Capitulo 63

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Mirar es una cosa.

Que me mires tú es otro verbo diferente.


— ¿Por qué debería quedarme? —pregunte tentando mi suerte.

Él simplemente miro hacia todos lados, buscando la respuesta y dijo como si nada...

— No creo poder sobrevivir sin ti —y es ahí donde pienso que sus palabras ocultan otras palabras.

O puede que solamente sea yo intentando ver más palabras de las que dice. La segunda me aterra.

— ¿Tanto me necesitas? —me da una sonrisa, es peligrosa, me advierte que ese rumbo es toxico.

— ¿Acaso necesitas sentir que te necesito? —responde con una pregunta, eso ya no me sorprende.

— Todas las mujeres aman sentir que las necesitan.

Debo admitirlo, esto me está poniendo nerviosa de un modo muy peculiar y al mismo tiempo escalofriante. Todo esto... es mucho para mí, no sé cuál será su siguiente pregunta, es tan impredecible.

— Pero tú no eres todas, tú eres Dasha.

—Gracias, estaba insegura sobre si era Dasha o no —decido retirarme o en cualquier momento este manojo de nervios explotará.

— Estas cambiando de tema.

— No lo hice adrede —le doy la sonrisa más angelical.

— ¿Entonces te declaras inocente? —se levanta lento de su cama, como si yo fuera un animal que en cualquier momento perdería el control y tal vez lo soy...

— Me declaro inocente.

— El jurado te encuentra culpable —está de pie y se acerca a mí.

Mis pies se clavan al suelo y mi cerebro da de vueltas como loco.

— ¿Y cuál será la condena? —apenas reconozco mi voz al decir eso.

— Que te quedes esta noche y dejes de hacer preguntas sobre mis razones para pedirte que lo hagas —típico de él.

Odia tener que explicarse a sí mismo, no ha cambiado mucho desde las pasadas vidas.

— ¿Dónde me quedo? —mi voz sale bajita, esta tan cerca de mí que estoy segura que podría escuchar a mi corazón.

Baja la mirada, siempre que lo hace es porque no quiere que vea lo que pasa por sus ojos.

— La habitación al fondo es de visitas —señala la puerta, su brazo pasa tan cerca de mí— los gatos no te molestarán.

—No me molestan.

—Perfecto.

Bajo la mirada y sonrío, pero entonces mi vista se dirige a esa foto, donde esta con esa mujer. Un enojo vuelve a saludar.

— ¿Quieres cenar?

Niega con la cabeza.

— Tengo mucho sueño —es cierto, está cansado— si quieres cena tú.

— Si —tengo hambre— hasta mañana.

—Hasta mañana —me doy la vuelta pero antes de irme noto que aún me ve— Buenas noches, encanto —y cierra la puerta.

La cerró a tiempo para no ver mi sonrojo.

Después de cenar me voy al cuarto, me acuesto y me tapo, es una noche fría, la lluvia golpea la ventana y no puedo dormir. Está a metros de mí, malditos metros.

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora