Mirar es una cosa.
Que me mires tú es otro verbo diferente.
— ¿Por qué debería quedarme? —pregunte tentando mi suerte.
Él simplemente miro hacia todos lados, buscando la respuesta y dijo como si nada...
— No creo poder sobrevivir sin ti —y es ahí donde pienso que sus palabras ocultan otras palabras.
O puede que solamente sea yo intentando ver más palabras de las que dice. La segunda me aterra.
— ¿Tanto me necesitas? —me da una sonrisa, es peligrosa, me advierte que ese rumbo es toxico.
— ¿Acaso necesitas sentir que te necesito? —responde con una pregunta, eso ya no me sorprende.
— Todas las mujeres aman sentir que las necesitan.
Debo admitirlo, esto me está poniendo nerviosa de un modo muy peculiar y al mismo tiempo escalofriante. Todo esto... es mucho para mí, no sé cuál será su siguiente pregunta, es tan impredecible.
— Pero tú no eres todas, tú eres Dasha.
—Gracias, estaba insegura sobre si era Dasha o no —decido retirarme o en cualquier momento este manojo de nervios explotará.
— Estas cambiando de tema.
— No lo hice adrede —le doy la sonrisa más angelical.
— ¿Entonces te declaras inocente? —se levanta lento de su cama, como si yo fuera un animal que en cualquier momento perdería el control y tal vez lo soy...
— Me declaro inocente.
— El jurado te encuentra culpable —está de pie y se acerca a mí.
Mis pies se clavan al suelo y mi cerebro da de vueltas como loco.
— ¿Y cuál será la condena? —apenas reconozco mi voz al decir eso.
— Que te quedes esta noche y dejes de hacer preguntas sobre mis razones para pedirte que lo hagas —típico de él.
Odia tener que explicarse a sí mismo, no ha cambiado mucho desde las pasadas vidas.
— ¿Dónde me quedo? —mi voz sale bajita, esta tan cerca de mí que estoy segura que podría escuchar a mi corazón.
Baja la mirada, siempre que lo hace es porque no quiere que vea lo que pasa por sus ojos.
— La habitación al fondo es de visitas —señala la puerta, su brazo pasa tan cerca de mí— los gatos no te molestarán.
—No me molestan.
—Perfecto.
Bajo la mirada y sonrío, pero entonces mi vista se dirige a esa foto, donde esta con esa mujer. Un enojo vuelve a saludar.
— ¿Quieres cenar?
Niega con la cabeza.
— Tengo mucho sueño —es cierto, está cansado— si quieres cena tú.
— Si —tengo hambre— hasta mañana.
—Hasta mañana —me doy la vuelta pero antes de irme noto que aún me ve— Buenas noches, encanto —y cierra la puerta.
La cerró a tiempo para no ver mi sonrojo.
Después de cenar me voy al cuarto, me acuesto y me tapo, es una noche fría, la lluvia golpea la ventana y no puedo dormir. Está a metros de mí, malditos metros.
ESTÁS LEYENDO
Si te vuelvo a amar
RomanceHay poco qué decir sobre esta vida, las cosas que pasaron no puedo estar segura si fueron por mi elección. Pero solo puedo estar segura de una de ellas, una decisión que tomé consciente y voluntariamente, si iba a arruinarme la vida qué mejor que fu...