Capitulo 100

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A lo mejor lo que necesitamos es alguien

que acelere

cuando se está acercando el precipicio.


— ¿Peter? —alguien dice eso, después me doy cuenta de que fue mi voz.

Parpadeo una y otra vez, pensando que mis ojos me están engañando, y que este sólo es un mal sueño, y se siente como tal, casi siento como mis pies flotan.

Pero él camina y se pone de frente a mí y luego se arrodilla.

¿Qué demonios?

Alguien me da una bofetada, mi cara se estrella contra el pasto, apenas y sentí el golpe. Me quito el pasto de la cara, creo que me trague un poco.

Mi cerebro está muy idiota.

Intento pararme, al tercer intento logro sentarme. Y lo observo, tiene su rostro golpeado y está gritando, sus manos están amarradas por detrás y dos tipos lo intentan sujetar.

— ¡No la toquen!

Realmente no sé qué sucede. Quiero darme de topes en algún árbol para que esta niebla de mi mente se vaya.

Camilla esta parada detrás de él, con una sonrisa arrogante, tiene algo negro en la mano, me inclino para verlo. Es una pistola, en la nuca de Peter.

Mi corazón se aprieta, se revuelva, se sale de mi pecho y luego vuelve a entrar.

— No lo hagas —susurro— por favor, no hagas nada.

— Tú me has quitado lo que quiero cada vida. Jure que en esta te iba a quitar todo hasta que no quedara una cosa más —dice ella.

Me pongo de pie, un poco torpe, y luego, me cuesta mantenerme derecha.

— ¿Qué quieres de mí?

— Nada, solo quiero verte sufrir —sonríe y jala del gatillo.

Sólo cierro los ojos y escucho que algo cae, cuando los abro mi hermano esta tirado, hay sangre en mis zapatos.

La adrenalina sube por todo mi cuerpo, dejo de sentirme mareada, y sólo pienso en rojo.

Me lanzo contra Camilla, aunque los tipos me detienen logro rasguñar su perfecto rostro.

— ¡Eres una maldita perra! —todos me detienen y ella se toca su cara horrorizada.

Los cuento, son seis, jamás podre contra ellos.

Lloro y grito, tengo un nuevo nivel de dolor y no me importa nada.

¿Has visto como el viento se lleva el polvo haciendo remolinos?

Pues eso mismo paso, excepto que el viento desvanecía todo a mí alrededor, ya nadie me agarraba, Camilla ya no está enfrente de mí y los arboles desaparecen.

Siento que floto y todo se vuelve blanco.



Me despierto en el sillón de Derian.

Parpadeo... estoy en su casa ¿qué demonios?

Derian me observa desde el otro sillón, me siento y él se pone a mi lado, me abraza y lloro. Descargo el dolor, la adrenalina y la ansiedad sobre él. Veo mis zapatos, están limpios.

— ¿Fue un sueño? —le pregunto.

— No.

De inmediato me separo de él.

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora