5 (Primera Temporada)

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En el último fin de semana antes de empezar las clases, me invadió una mezcla de ansiedad, melancolía y nerviosismo. Empezaría las clases en una escuela nueva con profesores nuevos y con nuevos amigos. Estaba arreglando mi habitación cuando escuché que mi mamá me llamó.
La encontré en el lavadero, sacando la ropa del lavarropas y poniéndolas en el secador.

— Ma, ¿me llamasté?

— Si, Mica. — Dijo al darse vuelta y notar mi presencia. — Me olvidé de agarrar la ropa para lavar de Bruno y él no me escucha porque está todo el tiempo con esos auriculares, ¿me harías el favor de pedirle que me traiga su ropa? — Simplemente asentí.

Subí las escaleras y golpeé en la puerta de su cuarto. No respondió y, por eso, volví a golpear de nuevo. Nada.

— ¡Mierda! — Comencé literalmente a derrumbar la puerta con mis dos manos.

— ¿Qué pasó? ¿Se terminó el mundo? — Bruno abrió tan rápido la puerta que no tuve tiempo de pararme, perdí el equilibrio, yendo con toda mi fuerza encima de él. Nos caímos en el piso de su cuarto, yo arriba suyo.— Mica, ¿estás loca? — Preguntó molesto.

— ¡La culpa es tuya! ¡Nunca te sacas esa porqueria de los oídos!— Respondí irritada y señalando sus auriculares.

— ¿Los dos tienen algo y yo nunca me enteré? — Escuchamos que dijo alguien detrás de la puerta

Me levanté como un rayo y me encontré con la sonrisa cínica de Pablo Rodriguez, el mejor amigo de Bruno, que estaba apoyado en el marco de la puerta.
Por lo que yo sabía, Pablo y Bruno eran mejores amigos desde la infancia y siempre que pasaba algo, ellos estaban juntos. Me parecía normal ese comportamiento, ya que Bruno no tenía ningún hermano.

Paio y yo sentíamos una antipatía el uno por el otro desde el primer día en el que nos conocimos. Desde ese día, todos sus chistes me resultaban irritantes y su modo de actuar me parecía casi promiscuo. Si había algo que a Paio le gustaban eran las mujeres... y mucho. Ese era un motivo para que yo nunca "bajara la guardia con él".

— Tenes una mente muy sucia, ¿sabías?

— ¡Buen día para vos también,
Mica! — Respondió Paio con esa sonrisa tan irritante.

— Hola amigo, ¡qué bueno verte!¿Cuándo volviste? — Lo recibió Bruno sonríendo.

— Llegué hace un rato. Me lo encontré a tu papá afuera y me dijo que podía entrar. Pero si sabía que estaba por interrumpir un momento tan "especial", hubiera golpeado la puerta. — Ignoré por completo al idiota. Me di vuelta y hablé con Bruno.

— Mamá quiere que le lleves tu ropa sucia.

Sin decir nada, Bruno empezó a juntar toda su ropa sucia.

— Listo. — Dijo parándose al lado mío, tirandome toda su ropa sucia.

— Por casualidad, ¿tengo cara de empleada? Deja de ser un vago y dale la ropa a ella. — Bruno era muy vago. Si era por él hasta me pediría que ate los cordones de sus zapatillas.

— Tu hermana sigue siendo tan dulce como siempre. — Comentó Pablo, solamente para verme enojada.

— Y vos seguis siendo el mismo idiota de siempre — Dije lanzándole una mirada fulminante.

— Bueno, basta de tantos halagos. Mica, fuera de mi cuarto. Y vos Paio espérame que ya vuelvo.

— Bueno, pero no tardes poque quiero contarte sobre las brasileras fantásticas que conocí en el viaje. — Escuché a Paio decir antes de irme.

Para completar mi día "perfecto" él se quedó a almorzar.
Paio tenía una especie de "interés" en Flor y se pasó todo el almuerzo mirando sus piernas, pero fue totalmente ignorado, lo cual me causaba mucha gracia.

Después del almuerzo nuestros papás se fueron, y las chicas y yo decidimos pasar la tarde en el jardín de casa. Flor estaba pintándose sus uñas, Bianca estaba leyendo una revista y yo estaba sentada a su lado leyendo un libro. Hasta que llegaron Bruno y Paio con una pelota de voley.

— Chicas, ¿qué tal un partido? — Preguntó Paio mirando esperanzado a Flor.

— Imposible. Recién terminé de pintarme las uñas. — Respondió Flor. Por dentro me reí al ver la cara de decepción de Paio.

— Me sumo.- Dijo Bianca. —¿Venis, Mica?

— Si — Respondí, solo por el placer de sacarle esa sonrisa boba del rostro de Paio

Nuestro jardín no era muy grande, pero teníamos suficiente espacio para algunos juegos, si utilizábamos la creatividad o el espacio que poseíamos.

— ¿Chicas contra chicos? — Preguntó el bobo.

— Pienso que eso no es lo mejor.  Ustedes van a tener más ventaja porque son más altos que nosotras. Es mejor dividir. — Sugirió Bian. Hice una mueca al escuchar eso. — ¿Qué pasó? — Preguntó ella mirándome. Rodé los ojos y ella entendió. — ¿Qué tal Bruno y Mica contra Paio y yo? — Felizmente ellos concordaron.

A pesar de los esfuerzos de la dupla adversaria, Bruno y yo ganamos el primer set. Ya estabamos con ventaja en el segundo set, cuando al darme vuelta sentí la pelota de voley en mi espalda.

— ¡Perdón, estuve mal! — Dijo Paio, pero no note ningún rastro de arrepentimiento en él.

— ¿Estás bien? — Preguntó Bruno preocupado.

— ¡Estoy perfecta! — Respondí, mirando a mi adversario sin temor

Esperé el momento correcto para vengarme, y la oportunidad llegó. Saqué con fuerza la pelota y fue directa a la cara de Paio.

— Perdón, ¡saqué mal! — Él me miró con rabia

— ¡Idiota! — Gritó Paio, dirigiéndose a mí.

— ¡Pedile disculpas ahora, Paio!— Gritó Bruno detrás mío.

— ¡¿Qué?! Fue ella la que me lastimó. — Quiso defenderse él.

— ¡No me interesa! ¡Pedile
perdón! — Dijo Bruno con firmeza.

— ¡Ni pensarlo! — Respondió Paio sacudiendo la cabeza y Bruno se acercó a la red.

Bruno era la persona más calma y tranquila que conocía, pero nadie quería verlo enojado ya que él se transformaba.

— Si no le pedis perdón, yo te hago pedirle — Amenazó Bruno, con la vena pulsando en su cuello.

— ¡Calmense! Vamos actuar civilizadamente. — Propuso Bianca para lograr calmar el clima

— ¡Pedile perdón! — Siguió insistiendo Bruno

— ¿Ahora te vas a poner del lado de tu hermanita? ¿Te olvidas que yo soy tu mejor amigo?

— Nadie le habla así a Micaela y más si estoy yo presente. ¡Nadie!— Respondió Bruno, enfatizando bien la última palabra.

— ¡Todo bien, Bru! — Hablé, acercandome a él y colocando mi mano en su brazo, pero no me miró. Él seguía mirándolo a Paio, esperando una respuesta por parte de él.
Paio nos dió una mirada a los dos y sorpresivamente lanzó una carcajada.

— ¡Ay! ¡Cuánta dulzura! Está bien, perdón Micaela. — Dijo Paio irónicamente. — Listo, ¿ahora estás contento? — Le preguntó directamente a Bruno, que parecía estar dudando.

— Ahora que todo ya está resuelto, ¿podemos terminar con este juego de una buena vez? — Sugirió Bianca y felizmente Bruno movió la cabeza en señal de concordancía; entonces, todos volvimos a nuestras posiciones.

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Antes que nada quiero aclarar que la pareja es Paioedo no Paioigna. Paula aparece más adelante en la novela!!
Espero que les haya gustado el capítulo.
Saludos!

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora