Mi amigo el violinista me lo dijo:
"Siempre te gusta ese tipo de chica ¿cuándo vas a enamorarte de una normal?"
Ella es una número uno.
Pasea por la lluvia sin mojarse.
Sabes que si entra en tu vida,
y un día quieres que salga
ocasionará una guerra mundial.
— Una vez más —le digo sin aliento, casi cobarde, a segundos de arrepentirme de haber dicho eso.
Sin embargo todos esos pensamientos son arrancados de mi mente, literal, de un segundo a otro la ilación de cualquier idea con lógica simplemente voló de mi cabeza. La fuerza que tenía en cada musculo desapareció como un parpadeo, el peso de mi cuerpo ya no era el que me sostenía sobre el suelo, el oxígeno de mis pulmones ya no me servía para respirar, no, ya no, se quedó ahí estancado en ellos, reservado para cuando necesitará esa gran bocanada de aire que te recuerda que estas en la tierra y no en aquel mundo místico siendo besada por Kilian.
Ese beso... maldita sea. Es lo más hermoso que me han dedicado, porque sí, Kilian me dedicó segundos de su vida para besarme de la forma más esplendida. No tuvo chispas, no tuvo pasión, no tuvo absolutamente nada de sexy. Pero ¿Qué mierda? Kilian lo hacía con la ternura con la que das tu primer beso, dulce, suave, torpe... y luego más lento, luego saboreo mis labios como si fuera su sabor preferido. Desee serlo.
Los segundos más eternos de mi vida y los más efímeros, no sé cómo, pero este hombre es bueno en crear ese tipo de contradicciones en mí.
Cuando termino no quería abrir los ojos, sentí que en ese momento vería los ojos de Kilian y me toparía con una mirada culpable, no quería ver eso, solo quería ver los ojos de ese hombre que me amaba y en cada mirada me lo gritaba. Pero lo hice, maldije a la oscuridad, no veía nada, no sé si eso era bueno o malo.
Apareció una sonrisa en su rostro, y con eso basto. Que le digan al sol que ya no salga, que la lluvia no caiga, que flote, que la primavera se convierta en invierno, que la gravedad rompa las reglas, me ha sonreído después de besarme ¿Quién necesita lo demás?
Viene un señor con su hija de la mano, nos truena la boca cuando nos pasa. Los dos nos partimos de la risa como dos estúpidos.
— Hace frio —su voz aun es lenta, pero ya no tanto.
— ¿Quieres entrar? —asiente.
Entramos a la calidez de mi auto mientras tenemos un silencio raro acompañado de risitas y miradas.
— ¿A dónde vas a ir? —me obligo a regresar a la realidad.
— No sé... —se abrocha el cinturón como si estuviera listo para irse.
— Debes pasar la noche en algún lado.
Me mira y juro que esa mirada no tiene nada de la inocencia con la que me beso. Estoy nerviosa, esperando su respuesta.
— ¿En tu auto? —dice al final.
— Puedes ir a casa, no entiendo porque pasar la noche en un incómodo auto.
— Estaré cerca de ti.
Me está distrayendo del hecho de que no quiere estar en su casa, infiernos que si funciona.

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Si te vuelvo a amar
RomanceHay poco qué decir sobre esta vida, las cosas que pasaron no puedo estar segura si fueron por mi elección. Pero solo puedo estar segura de una de ellas, una decisión que tomé consciente y voluntariamente, si iba a arruinarme la vida qué mejor que fu...