80 (Primera Temporada)

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— Micaela — El doctor volvió a llamarla, y ella miró hacía su dirección. — Soy el Dr.Sanders y estás en un hospital en donde tuviste una cirugia porque sufriste un accidente automovilistico. Estás acá desde hace algunos días y debes estar un poco desorientada, lo que es normal — Ella simplemente confirmó con la cabeza y llevó su mano hasta su garganta, haciendo una mueca. — Si la garganta te está doliendo es porque acabamos de desentubarla. Cuando vuelvas a hablar va a estar un poco ronca, pero eso en los próximos días se solucionará.

Noté que Micaela miró a su alrededor, observando el ambiente y comenzó a mirar todas nuestras caras con una expresión interrogativa.

— Si, tu familia está acá — Dijo el doctor.

Ella nos miró nuevamente, pareciendo concentrarse. Al instante fijó su mirada hacía un punto y dijo:

— Papá... — Susurró y papá inmediatamente se acercó hacía a ella, sujetando su mano.

— Si princesa, estoy acá — Dijo él emocionado.

— Mamá... — Susurró ella una vez más. — Estamos todos acá, mi amor — Dijo mamá, intentando controlar su llanto.

Entonces, finalmente ella me miró a mi y entrecerró sus ojos:

— ¿Qui... quién... sos? — Preguntó con esfuerzo.

Sentí como si nada tuviera sentido. Extendí mi mano para sujetar la suya, y Micaela asustada se alejó.

— Calmate, Bruno — Escuché que dijo el médico. — Es muy común algún tipo de amnesia postraumáti... — Pero deje de prestarle atención a todo lo que él estaba diciendo.

Comencé a caminar hacía atrás, alejándome de ella, de su mirada que me veía como si fuese un extraño. Eso era algo imposible de soportar, tenía que huir de ahí.

Cuando salí la escuché a mamá llamándome. Pero no volví. Corrí por el pasillo, pasando por Florencia, Bianca, Paula y Paio, chocando a los médicos o enfermeras, totalmente perturbado. Necesitaba salir de ahí como sea.

Entré tonto al ascensor, sin responder a ninguna de las voces que me llamaba. Así que cuando el elevador descendió, sali desbordado y corrí en dirección hacía la puerta.

Una vez que ya estaba afuera, comencé nuevamente a correr.
No sabía a donde iría ni que dirección seguir. Todo lo que necesitaba, en ese momento, era sentir que las piernas se moviera rápidamente, en una fuga desenfrenada y alejarme de todo.

Por mi mente pasaba una sucesión de imágenes caóticas y todas con Micaela: Desde el momento en que nos conocimos hasta el momento actual, siendo este recuerdo el que dolorosamente más se repetía.
Su pregunta se repetía en mi interior como una sentencia de muerte: "¿Quién sos?"

Corri sin parar, asustando algunas personas que pasaban. Corri hasta que sentí que mis pulmones ardían y las piernas me dolían por el esfuerzo.
Vi una pequeña plaza a distancia y usando las pocas fuerzas que me quedaban, corrí hasta ese lugar que prácticamente estaba vacio.

Me detuve abruptamente en frente de un árbol, extendí los brazos, apoyándome en el tronco con las manos y agaché la cabeza, intentando recuperar el aire.

Súbitamente la fuerza de una verdad terrible me invadió y grité. Grité de dolor, frustración, rabia y desesperación. Finalmente, un llanto desde el fondo de mi pecho fue liberado.
Estaba ciego por causa de la ira y comencé a golpear el árbol con los puños cerrados, como si al cometer esa violencia pudiera alivianar la fuerza de mis sentimientos, como si al lastimarme mis manos pudiese disminuir las heridas en mi corazón.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora