9 (Primera Temporada)

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En plena mañana del sábado, me encontré con Paula porque ese día era ideal para hacer compras, almorzar y claro conversar un poco. En realidad quien hacía las compras era solo ella, mismo así era divertido ayudarla a elegir ropa, zapatos y entre otras cosas. Dejamos mi local favorito para el final: una librería inmensa y moderna, repleta de todo lo que a mí me gustaba: libros, música y películas. Para la desesperación de Paula, salí de ese lugar con más de cinco libros.

— ¿Sabías que con todo lo que gastaste en estos libros, podrías haberte comprado ropa?—Preguntó mientras nos sentamos en mi restaurante favorito.

— Lo sé, Pau. Pero en este momento no necesito comprarme ropa
nueva. — Ella me miró incrédula

— Micaela, una chica siempre necesita ropa porque nunca es demasiado.

Suspiré y desistí de contradecirla porque en ese asunto Paula era demasiado testaruda. Después de que el mozo anotara nuestros pedidos, ella me miró con atención y posó sus manos cruzadas arriba de la mesa.

— Bueno, Mica... — Dijo con media sonrisa. — Esperé que me lo contaras por iniciativa propia, pero parece que voy a tener que arracarte información. ¿Cómo estuvo tu cita anoche con Mauro?— Mordí mis labios nerviosa, realmente había evitado tocar ese asunto durante toda la mañana porque sabía cuál sería su reacción cuando se lo contara. — ¿Fue muy malo? — Preguntó haciendo una mueca.

— En verdad no, la película era muy buena. Él es bueno, compró pochoclos y gaseosas, pero... —No pude continuar.

—-¿Pero?

— Él tenía una risa rara. — Hablé y miré para abajo, esperando los gritos de mi amiga. Pero ella estaba con los ojos cerrados y respiraba profundo.

— Mica — Y ahora me estaba fusilando con la mirada — ¡No me digas que saliste de esa cita sin ni siquiera besarlo! ¡Él es un encanto!

— Es que él hacía bromas raras y después tenía esa risa tan rara, no había clima. — Dije intentando justificarme.

— Mica, falta muy poco tiempo para que cumplas 18 años y todavía no besaste a nadie

— Lo sé muy bien. No hace falta que me lo recuerdes a cada rato — Dije sintiéndome pésima.

— ¿Sabes con cuántos chicos saliste durante todo este año y todavía no pasó nada? ¡Un montón! — Dijo enérgica. — Uno tenía mal aliento, otro los pies chuecos, otro se vestía mal y ahora porque tiene una risa rara... Micaela, ¿qué es lo que estás buscando? — Seguí mirando para abajo, sin coraje de
responder. — Ninguno de ellos va a ser  como Bruno, querida. — Cerré los ojos cuando ella lo dijo.

Según Paula, ella ya había sospechado de mi secreto al poco tiempo de conocernos. A pesar de que era muy discreta en cuanto a mis verdaderos sentiemientos por mi hermano, Paula tenía una sensibilidad muy incomún, casi como un sexto sentido.
Le bastó observarme cómo miraba a Bruno practicando deportes en la escuela, mirándolo tan atentamente que ella empezó a dudar. Pese a que pasó un largo tiempo, esas dudas las pudo confirmar gracias a mi gran distracción de dejar un cierto poema demasiado cerca de su curiosidad. Entonces, a partir del momento en que pude abrirle mi corazón a Paula, ella se convirtió en mi confidente para todos los asuntos que me afligían, y para mi suerte, ella era muy leal y no le contaría mi secreto a nadie.

— Lo sé, lo sé. — Respondí triste

— ¡Hasta parece una maldición! Tenes que liberarte de ese encatamiento llamado Bruno Sainz Micheli. — Dijo impaciente.— Honestamente, no sé qué viste en ese chico tan raro que se viste mal y hace cada comentario sin
gracia. — No pude evitar reírme al escuchar cómo Paula exageraba tanto la personalidad de Bruno.

— ¿Cómo se puede explicar porque a algunas personas le gusta la naranja y a otros no? Simplemente lo miré y no pude evitar enamorarme, simplemente es eso.

— ¡Pero ese sentimiento no te está haciendo bien, Micaela! Lo podes ocultar bien, pero puedo imaginar lo que debe ser vivir en esa casa viendo al chico de tus sueños todo el día por enfrente tuyo sin que nada suceda. ¿Por qué no intentas olvidarlo?

— Lo estoy intentando..

— ¡No, no lo estás intentando! — Me interrumpió, hablando con
firmeza. — Perdóname, Mica, soy tu mejor amiga y tengo que ser sincera. No podes seguir viviendo así: siempre esperando, siempre suspirando por sus encantos y siempre fantaseando con él.  Si tanto lo queres, ¿por qué no haces algo de una buena vez?

— No es así de fácil

— Entonces, explicamelo porque no sé qué más pensar.- Ella cruzó los brazos.

— Mira..- Hice una pausa intentando organizar mis pensamientos. — Bruno y yo somos como hermanos de verdad. Todo el tiempo nuestros padres hablan "Tu hermano esto" o "tu hermana aquello" y es imposible olvidar nuestro papel en nuestra casa. En la cabeza de nuestros papás, no existe cualquier posibilidad romántica entre nosotros dos. Entonces... ¿ya te imaginas cómo reaccionarían? Y si sucediera alguna cosa, que dudo que pueda llegar a suceder, tal vez ellos nunca lo aceptarían. — Quedamos en silencio por un momento.

— ¿Te diste cuenta que decis mucho las palabras "si" y "tal vez"? Eso significa que no tenes seguridad de nada. Puede ser que si sucediera algo entre ustedes dos, quizás ellos lo acepten.

— Pero ni siquiera sé si él siente aunque sea algo ínfimo por mí.

— Me dijiste que a veces él te mira diferente.

— A veces cuando lo miro, tengo la sensación de que algo puede llegar a pasar entre nosotros y que hay algo en el aire. Pero solamente dura un momento y después él empieza a hablar de otra cosa o simplemente se va. Tal vez sea solo mi imaginación, ¿no? — Di una risa. — ¡Quizás después de tantos años enloquecí de amor y ahora imagino cosas que no existen!

— ¿Y si te arriesgas?

— ¿Cómo?

— Que le cuentes lo que sentís y que te saques todas tus dudas.

— Ya pensé eso, pero la verdad es que tengo mucho miedo. Tengo miedo de ser rechazada porque él no me quiera de la misma forma que lo quiero yo. Miedo de cómo voy a mirarlo a los ojos. ¿Y si él se enoja conmigo y nunca más me habla? ¡No podría soportar que él pensara mal de mí! — Dije bajando el rostro al terminar mi desahogo.

— ¿Me miras, Mica? — Levanté la cara y estaba tan mal por ese tema que empecé a llorar. Algunas lágrimas cayeron, pero rápidamente las sequé con mis manos. — No te dije todo esto para que te sientas mal. Sino para que reflexiones sobre cómo está tu vida en este momento y para incentivarte a tomar actitudes — Dijo cariñosamente.

— ¿Y cualés son mis alternativas?

— Tengo dos opciones. La primera: que literalmente te caigas en la boca de Bruno, le agarres la cara y le robes un beso para que veas cómo reacciona
él. — La miré espantada porque no tendría la valentía suficiente para hacer algo así.

— ¿Y la segunda?

— La segunda es que a partir de ahora te olvides de su existencia. Pero realmente tenes que querer eso, Mica. Tenes que intentar olvidarlo y encontrar a otra persona. ¡Hay un montón de chicos lindos e interesantes allá afuera a los cuales les encantaría tener una oportunidad con vos! — Paramos un poco la conversación, ya que había llegado el mozo con nuestros pedidos. — ¿Vas a pensar en todo lo que
te dije? — Preguntó cuando nos quedamos solas de nuevo.

— Si — Respondí con sinceridad.

— Quiero que sepas que voy a estar a tu lado, independientemente de la decisión que tomes.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora