12 (Primera Temporada)

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Fui a casa con las manos llenas de bolsas y la cabeza llena de expectativas. ¿Bruno reaccionaría en la manera que Paula me lo había dicho?
Estaba confundida porque quería que llegara la noche, pero al mismo tiempo no quería.

Las horas pasaron lentamente y finalmente escuché cuando la puerta se abrió y percibí que era él. Escuché sus pasos en la escalera y cuando fue a su cuarto. Esperé impacientemente que él se bañara, se cambiara de ropa y que fuera a la cocina o al living.
Me miré por última vez en el espejo, erguí los hombros, levanté el busto y bajé las escaleras.
"Que todo salga bien, que todo salga..." Me lo repetía mentalmente como un mantra.

Él no estaba en el living entonces con seguridad debería estar comiendo algo en la cocina. Respiré profundo y abrí la puerta. Sentí una satisfacción interna al ver su reacción. Los ojos de él se habían agrandado y el bowl con yogurt que tenía lo dejó caer al piso.
Fingí que nada había pasado así que fui hasta la heladera y agarré una botella de agua.

— Permiso — Dije acercándome a él. Como él no se movía, repetí sonríendo. — Permiso. Bruno, quiero agarrar la botella que está atrás tuyo.

Él pestañeó pareciendo medio raro, pero sali del lugar y pasé bien cerca de él, casi rozando su pierna. Bruno agarro el bowl que se había caído y limpió el piso. Después se fue a sentar a la mesa.

— ¿Ropa nueva? — Preguntó,
mirándome atentamente.

— No tanto, ya la había comprado hace un tiempo atrás pero me había olvidado que la tenía.

— Ah — Fue la única cosa que él respondió.

Subí al cuarto ríendo conmigo misma. Pasando cierto tiempo escuché que alguien había llegado: era Paio. "¡Perfecto!" pensé y fui al living.
Paio estaba sentado en el sillón al lado de Bruno, hablando sin parar sobre algo, pero en el instante que me vio bajar las escaleras dejó de hablar.
Seguí fingiendo que nada pasaba.
Fingí agarrar el control remoto de la mesa, de manera que tuvieran una visión privilegiada de mi escote. Me senté en el otro sillón, puse mis pies en la mesa para que mis piernas quedaran bien expuestas y prendí el televisor.

— Micaela, ¿dónde tenías escondido todo ese material?—Apenas lo miré y sonreí inocentemente. También miré de reojo a Bruno, que lo miraba a Paio con una mirada asesina.

— Veni Paio, vamos a mi cuarto— Dijo Bruno levantándose del sillón, visiblemente irritado.
Cuando ellos estaban subiendo las escaleras lo escuché a Paio decir:

— Amigo, ¡está buenísima!

— ¡Cállate, Paio!

— ¿Viste esas piernas?

— ¡Cállate, Paio! — Repitió Bruno una vez más

— Me vas a decir que tenes una diosa que prácticamente está al lado de tu cuarto, ¿y nunca hiciste nada?

— Te juro que si decis alguna idiotez más de esas te voy a golpear.

— ¿Sos normal? — De repente escuché la puerta del cuarto de Bruno cerrarse con mucha fuerza y me reí.

Agarré mi celular y la llame inmediatamente a Paula. — Iniciada la segunda fase con éxito — Escuché la risa de ella del otro lado de la línea.

Después de dos semanas de haber empezado con el plan, no era Bruno solamente el que estaba tenso, yo también lo estaba. Nos hablábamos muy poco. Primero porque él se estaba dividiendo entre los ensayos y grabaciones, y segundo porque yo seguía actuando de manera indiferente.

Empecé a sentir mucha falta de él, de nuestras conversaciones y de nuestras bromas. Extrañaba la naturalidad de nuestra convivencia porque ahora siempre estaba tan cargada de molestia, dolor y seducción.

— ¡No sé cuánto tiempo más voy a aguantar! — Me desahogué con Paula esa noche.

— ¡Aguanta, Mica! Si llegaste hasta acá, podes ir hasta el final. En verdad, vas a llegar a ese final cuando encuentres a un nuevo pretendiente y enamorado. ¿Alguna suerte en esa búsqueda?

— Nada — Respondí desanimada.

— Va a aparecer, estoy segura. ¡Pero no podes exigir demasiado porque la perfección no existe! — En eso no concordaba con Paula. Porque para mí la perfección existía y estaba a dos puertas de distancia, pero preferí no decir nada.

Esa noche Bruno llegó muy tarde, más de lo normal. Y para mi sorpresa fue directo hacia mi cuarto.

— ¿Puedo pasar? — Preguntó parado en mi puerta.

— Claro — Dije sin mirarlo, totalmente concentrada en el monitor de la computadora.

Él entró y se sentó en mi cama, con la espalda apoyada en la pared, pero sin decir nada. Creí que estaba raro y decidí mirarlo de reojo. Bruno estaba con los ojos cerrados, con una aparencia cansada y abatida, y eso me hizo sentir mal.

Focalizate Mica, focalizate!" Me dije a mí misma y volví a mirar el monitor de la computadora. Fue entonces que él dijo algo que me hizo perder completamente la postura.

— Voy a dejar la película

— ¿Qué? — Le pregunté mirándolo a los ojos por primera vez después de aquel incidente.

— ¡Voy a dejarlo todo, Mica!

— Pero, ¿por qué? — No podía creerlo — Querías tanto todo eso, luchaste tanto por esa oportunidad.

— Porque... ah, esto me da
vergüenza. — Pasó las manos por su cara cansado.

— ¡Decilo!

— Porque no sé bailar. No puedo aprenderme esa maldita coreografía que estamos ensayando y forma parte de la película — Confesó con la cara roja de la vergüenza y abrí la boca sorprendida.

— ¿Pero a los otros también les resulta difícil? — Él rió sin humor.

— Algunos mejores, otros peores. ¡Pero te puedo asegurar que nadie es tan malo como yo! — Apoyó la cabeza en la pared y nuevamente cerró los ojos. Tuve que contenerme para no abrazarlo, cosa que haría en otros tiempos.

No podía creer que Bruno perdería la gran oportunidad de su carrera por una cosa tan tonta. Yo estudiaba baile hace años, incluso papá había mandado a pintar una pared entera de mi cuarto para colocar una barra y así poder facilitar mi entrenamiento. Y fue mirando esa dirección que tuve la idea más idiota de mi vida.

— ¡No, no vas a abandonar nada! ¡Yo voy a ensayar esa coreografía con vos hasta hacer que tus pies sangren! — Ahora era él quién me miraba sorprendido

— ¿Estás hablando en serio?—Preguntó incrédulo. Yo simplemente asentí con mi cabeza.

En un momento él estaba mirándome agradecido y después dio un grito de alegría. No sé cómo, pero de un momento al otro él se abalanzó encima mío. Como era más fuerte y más pesado que yo, perdí el equilibrio cayendo para atrás con él arriba mío, abrazándome y agradeciéndome sin parar.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora