Capitulo 45

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Ahora podrías empezar
admitiendo
que saber qué cara quieres ver al morir,
en el fondo, te está matando.

Me doy la vuelta para encontrar a Kilian tirado, sangre sale por su brazo.
—¡Kilian! —me intento acercar a él pero soy detenida por los hombres de mi padre.
—¡Suéltenme! —ruego mientras veo cómo se retuerce de dolor.
—¡Señorita Delmau, cálmese!
Los hombres que le dispararon empiezan a salir de entre la maleza del bosque para ir por Kilian. Están lejos aún.
—¡No por favor, no! —me jaloneo para soltarme, pero lo único que consigo es lastimarme mi mano.
Veo como débilmente Kilian se levanta para correr y perderse entre los árboles.
—Dasha, sube por favor —me habla mi padre desde el carruaje, no me di cuenta cuando llegamos.
La firmeza en sus ojos se refleja, subo obedientemente, pero odiándome por haberlo hecho.
Empieza a avanzar rápido, muy rápido de hecho, como si fuéramos parte de la persecución.
Las lágrimas llenan mis ojos y mi padre solo me ve desconcertado.
—¿Quién era él? —pregunta.
El hombre del que me enamore.
—Es Kilian.
Empezamos a avanzar y la mirada de mi padre se pierde en el bosque.
Más disparos se escuchan y mi alma se encoge de dolor.
—¿Es un Falcón?
Asiento lento, mi padre suspira pesadamente , debe estar pensando qué demonios sucede con su hija.
Los disparos se escuchan más cerca y hay un punto donde veo como Kilian pasa por el bosque, cabalgando, al parecer consiguió un caballo.
Mi ser se agita y papá lo nota.
—¿Es en serio hija? —pregunta al borde de perder el control— ¿un pirata?
Cierro los ojos y los aprieto.
Kilian está en peligro ¿qué puedo hacer para ayudarlo?
—Dasha, te estoy hablando— papá está enojado.
—No sé que se supone que debería hacer —digo entre sollozos.
—Es un pirata que está siendo perseguido por lo que hace ¿Tú qué crees que deberías hacer?
La escepticismo de papá es impresionante, pero no lo culpo.
Veo por la ventana, los hombres un poco más atrás de nosotros persiguiéndolo, piensa, piensa.
Tengo que detenerlos, o hacer algo que le de tiempo a Kilian.
Una idea pasa por mi cabeza.
—¡Detente, detente! —comienzo a gritarle al hombre de adelante.
Se detiene en seco y bajo inmediatamente.
Si el hombre que nos vio a Kilian y a mí en el bosque me reconoce todo va estar bien.
Veo como viene la tropa de caballos galopando hacia mí y camino hacia ella.
—¡Dasha maldita sea! ¿Qué haces? Sube —papá se baja y corro.
Los hombres que vienen a caballo me empiezan a gritar que me mueva pero no lo hago, sigo corriendo hacia ellos.
Consigo que unos se desvíen. Y entonces me reconoce.
—¡Deténgala! ¡Ella estaba con él! —grita el señor al mando.
Todos van detrás de mí.
Aunque corro con todas mis fuerzas soy rápidamente alcanzada por ellos.
—Te dejaste atrapar para que tu novio huyera, que valiente—dice el señor con evidente sarcasmo mientras me amarran las manos.
—¡Pero esto es un error! Mi hija había sido secuestrada por ellos —papá está hecho una furia y no deja de maldecir a todos.
—No estaba en contra de su voluntad cuando la vimos —le responde.
—Esto es un error y usted va a pagar por eso —amenaza papá.
—Si, claro, ya quiero verlo.
Mi padre está perdiendo los cabales.
En ese momentos llegan los hombres que habían sido enviados a buscarlo, llegan con las manos vacías.
—Lo veré en el juicio —dice.
Se da vuelta y me llevan con ellos.
Ni siquiera pude ver a los ojos a papá.

Estoy en una celda de nuevo, huele mal, tengo hambre, la mano me punza, revise la herida e increíblemente no se abrió, pero esta roja y el agujero en mi pecho se ha hecho más grande.
Soy tan estúpida, en niveles catastróficos. Mi padre no se merecía esto, ni un solo sufrimiento que le está generando esta situación lo merece. Me preocupa que pasará con él, tiene una hija descarriada ¿qué pensará la gente? Esto es malo para la viña, nadie querrá volver a hacer negocios con él y se irá a la quiebra.
Y yo posiblemente, en unos días este colgada en la plaza pública.
Pero Kilian esta bien.
Es la única bendita cosa que está bien.
Se abre la puerta y entra una persona, mi padre.
—No intente nada —le dice el guardia, a lo que él asiente.
—Papá... —me acerco a los barrotes y lo acercó a mí tanto como ellos me lo permiten— lo siento tanto, lo lamento, perdón.
Papá no dice nada y me abraza, un extraño abrazo entre barrotes.
Cuanto extrañe la sensación de ser abrazada por él.
—Debí hacerlo en cuanto te vi, debí abrazarte, pero estaba algo anonadado con la escena del pirata que mis ojos acababan de ver —susurra.
—No papá, no digas nada, no hiciste nada malo, yo fui la que tomó esta decisión. Lamento haberte hecho pasar por todo esto.
—Eres mi hija, cualquier sufrimiento que me hagas pasar vale la pena —toma mi cara entre sus manos– cualquiera hija.
—Pero no esto —lo miro a los ojos, lucen tan tristes y cansados; todo este tiempo preocupándose por mi y en lo único que yo podía pensar era en Kilian, que tonta— no estuvo bien.
—Posiblemente mueras —habla con voz ahogada— mi niña.
—Ya sé y no te mereces esto.
El dolor que siento emocionalmente es mayor que el físico, no puedo detener este dolor en el alma. Hasta ahora no han encontrado remedio para ese mal.
—No me lo merezco, en eso tienes razón, pero pensar en lo que se pudo o no pasar no nos llevará a ningún lado.
—Lo lamento.
Voltea sospechosamente a su alrededor, luego de ver que el guardia esta distraído se acerca a mí y susurra:
—Dime que ese pirata tiene un plan para todo esto.
Me quedo muda.
—No papá, dudo que lo tenga.
—Pero ¿no te ama? —frunce el ceño.
—No estoy segura.
—Más vale que tenga uno —ve mi mano— ¿qué te pasó?
—Una espada la atravesó.
Su mirada se llena de preocupación.
—¿Y cómo está? ¿Te duele? ¿Se infecto? ¿La puedes mover? —la toma con delicadeza y la contempla.
—Me duele, pero creo que está sanando.
Planta un suave beso en mi mano.
—Cuando salgas de aquí —susurra—que sé que lo harás porque ese pirata te va a sacar y sé que te va a sacar porque sino yo lo arrastró de las pelotas para que lo haga, quiero que me vayas a ver, no me importa que te busquen, no me importa, pero un día quiero que vayas y estés conmigo.
Asiento lentamente procesando la información.
—No es seguro que alguien me saque de aquí papá, es más seguro que... —la palabra queda contando entre nosotros.
—Esto va a cambiar nuestras vidas para siempre —continúa ignorando mi comentario— pero siempre serás mi hija.

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora