¿Pero quién sabe cómo deshacerse del rastro de una estrella fugaz cuando ya te ha mirado a los ojos?
Sé que cuando esos dos regresen querré matarlos, o abrazarlos, no sé, en este punto cualquiera de las dos opciones es buena.
— Creo que te dejé sin habla.
Agacho la cabeza.
— Es que prefiero que no anden con rodeos —respiro.
Abre la boca para responder pero llega Derian.
—Había una gran fila —dice.
— No lo dudo —lo miro, me mira, sé cuál es su plan, y me sonríe.
— Espero no tarden, ya tengo mucha hambre.
— Si tarda al menos no nos quedaremos sin comida —Ariel me sigue mirando.
En cualquier momento mi cabeza hará ¡bum! Lo presiento.
El mesero llega con una pizza recién salida del horno y con un olor delicioso.
— Llegué a tiempo —Illya se sienta.
— Siempre llegas a tiempo —declara Ariel y atacamos la pizza.
El resto de la tarde se pasa junto con una conversación divertida y fugaces miradas de Ariel.
Y esa sensación... de que algo me observa. Pero no dejo que eso me afecte, tengo que luchar contra eso, no es real.
Cuando al fin terminamos, satisfechos y un poco más gorditos nos vamos de ahí.
— Esperen, voy al baño —Ariel se va y nos quedamos en la entrada.
— ¿Qué tal? —me pregunta Illya.
— Buenísimas, me encantaron.
—Siempre confía en mi sentido del gusto.
— Lo hago.
Miro a Derian, es raro que no se haya metido en una conversación. Tiene su vista fija en algo, esta serio.
— ¿Qué miras? —volteo pero solo veo a mucha gente.
—Solo veía las ofertas.
—Listo, ya vámonos —Ariel me arrastra hacia afuera.
Siento la necesidad de entrar, de buscar algo, pero me largo de ahí con ese peso en mi pecho, incluso cuando arrancamos siento ese hormigueo en mi cuello, gritándome que regrese.
— ¿Todo bien? —me pregunta Ariel.
—Sí, todo bien.
El camino pasa muy rápido, cuando nos despedimos Ariel me manda un beso desde el auto, estuve a punto de caerme y romperme el cuello.
— ¡Estoy en casa! —sé que nadie va a responder, pero ya es costumbre.
— Hola, Dash.
La voz de papá me sorprende.
— Hey —me siento incómoda, hace mucho que no me habla.
— Mamá salió, posiblemente no llegue a dormir.
— Ok —comienzo a subir por las escaleras.
— Dasha.
Me detengo.
— ¿Sí, papá? —la palabra papá se siente rara.
Pero lo observo, se ve cansado, casi no duerme, es como si hubiera envejecido muchos años, su cabello es más blanco, las arrugas de sus ojos se marcan más.
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Si te vuelvo a amar
RomanceHay poco qué decir sobre esta vida, las cosas que pasaron no puedo estar segura si fueron por mi elección. Pero solo puedo estar segura de una de ellas, una decisión que tomé consciente y voluntariamente, si iba a arruinarme la vida qué mejor que fu...