4 (Segunda Temporada)

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Escuché un golpe en la puerta y me asusté al pensar que podría llegar a ser Bruno.

— ¡Quiero estar sola! — Avisé, gritando un poco.

— Soy Paula — Se identificó ella en un susurro — ¿Me dejas entrar, por favor?

Estaba indecisa y por eso me acerqué a la puerta, intentando escuchar alguna cosa mientras m decidía.

— ¿Estás sola? — Pregunté después de unos segundos.

— Si, estoy sola. — Afirmó ella.

Necesitaba hablar con ella, así que decidí abrirle la puerta para que pudiera pasar. Una vez que ella entró, cerre la puerta con llave. Ella me miraba con una mezcla de comprensión y tolerancia. Verla a Paula era un alivio para mi mente que tan perturbada estaba.

— Amiga — Me dijo ella, extendiendo sus brazos y ofreciéndome ese abrazo que yo tanto necesitaba en esos momentos.

No lo dude ni por un solo segundo y la abrace, pude llorar en su hombro y desahogar mi tristeza.

Cuando me calmé, erguí la cara y me di cuenta que había empapado su remera con mis lágrimas y, sabiendo de su tipica vanidad con la ropa, me disculpé.

— No es importante — Menospreció con un movimiento de hombros — ¡Fue por una buena causa! Si queres te presto mi otro hombro — Sonreí levemente al escuchar eso.

— Gracias Pau — Agradecí sujetando sus manos — Por lo menos vos seguis siendo mi mejor amiga, que bueno que eso no haya cambiado.

— ¿Podemos sentarnos? Quiero hablar con vos.

— ¡Claro! — Concordé. Pero cuando vi que se dirigía a la cama, la sujete del brazo. — ¡Ahí no! — Me miró confundida, sin entender.

— Entonces, ¿dónde?
Mire a mi alrededor y sonreí al encontrar un puerto seguro.

— ¿Te molestaría sentarte en el piso? — Sugerí, sonríendo un poco.

— No, para nada — Respondió calmamente.

Nos sentamos una en frente de la otra. Ella me lanzó una larga mirada, analizándome antes de empezar a hablar.

— ¿Asustada?

— ¡Mucho! — Confesé temblando.

— ¿Con qué exactamente? — Preguntó seria.

— ¡¿Con qué?! — Retruqué, sin creer. — ¡Estabas ahí, Paula! Escuchaste lo que ellos dijeron: ¡yo estoy casada!

— Si, Mica — Confirmó Pau calmamente. — Sé que estás casada si yo fui tu madrina

— ¿Qué vos fuiste que? — Pregunté incredula. — Igual tiene sentido, porque serías la única persona adecuada para ser mi madrina.

— Gracias — Dijo sonriendo.—Pero ser o no ser madrina, ahora no viene al caso. Mica, ¿me decis porque estás tan asustada?

— ¡No entendí! — Respondí confusa. — ¿Qué queres que te responda? Veamos si esto sirve—Suspiré por un segundo—Descubrí que estoy casada con un hombre que conocí hace menos de quince días. En ese corto espacio de tiempo, creí que era su hermana adoptiva. Por consecuencia, él sería mi hermano. Resumiendo, estoy casada con un completo extraño, y no sé absolutamente nada sobre él. ¿Ese es un motivo suficiente para justificar porque estoy tan asustada?

— Si, es un buen motivo — Afirmó, mirándome a los ojos—Pero yo me pregunto si detrás de todo eso, no existe otro motivo más fuerte por el cual estás tan asustada

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora