Capitulo 70

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Quererte fue como apostar

al riesgo más alto

con todos los ases sobre la mesa

y las mangas vacías,

cruzar la carretera

con el semáforo en rojo

y los ojos cerrados,

escribir poemas

que nunca saldrán a la luz.


— ¿Ilya? No creo.

En mi mente aparece su rostro... no, definitivamente jamás lo vería así.

— Piénsalo por un momento, tiene coherencia.

Lo hago y puede que sí, me lo encuentro en momentos extraños, pero solo es eso.

— No hay química —respondo.

—Ilya acaba de dejar a su novia, Roth volvió... ¿casi perfecto, no crees?

Se ilumina mi mente.

—Claro, si es que no existiera Kilian.

—Pero existe.

—Por eso jamás veré a Ilya de esa forma...

—Por suerte, no lo harás, pero debes estar consciente de que siempre aparecerá cuando más lo necesites, quieras o no, personas así se ganan nuestro aprecio, una cosa lleva a la otra, y bueno ya sabes.

Asiento.

Aunque no creo que sea posible sentir por alguien más lo que Kilian me hace sentir.

—Lo tendré en cuenta.

— Ahora, si me permites, tengo que ir a hacer otras cosas.

Uh, uh.

— Te veo luego.

Se va y quedo sola, la noche no me da miedo, pero algo me dice que debería tener miedo.

Sigo caminando y siento que mi piel me pica, alguien me ve, alguien me sigue, camino más rápido. De repente la calle parece tan solitaria, había más gente, pero desapareció, cada calle luce más oscura.

Empiezo a tener miedo, aunque volteo a todos lados no hay nadie, ningún bendito ruido. Pero lo siento, esa sensación que me grita que no estoy a salvo.

— ¿Se encuentra bien? —me topo con una señora en la esquina.

Pero cuando quiero responder no puedo, mi voz no sale, el aire se estanca. Y me desmayo.


Derian va caminando, se talla los brazos, hace frío, puedo ver cómo sale su aliento, lleva un adorable gorro sobre su cabeza, posiblemente salió a la tienda.

Sigue caminando, el frío se congela más a cada segundo. Cuando llega a la tienda está cerrada, deja caer los brazos en señal de frustración, pero continua caminando.

No Derian, no vayas.

Las calles están más solas, los faros parpadean hasta ya no prender.

Él continua caminando, cada vez más rápido, tres personas vienen de frente, oh no. Lo detienen, hablan con él, le sonríen, podrían ser casi amigables, pero no lo son.

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora