me des las cuerdas —alguien grita. Se escucha que allá afuera todo es un caos.
Se da la vuelta y después de tomar las cuerdas desaparece.
Creo que no vendrá nadie el día de hoy, me pongo a observar la celda, debe haber una forma de salir de ella.
Después de horas viéndola me doy por vencida.
Hasta que viene una ola, supongo que enorme, sacudió al barco terriblemente y me hace chocar contra los barrotes del otro lado de la celda, veo que uno está flojo.
—¡¿Todos bien!? —se escucha que alguien grita allá arriba.
—¡Si!
Alguien abre la puerta de las escaleras. La luz me deslumbra.
—¿Estás bien? —creo que es el que viene en las noches.
—¡Si!
Y vuelve a cerrarla. Empiezo a mover el barrote, esta flojo, lo puedo sacar.
—¡Muévanse! En dos días llegaremos a tierra, necesitamos todo listo —parece la voz del Capitán.
Sí, en dos días puedo sacar el barrote.—Tienes un moretón en tu mejilla —me dice el misterioso hombre de la sombra.
Es la noche antes de arribar a tierra, ya saque el barrote, solo lo volví a colocar para que no se dieran cuenta.
—¿Acaso eres muda? —me vuelve hablar.
—Tu comentario anterior era una afirmación, no creí que necesitará una respuesta mía —hablo irritada, todo el día tengo que soportar los insultos de Saeed, no necesito que la noche sea igual.
Se escucha ligeramente el sonido de una risa ¿se está burlando?
Lo miro, su silueta ya es tan familiar para mí. Y él también me está viendo, pero... Siento que es de una forma tan intensa.
Me volteo de nuevo, sigo sintiendo su mirada sobre mi.
—¿Podrías dejar de verme?
Se vuelve a reír.
—Resulta que tengo que vigilarte, pero solo te observo por eso, no te hagas ilusiones.
¿Qué todos los piratas son arrogantes y estúpidos?
—Ilusionarme con un pirata, claro.
Esta vez no se ríe.
—Uno nunca sabe, pero más vale prevenir.
Suspiro, solo deseo salir de aquí.
—No entiendo por qué a Neelam le agradas tanto —me dice y lo miro de nuevo, ahora tiene su rostro inclinado, como cuando a un gato le da curiosidad algo.
Siento ternura por unos momentos.
—Neelam es el único hombre que me trata con respeto y yo lo trato de la misma manera, tal vez es eso.
Tarda unos segundos en responder.
—Yo también te trato con respeto, princesa —nunca creí que la palabra "princesa" pudiera usarse como un insulto, pero él increíblemente lo hace.
—Y yo a ti, pirata —respondo.
—Usas la palabra pirata como un insulto.
¿Es en serio? Él acaba de hacer lo mismo.
—Eso es lo que eres —le digo— no es un insulto, solo la verdad.
Se queda en silencio.
—Y no soy una princesa —añado.
¡Ja! Hice que se callara.
—Actúas como una.
Arg.
—Disculpa si tener modales te molesta.
Él se ríe, sonoramente y sin parar. Casi me atrevo a decir que es una risa linda.
—¿Qué? —pregunto exasperada.
—Nada princesa, absolutamente nada —habla aún riéndose.
Siento un ligero sonrojo subiendo por mi cabeza ¿es en serio Dasha?
—No me digas así —digo entre dientes.
—¿Por qué?
Porque haces que me sonroje, maldita sea.
—Es incomodo.
—Eso me impulsa a hacerlo aún más, princesa.
Algo siento en mi estómago, de seguro es la marea.
—¡Tierra! —empiezan a gritar arriba.
Él se levanta inmediatamente de su lugar.
—Ya llegamos —murmura, parece que el comentario fue para sí mismo— hasta luego, princesa.
Sube las escaleras y se va, apenas y tuve un vistazo de él, si es alto, es delgado pero fuerte, y su cabello creo que es negro.
Pasa la noche hasta que llegamos, todos empiezan a bajar, o al menos eso se escucha.
Suspiro ¿cuando se supone que voy a salir?
Después de varias horas, parece que no hay nadie en el barco, solo escucho voces de hombres ebrios.
Saco el barrote despacio y lo coloco a un lado, quedo un hueco, espero poder salir por él, pasó mi cabeza y luego lo demás, apenas y salí.
Subo las escaleras lentamente y abro la pequeña puerta, miro alrededor, y sí, están ebrios, aun así salgo sigilosamente, bajó del barco y caminó por el muelle.
Hay mucha música por todos lados, los observo y la mayoría tiene apariencia de piratas o personas nada confiables. Ellos también me observan a mi, estoy odiando este vestido.
Al menos ya salí, ahora tengo que ir a casa.
Sigo caminando alejándome de ahí y veo una tienda de ropa, tal vez ahí... Pero no tengo dinero, pero podría hacer algo más.
Entro y suena una campana.
—¿Qué se te ofrece? —me habla una mujer.
—¿Cuánto me darías por esto? —abro la chaqueta y le enseño el vestido.
Ella alza una ceja y da vueltas a mi alrededor.
—Esta sucio...
—Pero una buena lavada lo dejara como nuevo —ella no aparta la mirada del vestido, sé que le gusto— vamos, que me costó arrancárselo a la señorita que lo tenía.
Ahora ella me sonríe.
—¿Y la chaqueta también? —la chaqueta de papá.
—Sí —lo digo casi como susurro.
—Entonces tenemos un trato —me da una amplia sonrisa.
—Y también tomare un poco de ropa.Me cambie a unos pantalones, una chaqueta muy calientita y zapatos cómodos ¡oh! y un sombrero, eso es esencial. Es casi ropa de hombre pero me ayuda a mezclarme por aquí. Mi estómago agradece eternamente el haberme quitado ese vestido, nunca odie tanto uno.
Apresuró mi paso alejándome de ahí, según la señorita el puerto de Cádiz aún queda lejos de aquí.
Voy caminando tan rápido que no noto a la persona que va pasando y me estrello prácticamente en él.
—Lo lamento —me dice mientras me detiene de los hombros.
Solo veo su pecho, alzó la mirada para encontrarme con los ojos más hermosos que el universo jamás ha visto, por qué estoy segura que cualquier constelación, estaría celosa de esa mirada.
Verde oscuro.
Y luego lo reconozco.
Carajo.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Disfrútenlo todos ustedes que me piden que actualice más seguido, ya saben de quiénes hablo 7u7
Los quiero :*
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Si te vuelvo a amar
RomanceHay poco qué decir sobre esta vida, las cosas que pasaron no puedo estar segura si fueron por mi elección. Pero solo puedo estar segura de una de ellas, una decisión que tomé consciente y voluntariamente, si iba a arruinarme la vida qué mejor que fu...