Derian

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Salud querida
me diste tres cigarrillos para fumarme mis lagrimas.
Y me muero cuando mencionas su nombre
y miento, debería haberte besado
cuando corríamos en la lluvia
¿Qué soy querida?
¿El chico al que puedes temer o tu peor error?
Salud querida
esto es para ti y tu amado hombre.

—Derian —mamá me sacude suavemente— arriba muchacho.
Abro los ojos de golpe, la luz casi me quema la retina.
—Mamá es sábado...
—Levántate que le vamos a dejar el desayuno a los Ferguson, de seguro están muy cansados, vamos arriba.
Gimo cuando mamá me pellizca en uno de mis brazos. Me levanto lo más rápido que puedo, antes de que se desate la guerra de pellizcos.
Le ayudó a mamá a empacar el desayuno y nos vamos.
Recorremos el camino al que estoy tan acostumbrado a caminar, desde pequeño lo hacía para ir a su casa.
Llegamos y su mamá nos recibe con un gran abrazo, casi se ponen a llorar las dos, cosas de madres.
—Derian, que bueno verte tan pronto.
—Thomas —me abraza.
Su familia es muy buena dando abrazos, los dan con la suficiente fuerza para sentirte querido, pero no asfixiado.
—¡Jude, levanta a tu hermana! —le grita Thomas.
Peter baja con una cara de pocos amigos.
—¿Qué hay viejo? —lo saludo.
—Sigo pensando que ponerme enfrente de la moto no es mala idea —bosteza.
Las cosas se ponen en la mesa, estamos listos para el desayuno cuando Dasha baja, tiene un chongo improvisado y una cara de sueño.
—¡Anaid! —saluda a mi mamá.
—¿Cómo estás, cariño?
—Mejor de lo que parezco.
—Bueno ¿desayunamos? –dice Jude.
Y comenzamos.
Dasha está igual de distante que ayer, o incluso más.
—¿Qué vas a estudiar, Peter? —le dice mamá.
—Aún no estoy seguro...
—Las fechas paga apartar ficha en las universidades ya se acerca.
—Si, lo sé. Pero no estoy seguro.
—¿Qué tienes en mente?
Mamá siempre intenta hacerte pensar en el futuro.
—Tal vez la Licenciatura en Administración y Dirección de Pequeñas y Medianas Empresas.
—Eso suena excelente.
De los tres, quien siempre está más interesado en la librería es Peter, eso es casi perfecto para él.
Por un momento veo como la mamá de Dasha la ve fijamente, ella sigue vagando en algún lugar de su mente, me dan ganas de patearla bajo la mesa pero esta muy lejos.
Entonces su mamá aparta la mirada, sé que vio algo, las mamás nunca fallan.
Dasha termina y después de darle gracias a mamá se sienta en la sala, la sigo.
—Podrías fingir al menos —me siento con ella.
—¿Fingir qué?
—Que preferirás estar en otro bendito lugar que aquí
—Yo... —su mirada se nubla.
Miro a la mesa, nadie nos ve.
—Tú...
—Solo dame tiempo, solo eso, necesito asimilar todo, y después de eso, en serio volveré a ser la misma.
Pero eso era mentira, jamás volvería a ser la misma, los contornos de su ser habían sido moldeados por alguien que ya había vivido más, que había sentido y hecho cosas, tenía esa mirada de tener cierta experiencia, jamás volvería a ser la misma.

Nos pasamos el resto de la tarde jugamos Xbox, Dasha apenas y pudo jugar por su muñeca, pero note que se distrajo, al menos por unas horas no pensó en él.
Jude de nuevo nos fue a dejar a casa, mamá le ofreció café y platique con él un poco más. Él también había cambiado, la persona que regresó tenía cierta prudencia que no encuentras en las personas muy jóvenes, en su mirada había cierto brillo que te hacía sentir confianza en él, su voz tenía una calma que tranquilizaba, esos ojos de haber conocido más allá.
Después de una plática tranquila Jude se fue, le dije buenas noches a mamá, y me bañe, cuando estaba a punto de acostarme mi celular sonó.
En mi pantalla aparecía un nombre, un nombre al que le lloré, suplique y rogué.
Deje sonar el teléfono hasta que ya no hubo más ruidos en la habitación, ya no tenía sueño.

—Cariño, te buscan —mamá me habla desde la puerta.
Veo la hora, son las 8:00 a.m. Y es domingo.
—Mmm —gimo, solo quiero dormir.
—Es Camilla.
¿Camilla? ¿Qué hace aquí?
Me levanto y pasó las manos por mi cabello esperando que se vea decente. Bajó a la sala y la encuentro.
Ella me da una mirada severa.
—¿No pudiste ponerte pantalones?
Me miró, estoy en bóxers, que más da. Me siento y la observo. Claramente la incómoda mi aspecto, la recorro con la mirada, ella tampoco luce mal, viene con un vestido azul ajustado en la parte de arriba pero suelto de la cintura, apenas y cubre sus piernas. Uh uh.
—¿Acabas de barrarme con la mirada? —dice entre sonrojada y molesta.
Le doy la sonrisa coqueta y le incomoda aún más.
—Detente Derian.
Me detengo, es una mujer bastante violenta.
—¿En qué puedo ayudarte?
—Necesito tu ayuda.
¿Mi ayuda? Me estiro en el sillón.
—¿En qué? —tuve que contenerme para no decir algo pervertido.
—Créeme que se lo pediría a Dasha, pero está de un humor... Necesito ayuda con los preparativos con el yate.
Esta mujer me tienta para darle una respuesta bastante sugerente.
—¿Y qué puedo hacer?
—Cosas como la comida, adornos, mesas...
Gimo, no es exactamente algo que me guste hacer los domingos por la mañana.
—Por favor Derian, realmente te necesito —nunca me había pedido algo así.
Y me sigo conteniendo...
—¿Y qué hay de tus otras amigas?
Pone los ojos en blanco.
—No es por nada pero tienen un pésimo gusto.
—¿Y?
—Tan solo ve a sus novios, es como iugh.
Esta platica es tan extraña.
—¿Y por qué yo?
—Pues... Pues, porque tienes un buen gusto —dice sin verme.
Eso no me lo esperaba.
—Vale, deja me visto y voy contigo.
Me levanto de la sala, pero antes de subir me volteo y pongo la
voz suave y seductora.
—Me alegro que te des cuenta de que mis gustos son siempre buenos—miro sus piernas y le guiñó el ojo, para salir corriendo del cojín que me acaba de aventar toda sonrojada. Ya no pude contenerme más.

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora