10 (Primera Temporada)

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Más tarde volví a casa con mi cabeza llena de preguntas. Paula tenía razón al decir que no podía seguir viviendo así, tenía que tener mi propia vida. Tenía que tomar una decisión y tener la valentía de seguir adelante, de asumir las consecuencias y de correr riesgos.

Esa noche al arreglarme para ir a un restobar, me miré al espejo y pensé en lo cansada que estaba de todo, de ser una cobarde y de esconder todos mis sentimientos. Me pregunté a mí misma si no sería mejor cambiar por completo y olvidarlo a Bruno de una buena vez.
De repente, escuché que alguien estaba golpeando en mi puerta.

— Adelante

La puerta se abrió y apareció Bruno vestido de negro desde la cabeza hasta los pies y esa sonrisa matadora en los labios. Me miró de arriba a abajo, soltando un chiflido y me sonrojé.

— ¿Te gusta cómo estoy vestida?— Pregunté dando una vuelta. Tenía un vestido de color rojo oscuro.

— Mucho. ¿Sabías que ese color combina mucho con tu tono de piel?

— Gracias — Agradecí sonríendo.

— Vamos, ya debe haber mucha gente esperándonos. — Él estaba eufórico.

Al llegar, fuimos saludando alegremente a varios de sus amigos.

— Micaela, ¿alguien ya te dijo que estás muy pero muy linda hoy? — Dijo Paio al acercarse a nosotros. — Amigo, si ella fuese mi hermana no dejaría que saliera así.

— Podes mirar, Paio — Respondí para él. — Ahora tocar solo en tus pensamientos, o mejor dicho ni en tus pensamientos.

— ¡Me encantan las mujeres
difíciles! — Rodé los ojos. Paio seguía siendo el mismo idiota de siempre.

Comencé a caminar pasando por un montón de gente que hablaba animadamente. Todos lo felicitaban a Bruno por su logro. Hasta que finalmente pude verla a Paula.

— ¡Te guardé un lugar! — Ella tuvo que gritar para que yo la pudiera escuchar.

— ¡Esto es una locura hoy! — Dije al sentarme del otro lado de la mesa

— ¡No sabía que Bruno conocía a tanta gente!

— Siendo sincera yo tampoco lo sabía — Respondí.

Pedimos algunos tragos y nos quedamos allí ríendo y mirando a los demás.

— ¿Me puedo sentar con ustedes? — Era el desagradable de Paio.

— ¡Claro! — Dijo Paula corriéndose contra la pared para que él tuviera lugar para sentarse a su lado. Ella siempre tuvo una especie de amor platónico por él.

— Micaela, prepárate porque ahora no va a parar de sonar el teléfono de tu casa —Comento él ríendo.

— ¿Por qué? — Pregunté ríendo.

— Por tu querido hermano — Lo miré confundida.

— No entendí — Él rodó los ojos.— Ahora él va a formar parte del elenco de una película famosa, y encima va a interpretar un papel por el cual todas las chicas van a suspirar. Entonces, ¿qué creen que va a pasar o mejor dicho lo que ya está pasando? — Y apuntó para una mesa en la cual Bruno estaba rodeado de gente.

Miré con más atención y vi una chica rubia, que estaba sujetándose del hombro de él, ríendo de alguna cosa que él le estaba diciendo en su oído.

— ¿Quién es esa chica? — Preguntó Paula.

— La conocí esta noche. Se llama Laura y desde que llegó que no se despega de él. Bruno sería muy tonto si no pasa la noche con ella hoy porque ella ya le dió la luz verde.

La chica era muy linda, pero por la ropa que estaba usando tenía una apariencia medio vulgar. Ella agarró la copa de la cual él estaba tomando y se la devolvió en un gesto muy íntimo. Bajé los ojos para mis manos, tomé un poco más de trago para tratar de disimular mi tristeza. Sabía que Bruno salía con alguna que otra chica muy esporádicamente. Pero él siempre fue muy discreto, incluso nunca había llevado a ninguna novia a casa.  Entonces, yo estaba presenciando ahora una escena que no me gustaba...

Paio y Paula comenzaron una charla muy animada sobre el cine, fingí prestar atención, pero de vez en cuando miraba en dirección hacia donde estaba Bruno. Me di cuenta que ella se inclinaba de una manera seductora hacia él, diciéndole alguna cosa en el oído y haciéndolo reír.
El tiempo pasaba, Paula y Paio empezaron a hablar sobre la carrera de él, que era la misma que la de Bruno. Pero yo ya no prestaba nada de atención porque estaba totalmente concentrada en lo que estaba pasando en la otra mesa.

De repente, esa tal Laura se levantó con Bruno siguiéndola detrás, y fueron juntos hacia el fondo. Pasaba de todo en mi cabeza e intentaba imaginarme lo que estarían haciendo. Conté mentalmente hasta treinta hasta que no me aguanté más y me levanté.

— Voy al baño, ya vuelvo. — Le dije a Paula que solo susurró un "está bien" y siguió su conversación con Paio.

Como no los encontraba, salí del salón y entré en un pasillo un poco iluminado que daba acceso a los baños. No había dado más de tres pasos cuando los vi...
La chica estaba apoyada en la pared, tocando el pelo de Bruno mientras se besaban.

Sentía que me habían dado un tiro en el pecho porque el dolor que sentía era inmenso.  Llevé la mano a mi cuello, como si hubiese sido lastimada, necesitaba salir de ahí. Completamente aturdida, me giré demasiado rápido y no vi al mozo que pasaba atrás mío que estaba sosteniendo una bandeja llena de copas, todas ellas se cayeron al piso.

El ruido hizo que los dos dejaran de besarse y miraron por un segundo a mi dirección. Por un instante, mi mirada se encontró con la de ellos, que estaban sorprendidos. Y me dí cuenta que Bruno se alejó de la chica. Pero yo no esperé para ver más nada. Me disculpé con el mozo y salí de ahí muy apurada.

Volví a la mesa y agarré mi cartera. — ¡Me voy a mi casa!

— ¿Ya te vas? — Preguntó Paula, sorprendida.

— Después me llamas — Le dije antes de que me preguntara algo más. Solamente quería salir de ese lugar.

Así que salí a la calle y tomé un taxi.
Entré a casa y fui corriendo a mi cuarto, diciéndole a mi mamá que había llegado antes porque tenía un fuerte dolor de cabeza.
Una vez que entré a mi cuarto, cerré la puerta con llave y me saqué con rabia esa vestido que a él tanto le había gustado tanto, nunca más usaría esa porquería. Fui al baño a sacarme el maquillaje y permití que finalmente mis lágrimas cayeran libremente.

— ¡Sos una idiota, una tremenda idiota, Micaela! ¡Deja de ser tan tonta! — Me dije a mí misma, mirándome en el espejo. —¡Nunca más voy a derrarmar una sola lágrima más por vos, Bruno Sainz Micheli! — Me prometí a mí misma.

Apagué la luz y me acosté en mi cama, pero no tenía sueño. No podía dormirme. Solamente daba vueltas y vueltas, torturada por esas imágenes de Bruno y Laura besándose.

Las horas pasaban, la casa estaba oscura y silenciosa. Escuché cuando un auto se detuvo en frente de casa, fui a la ventana y lo vi a Bruno bajando de un taxi.
Me volví a acostar en mi cama y me tapé hasta el cuello. Escuché pasos en la escalera y después un silencio. Yo fingía estar durmiendo porque él seguramente debía estar parado en mi puerta.
Pensé que Bruno ya se había ido, pero sentí pasos hacia mi dirección. ¿Qué es lo que él estaba haciendo?

Inesperadamente, sentí unas caricias suaves en mi pelo y escucuché un suspiro. Pero yo seguía inmóvil porque todavía estaba muy dolida. Después de eso, él no tardó mucho en salir de mi cuarto. Abrazada a mi almohada volví a llorar hasta quedarme dormida.

Me levanté tarde porque mi celular comenzó a sonar. Miré a la pantalla y era Paula. La atendí y le dije:

— ¿Te acordas de la decisión que tenía que tomar? Ya la tomé.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora