Capitulo 93

296 32 4
                                    


Y vivía sin creerme

que el equilibrio

estaba en el oído.

Entonces me dijiste

"te quiero"

y me tambaleaste los cimientos

en dos palabras homicidas.


Veo como su cuerpo se contrae. El miedo sube por sus ojos y se aleja de mí.

— Y es que no es ningún misterio que siento eso por ti.

Su respiración se acelera, y veo como en su mente se reprende a si mismo por entrar en este terreno tan peligroso conmigo.

Sé que no me va a responder, probablemente justo ahora este haciendo su retirada.

—Buenas noches, Kilian —me doy la vuelta y comienzo a acomodar las cobijas de nuevo.

—Tampoco es ningún misterio que yo también siento eso por ti —dice.

Se rompe una liga, que ataba todos mis sentimientos, estos se desbordan, causan un desastre, destruyen todo a su paso, hasta que llega la calma y fluyen como un río.

Kilian se avienta en mi cama y se hace bolita con mis cobijas.

—Buenas noches, Dasha.

— Kilian ¿qué demo...?

— Te dije que buenas noches.

¿Cómo me puedo enojar con él?

— Y apaga la luz antes de que te acuestes.

Sonrío, apago la luz y me acuesto, hay unos buenos centímetros que nos separan y él me está dando la espalda. Pero de alguna forma, puedo sentir su respiración en mi oído. Y no hay mejor melodía para dormir.

Cierro los ojos, y caigo profundamente.

*******

Escucho unos quejidos a lo lejos, quiero despertar, pero tengo demasiado sueño como para hacerlo, pero persisten hasta ser casi gritos.

Me levanto de golpe y encuentro a Kilian a mi lado retorciéndose y sudando.

— Kilian... —susurro y lo agito suavemente.

Pero parece que eso hace que grite más.

— ¡Kilian! —lo abrazo, rodeo su espalda con mis brazos y lo aprieto contra mí— Kilian...

De repente los gritos se convierten en sollozos.

— Dasha —pronuncia mi nombre con su voz rota y no sé qué se me rompe, pero definitivamente no es el corazón porque ese está a salvo con él.

— Aquí estoy, Kilian.

Parpadea, mientras sus ojos se acostumbran a la oscuridad, calma su respiración.

— Dasha —su mano encuentra mi mejilla y la acaricia, como si necesitara tocarla para saber que es realidad.

— ¿Qué estabas soñando?

Niega la cabeza y se sienta.

— Nada que quiera contar.

— Pero yo quiero oírlo.

Se queda pensando, mirando la oscuridad, tal vez siendo absorbido por la suya.

— No era un sueño, era una pesadilla, de esos de los que despiertas rogando porque no se haga realidad, excepto porque ya se hizo realidad —de alguna forma extraña, puedo sentir como su mirada se conecta con la mía, aunque no pueda verla— ya pasamos por eso, y no quiero volver a vivirlo, pero aquí, tú y yo, lo único que hacemos es correr a ese destino que se hará de nuevo real, una y otra vez, como un círculo, y solo quiero evitarlo ¿hay algo malo en eso?

Si te vuelvo a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora