Capitulo 74

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Y me rindo, porque no conozco otra paz mundial que la canción que suena cuando te duermes.


El mundo parece quedarse en silencio, nada suena, todo es tan callado, solo hundo mi cabeza entre mis brazos, pensando en todo, que es tanto, que al mismo tiempo se convierte en nada. Hasta que escucho como tocan la puerta de mi baño, dos veces.

— ¿Si? —digo con miedo, no hay ningún ruido.

— ¿Estas bien? —mi corazón se echa dos mortales hacia atrás.

— Kilian ¿qué haces aquí? Es el baño de mujeres.

Silencio, y después un suspiro.

—Tengo que ver que estas bien —su voz se escucha... rara.

Trago saliva y me limpio las lágrimas.

—Estoy bien, ya vete antes de que alguien te vea.

Se mueve un poco la puerta, parece que se recargo en ella.

—No, tengo que verte, con mis propios ojos.

—Por Dios, hombre, estoy bien.

Mentirosa.

—No me iré.

Unas voces se escuchan cerca de la puerta.

—Ahí viene alguien.

—Ya te dije que no me voy a ir.

—Arg.

Me levanto, abro la puerta y lo jalo, hago que se siente en la taza, sería extraño que vieran cuatro pies...

Me ve, en sus ojos hay remolinos que desconozco.

—No estas bi...—le tapo la boca con mis manos, las chicas ya entraron, se están riendo y hablan de algún tema ruidosamente.

Su respiración caliente colisiona contra mi palma, entonces lentamente retira mis manos y les da un pequeño apretón antes de soltarlas.

Sus ojos no me dejan ni un segundo, me analizan, me exprimen, no se le pasa ninguna emoción.

Mientras yo, en medio del caos, hago todo lo posible por esconder lo que siento de Kilian, cuido que nada se filtre por mis ojos, que mi respiración no me delate, que mi corazón no me traicione. Pero es imposible.

Pasa el tiempo y de nuevo todo está en silencio, estamos solos.

—Te traje esto —saca una botella de agua de su bolsillo— presentí que la necesitarías.

—Gracias —la abro y le doy un sorbo, solo quiero que desaparezca el sabor de mi boca.

— ¿Qué te pasó? —esta serio.

—No lo sé, mi estómago, decidió de repente expulsar todo.

Niega con la cabeza.

— ¿Por eso lloras?

Mis manos tiemblan, no, no, no le diré la verdad ¿cómo él puede ocultarme todo y yo no puedo ocultarle nada?

Asiento, de forma débil.

Me toma de la barbilla y me mira, es como si estuviera a segundos de decir algo importantísimo.

— Dasha... Ríndete.

Se me parte el corazón, se me parte el alma, se me parte cualquier sección de mi ser que tenga sentimientos.

— ¿En qué me debo rendir?

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora