Capitulo 48

653 37 20
                                    

Que sean dos cervezas,
por favor,
y ningún beso de despedida,
gracias.

Me recargo en la barandilla del muelle, un suave rocío del mar llega a mi cara.
Me siento inquieta ¿qué es lo que quiere decir Kilian?
Ante ese pensamiento, mi entera alma se altera. Él es como el infierno que consume mi alma. Me guste o no.
—¿Cómo murió tu madre? —dice.
De acuerdo, eso es inesperado. Esta de espaldas, recargado en la barandilla, su mirada me evita. Esta despeinado y tiene unas infinitas ojeras. Casi tentador.
—Una vez zarpo a dejar un cargamento de vino, jamás regresó, nunca encontraron su barco ni nada de él.
El asiente lentamente. Casi no puedo ver su rostro, pero luce como un hombre desdichado.
—Mi madre era la personas más extraordinaria que he conocido, ella me enseñó a ver cosas buenas en un mundo podrido. Me enseñó sobre el honor, incluso siendo lo que soy. Me enseñó el valor de la familia, me enseñó a ser leal. Gran parte de lo que ahora soy es por ella, son destellos de su ser que inculcó en mi. Era imposible no amarla, casi contranatural, solía cuidarnos mucho, a mis hermano y a mí, pero especialmente más a mi, soy el menor, así que pase mucho con ella, se negaba a dejarme ir a navegar con mi padre; sabia al terrible mundo al que me enfrentaría si iba. Sin embargo yo crecía, tenía que aprender a moverme en todo lo que hacíamos, y ese día llegó. Mamá se negó a dejarme ir, así que nos acompañó, era algo fácil, tomar el barco, tomar sus posesiones, irnos de ahí, sin hacerle daño a nadie, solo tomábamos lo que necesitábamos. Y todo iba estupendo, habíamos tomado el barco, los hombres se habían rendido y estábamos registrando todo para ver qué podíamos llevarnos. Pero al abrir la escotilla salió una persona, se volvió loca, nadie la podía detener, llevaba una espada la cual apuntaba a todo el que se le acercara, no me imagino que pasó por su mente, lo único que puedo hacer es pensar que enloqueció, mi madre andaba ahí, viendo todo. Entonces de repente esa persona corrió hacia mi madre y la atravesó con la espada —su tono de voz permanece neutro, ve las tablas del muelle con la mirada pedida, como si estuviera recordando ese momento— pasó todo en un segundo, apenas alguien registro ese movimiento. Pero cuando pasó me volví loco, perdí cualquier razón o cordura, y tome mi espada y la asesine de la misma manera en la que asesinó a mi madre. Esa fue la primera persona a la que le arrebate la vida. La primera jamás se te olvida, pude hacer muchas otras cosas más, pero la primera se clava en tu memoria. Aún recuerdo su mirada después de haberle enterrado la espada. Sus ojos eran muy parecidos a los tuyos, ese barco transportaba vino, las botellas venían etiquetadas con el nombre de "Delmau" y recuerdo cada detalle del barco. Era café con las puntas negras y del lado izquierdo tenía el nombre de "Jonathan" —el nombre de mi padre, cierro los ojos y los aprieto—. También la recuerdo muy bien a ella. Tenía un inmenso cabello largo, sus ojos eran cafés, de uno muy extraño, pero lindo, eran enormes, su nariz era un poco chata, sus labios me recordaban a una cereza, no era muy alta, bastante pequeña, pero tenía demasiada energía. Y yo le quite la vida a esa mujer.
Me quedo en silencio, no sé qué decir, acaba de describir cómo era mi madre. Mi corazón palpita dolorosamente, todo pensamiento coherente se detiene y solo tengo una cosa presente: el enorme dolor que estoy sintiendo ahora. Como si estuvieran desgarrando mi cuerpo...
—Cuando vi tu barco, cuando te vi, cuando vi las botellas... —toma aire— hice algo que jamás había hecho, incluso cuando murió mi madre no lo hice, pero le rogué al cielo, que no —se detiene, su voz sale rota, tan rota como mi corazón justo ahora— le rogué que por favor no fueras tú la mujer que temía. Rogué que fueras algo diferente, lejano a esa mujer que asesine, que solo fuera un estúpida coincidencia. Pero obviamente no fue así, resultaste ser su hija.
No tengo las fuerzas para decir algo o hacer algo, solo miro al mar como viene y se va, quisiera que me llevara con él para ahogar mi dolor.
—Supongo que ahora entiendes porque todo este tiempo te he dicho que no sientas nada por mí.
No merezco ni la más mínima consideración de parte tuya. Desde el inicio me aterro que fueras tú. Recuerdo cuando mi padre me pidió que te vigilara por las noches, cuando baje y te vi, tenías algo, algo adictivo, que no me dejaba quitarte la mirada. Quería emborracharme de tu imagen, cada noche era un tremendo placer mirarte, jamás disfrute algo tanto.
Pero entonces el miedo crecía en mi, crecía como un virus, si tan solo esto no fuera así... Sería eternamente feliz. Sin embargo lo es, justo antes de entregarte a tu padre me dijiste el único dato que confirmó mi más temible sospecha, habías perdido a tu madre. En ese momento me dije a mí mismo que estaba haciendo lo correcto, te alejaba de mi, el ser que más daño te ha causado en la vida. Pero regresaste a mi, me propuse que te iba a alejar, aunque eso te lastimará, no permitiría que me amaras sabiendo lo que hice. Puse todos mis esfuerzos en ello, pero ni el mejor funcionó. Seguías diciendo sin miedo lo que era yo para ti ¿cómo podías amarme después de todo? —en este punto lo escucho, esta llorando, tal vez no por fuera, pero en su interior lo hace a mares— eres tan buena que no te importa toda la porquería que me rodea. Ese día, que hablamos en la cabaña  me declaraste el más dulce de todos los amores ¿cómo podía aceptarlo? No había forma de que lo hiciera. Me fui de ahí porqué si me quedaba un segundo más no sé que locura habría hecho. Lo lamento Dasha.
Las lágrimas llenan mi rostro pero no me importa, mi mano me punza pero no me importa, mi corazón está destrozado pero no importa. Nada importa ya, todo se ha perdido para mí, la vida se ha encargado de amargar las únicas cosas buenas.
No decimos nada, el silencio ya es nuestro fiel amigo.
Se deja de recargar en la barandilla, supongo que ya se va.
¿Quiero que se vaya?
Sí.
No.
No lo sé.
—¿Todo este tiempo me ayudaste porque te sentías culpable? —pregunto entre sollozos.
Se vuelve a recargar y cruza los brazos.
—No, nada de lo que hice ha sido por esa razón —suspira y toma aire— no creo que quieras saber el resto de respuesta.
—Dilo.
Mi voz sale más cortante de lo que imagine.
—Lo hice porque en verdad me importas, cuando te vi tuve él egoísta deseo de hacer que tus ojos solo le vieran a mi. Después quise mantenerte a mi lado, de algún modo la vida lucia más bonita, pero eso se desvanecía cuando pensaba que posiblemente eras tú la hija de esa mujer. Eso no detuvo a mi corazón, ni a mi, un cariño peligroso germinó entre mis pensamiento, cada noche que dormías a mi lado no sé como soporte las ganas de abrazarte. Realmente no sé como ahora las sigo aguantando. Cuando lastimaron tu mano, me juré a mí mismo que jamás iba a dejar que te tocarán, realmente me dolió ver cómo sufrirás. Me doliste... —increíblemente siento unos moribundos latidos— me doliste en lugares inimaginables ¿me preguntas si fue por qué me sentía culpable? La respuesta es no. La respuesta es que lo hice porque te amo contra toda lógica y sentido. Lo hice porque estúpidamente me enamore de ti, caí fuerte y duro, sin dudas ni confusiones. Solo un día abrí los ojos y lo sabía, y sabía que te protegería aunque me llevara la vida en ello. No es un sentimiento que quiera eliminar, te amo y no me importa si tú lo sientes ahora. Me gusta amarte, porque estas entre esas personas de las que es imposible no hacerlo.
Al fin me ve a los ojos y veo todo claro. Cada respuesta de él, cada confusión, cada palabra. Lo entiendo, entiendo porque actuaba  así, y esa verdad duele y cala en lo más profundo.
—No sé que sentir —respondo confundida.
Se para enfrente de mí y toma mis manos. Con cuidado, como si fueran de cristal.
—No debes sentir nada Dasha —aún me altera la forma en la que dice mi nombre— te pido que no lo hagas, puedes odiarme, puedes desearme lo peor, puedes ignorar mi total existencia, pero no me ames, por favor no lo hagas, soy la persona que más ha arruinado tu vida en todos los sentidos y practicante le he arrebatado todo a tu padre. Así por favor, no me ames —sus ojos lucen con un vacío lleno de tristeza— sé que no es tan difícil no hacerlo, ahora. Pero al menos por mi parte, tú serás el maravilloso amor de mi vida —no puedo y me suelto a llorar a grandes sollozos y lágrimas— tú siempre serás lo más brillante en mi vida, y lo único que hice bien.
Ve mis lagrimas y baja la mirada.
Mete su mano a su bolsillo y saca algo, poniéndolo cuidadosamente en mi mano vendada y se da la vuelta.
Era el anillo de casada de mi madre.
Caigo totalmente en el suelo del muelle y me despedazo. Ola a ola se lleva una parte de mi. Pero una parte de mí no logra llevársela el mar, y es porque esa parte, me la arrancaron unos ojos verdes oscuros. Y jamás la recuperare.

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora